Encontrar buen ron en el país del aguardiente puede resultar una tarea difícil. Especialmente si uno limita la búsqueda al producto local.

Y no es que en Colombia no se produzcan excelentes versiones de esta bebida.

Es sólo que algunos de los mejores rones colombianos son mucho más fáciles de adquirir allende las fronteras.

Y, consecuentemente, también son más consumidos –y conocidos– fuera del país.

"Yo puedo vender mi ron más fácilmente en países como Kazajistán, Nigeria, Costa de Marfil y Sierra Leona que en Barranquilla, que está a una hora en automóvil", cuenta, desde Cartagena, Hernán Parra, presidente de Destilería Colombiana, donde se produce el multigalardonado ron Dictador.

"Estamos en 67 países, más o menos. Pero en Colombia sólo se lo encuentra en Cartagena, porque en el resto del país está prohibido", le dice a BBC Mundo.

Y, efectivamente, el problema para rones como Dictador es que las gobernaciones departamentales colombianas todavía tienen el monopolio de los licores fuertes, los que se han constituido en su principal fuente de ingresos.

Lo que actualmente significa que además de ser importantes productores de ron y aguardiente también pueden restringir el ingreso de otros licores al territorio bajo su control.

"Hay algunos (gobiernos departamentales) que son supremamente estrictos y otros que son muy abiertos", le dice a BBC Mundo Miguel Riascos, del también multi-premiado ron La Hechicera.

"Pero para todo propósito Colombia realmente es 32 mercados diferentes, cada uno con sus propios trámites y autorizaciones. Y en el caso de los licores nacionales, está a discreción de las gobernaciones decidir si las otorgan o no".

Embrujando al mercado

Tal vez por eso, cuando la destilería barranquillera Casa Santana decidió aprovechar sus más de dos décadas de experiencia fabricando ron para terceros y lanzar una versión de la bebida que pudiera competir con las mejores del mundo no lo hizo en Colombia, sino en el Reino Unido

Y, durante su primer año de su existencia, el ron La Hechicera –incluido en enero del año pasado por la revista de tendencias GQ en su lista "Las 100 mejores cosas del mundo en este momento"– prácticamente sólo podía conseguirse en los bares más elegantes de la capital británica.

Aunque, por lo que cuenta Riascos, eso también era parte de la estrategia para eventualmente también intentar la conquista del mercado local.

"Si bien el colombiano es muy escéptico, también es muy orgulloso de lo propio. Y no hay nada que le despierte más el orgullo a un colombiano que los elogios de un público extranjero", explica este miembro de la tercera generación detrás de Casa Santana.

"Por eso lanzamos en noviembre de 2012, en Londres, quizás el mercado más saturado, más costoso y competido del mundo, pero también un punto de referencia para tendencias a nivel mundial", le dice a BBC Mundo.

"Y durante 2013 participamos en todas las competencias que pudimos. Y en todas nos ganamos el máximo galardón".

Según Riascos, con estas credenciales La Hechicera también quería vencer el escepticismo de los consumidores de rones de alta gama, acostumbrados a creer que en Colombia no se fabrica buen ron.

Y la apuesta parece estar funcionando, pues en los últimos meses cada vez es más común ver las elegantes y distintivas botellas de La Hechicera –que en tiendas tienen un valor de 120.000 pesos, unos US$45– en los principales bares y restaurantes de Bogotá.

Casa Santana ya ha logrado además autorización para vender La Hechicera en los departamentos de Atlántico, Magdalena y Bolívar.

"Y estamos ya avanzados en el proceso para ingresar el producto Antioquia y una vez que tengamos a Antioquia consolidado nos gustaría avanzar hacia el Valle del Cauca", destaca Riascos, quien considera que la importancia simbólica, pero también económica, del mercado colombiano ciertamente justifica el esfuerzo y trabajo necesarios para conseguir cada autorización.

Un camino diferente

Esto ha llevado a La Hechicera a seguir un camino muy diferente al recorrido Hernán Parra y Dictador, a pesar de que la relación de la familia de éste con la fabricación de ron en el caribe colombiano se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII.

Y esa diferencia se nota incluso en la estética de los productos y de sus campañas, llenas de elegantes referencias a Colombia en el caso de La Hechicera, una imagen mucho más neutra e internacional en el caso de Dictador

"A mí personalmente me duele no vender en Colombia, porque es un tema nacional, sería interesante. Pero nosotros vendemos el 99,9% de nuestra producción afuera y nos está yendo muy bien", explica Parra, quien vio despegar su negocio a partir de 2007 con la llegada de dos inversionistas extranjeros que descubrieron los rones de la centenaria Destilería Colombiana mientras estaban de vacaciones en Cartagena.

"Y yo dejé de pelear este tema hace años porque no soy de lobbies, de pedirle favor a terceros", le dice a BBC Mundo de las dificultades de comercialización a nivel local.

¿Cambios a la vista?

Por lo demás, ni Parra ni Riascos parecen confiar en que las propuestas de modificación del marco jurídico contempladas en el último Plan Nacional de Desarrollo vayan a transformar significativamente la situación.

El Plan contempla la modificación de nueve artículos que, según declaraciones del director del Departamento Nacional de Planificación, Simón Gaviria, buscan acabar con la discriminación en el mercado de licores.

Pero la propuesta todavía tiene que ser aprobada por el congreso. Y desde ya los gobernadores colombianos han empezado a expresar su desaprobación.

"Eso no va a pasar. Esta es la 100a vez que intentan acabar con el monopolio y nunca lo han conseguido", le dice a BBC Mundo Parra. "No creo que este año tengan éxito".

Todo a pesar de que ni Dictador, ni La Hechicera, parecen representar realmente competencia para los aguardientes y rones de las licoreras departamentales.

Por un lado, porque al tratarse de rones añejos, producidos por pequeñas destilerías, ni La Hechicera ni Dictador se producen en grandes cantidades.

Pero además, al estar orientados a los segmentos más altos del mercado –una botella de Dictador XO, por ejemplo se vende en los supermercados de Cartagena en 195.000 pesos, US$75– no constituyen una verdadera alternativa para los bebedores de aguardiente o rones de baja gama en los que las licoreras estatales concentran el grueso de sus ventas y producción.

Y, en ese contexto, su principal competencia serían los rones importados –de países como Venezuela, Nicaragua o Guatemala– los que ya pueden moverse libremente a lo interno del país.

Sin nuevos cambios, sin embargo, los colombianos seguirán enfrentando dificultades para poder acceder a algunos de los mejores rones producidos en su propia patria.

Pero tal vez el mundo, poco a poco, irá comprendiendo que en Colombia también se produce buen ron.

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