Deslizarse en kayak frente a icebergs azules y blancos a la deriva cerca del puerto, pasearse entre las coloridas casas, marchar en la naturaleza entre la nieve. En este verano, la temporada turística alcanza su clímax en Kulusuk, pequeña isla del este de Groenlandia en el Ártico.

"Incluso pensando que te sorprenderás, lo estás aún más cuando ves la realidad", se entusiasma Sarah Bovet, una artista suiza de 29 años, delante de un albergue para la juventud en Kulusuk donde viven durante el año unas 250 habitantes. "Todo es diferente aquí", dice.

La joven, en residencia artística en Groenlandia, no esperaba ver paisajes pintorescos teñidos de casas con colores vivos.

Si una gran parte de los 85.000 turistas que desembarcan por año en Groenlandia eligen la costa oeste, la parte oriental también tiene sus atractivos con glaciares, naturaleza salvaje, ballenas y osos polares.

Las divisas de los turistas constituyen una fuente de ingresos importante para la comunidad local, en complemento a sus actividades de pesca y caza que se practican aquí desde hace siglos, en el banco de hielo y en las aguas plateadas del océano.

Justus Atuaq, un joven cazador de Kulusuk, lleva a los turistas en trineo en marzo y abril, la temporada alta de primavera que le garantiza el sustento para cuidar a sus perros.

"Los utilizo para cazar y a veces los turistas extranjeros también quieren hacerlo", explica, tras haber alimentado a sus animales cerca de su casa de madera.

El turismo aumentó en Groenlandia un 10% anual entre 2014 y 2017 y un 3% en 2018, según la oficina de turismo Visit Greenland.

Sus glaciares, icebergs y fauna la han convertido en un lugar popular para los amantes de la aventura y la naturaleza. Incluso si muchos de ellos llegan en avión, los cruceros constituyen una alternativa para descubrir el litoral.  

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