Datos personales, fotos, y recuerdos quedan flotando en la red después de nuestra muerte. Porque hasta en eso la muerte es implacable: si uno mismo no se ocupa de ello, internet no olvida. La herencia digital comienza por el correo electrónico, pasa por la suscripción a Netflix y termina con los activos de bitcóins. Según una encuesta realizada por el instituto de investigación de opinión pública, YouGov, hasta ahora solo el 15 por ciento de los alemanes ha regulado su patrimonio digital completamente o, al menos, de manera parcial. De los encuestados, una cuarta parte se queja de la falta de información al respecto. Al siete por ciento, el tema simplemente le resulta desagradable.
El cuidado de la cuentas de Facebook y Google
Aquellos que quieran facilitarle las cosas a sus seres queridos, deberán ocuparse de su patrimonio digital a tiempo. En Facebook, por ejemplo, los usuarios pueden especificar un contacto de legado. Esa persona puede compartir la información sobre los honores funerarios, o eliminar la cuenta. Lo que no puede hacer es leer el historial de las conversaciones de la persona difunta, o enviar mensajes privados a su nombre.
Para la cuenta de Google también es posible designar uno o más herederos. La opción se encuentra oculta bajo Account Inactivity Manager. Ahí el usuario puede designar a personas que se ocupen de la cuenta en determinados casos, o borrar la misma en caso de "eterna inactividad", es decir, de muerte.
Solo el 56 por ciento de los alemanes tiene la intención de resolver en vida qué haría con su patrimonio digital. "En este contexto, la precaución no solo es importante para los objetos materiales, sino también para los objetos inmateriales, como los datos personales", dice Tim Sperlich, quien, con su colega Marcel Kubis forma parte de un equipo de investigación de la Universidad de Bremen sobre el patrimonio digital.
La Facultad de Derecho de la Universidad de Ratisbona y el Instituto Fraunhofer también participan en el estudio, y el proyecto cuenta con el apoyo del Ministerio alemán de Justicia y Protección del Consumidor. El objetivo es "descubrir las desventajas para los consumidores y desarrollar recomendaciones sobre cómo se puede simplificar la herencia de los datos", explica, por su parte, el profesor Benedikt Buchner, del Instituto de Información, Salud y Derecho Médico de la Universidad de Bremen. En los próximos meses se publicará un folleto informativo.
Una persona de confianza puede resolver la sucesión
Una manera sencilla de gestionar el patrimonio digital en vida es ésta: primero, el consumidor crea una lista de todas las cuentas y contraseñas activas. Después se determina lo que debe suceder con las cuentas tras la muerte. ¿Pueden los herederos acceder a las fotos almacenadas en línea? ¿Deberían borrarse los perfiles de Instagram, Facebook y Tinder? Una vez aclarado esto, se debe emitir un poder notarial para un tercero de confianza. Esta persona recibe la lista de cuentas y contraseñas después de la muerte y puede validar rápida y fácilmente el testamento del fallecido. Los formularios para este tipo de poderes se pueden encontrar, por ejemplo, en el sitio web del Centro de Asesoría al Consumidor de Alemania (Verbraucherzentrale). Simplemente se rellena el documento, se lo firma, y así puede continuar viviendo con más tranquilidad.
La importancia de declarar herencia digital
Aquellos que no declaran a quién dejan su legado digital, transmiten la responsabilidad automáticamente a sus herederos legales, y estos entonces tienen permiso, por ejemplo, de acceder a la computadora del fallecido. En caso de no saber cuál es la contraseña para el acceso a la computadora, el hackeo está permitido. Además, los herederos tienen derecho a acceder a los datos e imágenes almacenados en proveedores de la nube, como por ejemplo, Dropbox.
Algo importante: el derecho de sucesión también se aplica a los contratos celebrados en línea. Incluso si el heredero no sabe nada de la suscripción a Netflix, o del perfil de Tinder del fallecido, sigue siendo el sucesor legal, y por lo tanto tendrá que pagar las cuotas de las suscripciones. "Por eso es importante que los herederos puedan acceder rápidamente a la información sobre los contratos vigentes del fallecido", afirma Marcel Kubis.
¿Puedo heredar mis libros electrónicos?
En la mayoría de los casos, los derechos de uso de libros electrónicos también se rigen por contratos y, en principio, son hereditarios. El problema: algunos proveedores excluyen la herencia de sus productos en sus términos y condiciones, "La cuestión de si tal exclusión puede hacerse efectiva legalmente es, en última instancia, algo que se decidirá en cada caso en particular", dice Kubis. En casos extremos, uno tendría que ir a la corte.
Si no hay ninguna cláusula en los términos y condiciones, en Alemania se aplica la Ley de Sucesión. "Y también se pueden utilizar valores digitalizados, como los libros electrónicos, películas o música", señala Kubis.
Criptomoneda, solo con datos de acceso
Lo mismo sucede cuando se trata de la criptomoneda: el que hereda, hereda todo. Solo resulta problemático si el difunto no ha dejado anteriormente sus datos de acceso, es decir, la clave privada. En tal caso, los herederos no podrán acceder a los activos digitales. No existe ningún socio contractual en el mundo de las monedas criptográficas que pueda restaurar los datos de acceso. "Si se pierde la llave privada, el heredero se queda sin nada. Así son las cosas", advierte Kubis.