Científicos obtuvieron las imágenes más detalladas hasta el momento de los depósitos de hielo contenidos en los cráteres del polo norte de Mercurio.

Las fotografías fueron tomadas por Messenger, la nave de la NASA que ha estado orbitando a tan solo unas decenas de kilómetros de la superficie del planeta más cercano al Sol.

Esto ha permitido obtener imágenes de alta resolución antes de que la sonda se estrelle en contra su superficie el 30 de abril y ponga fin a una misión de cuatro años.

¿Pero cómo es posible que un planeta en el que las temperaturas superan los 400ºC pueda albergar agua helada?

Esto se debe a que algunos cráteres provocados por impactos en el polo norte están siempre en sombra.

"Estamos viendo dentro de los cráteres que no ven la luz del Sol a una resolución que nunca fue posible antes", dice Nancy Chabot, científica del Sistema Dual de Imágenes del Messenger.

Hielo joven

El impacto de cometas contra la superficie de Mercurio trajo probablemente el hielo y el material oscuro -rico en carbono- que el Messenger detectó en estas trampas frías en los polos.

En el más frío de los cráteres los investigadores vieron mayormente hielo, que puede tener este material orgánico como uno de sus componentes.

Pero en los cráteres polares que reciben más luz solar no hay hielo en la superficie, formada por una capa concentrada de compuestos orgánicos que protegen los depósitos de hielo más antiguo que están debajo.

Estas capas orgánicas oscuras tienen límites marcados, lo cual indica que estos depósitos son jóvenes.

Si no, explica Chabot, los límites estarían interrumpidos por el impacto de pequeños meteoritos.

Mundo dinámico

La última fase de la campaña del Messenger a poca altitud también les está permitiendo a los investigadores ver más de cerca otros fenómenos sorprendentes que tienen lugar en la superficie.

En etapas anteriores de la misión, los científicos identificaron unos raros huecos en la superficie.

Estos están en diferentes partes y varían en tamaño: de decenas de metros hasta varios de kilómetros de diámetro, y decenas de metros de profundidad.

Estos agujeros, señala David Blewett, científico del equipo del Messenger, se formaron probablemente cuando algunos ingredientes de las rocas de Mercurio quedaron expuestos a las duras condiciones de la superficie del planeta.

El mecanismo que pudo haber entrado en juego es la sublimación, o un proceso similar, por el cual los sólidos pasan a un estado gaseoso.

Esto, sumado a otras evidencias, pinta un cuadro de un mundo dinámico muy distinto a la imagen que se tenía de Mercurio hace varias décadas.

Incógnitas

"Lo interesante en esta escena", dice Blewett en relación a uno de los sitios de Mercurio en particular, "es que hay cráteres por pequeños impactos por todos lados. Pero hay pocos, si es que hay, dentro de los huecos mismos".

"Como los impactos ocurrieron azarosamente por todo el planeta y se acumularon con el tiempo, la ausencia de cráteres dentro de los huecos significa que deben ser muy jóvenes en términos geológicos, probablemente de menos de decenas de millones de años, y puede que se estén formando activamente hoy día".

Pero qué componente de la roca se está sublimando para formar una depresión es algo que aún no se sabe, añade el investigador, y la respuesta probablemente la sepamos con una futura misión al planeta.

Lo interesante en esta escena es que hay cráteres por pequeños impactos por todos lados. Pero hay pocos, si es que hay, dentro de los huecos mismos
David Blewett, científico del equipo del Messenger

Otra de las incógnitas que queda por resolver es por qué tiene un núcleo desproporcionadamente grande en relación a su relativamente delgada corteza rocosa.

"Un modelo muy popular por un largo tiempo sostenía que Mercurio podría haber sido más grande y que luego un impacto gigante le quitó gran parte del manto y la corteza, y que luego formó una nueva con el poco de manto restante", explica Larry Nittler, del equipo del Messenger.

Ésta sigue siendo una pregunta abierta que los investigadores un día esperan responder.

Publicidad