Los rostros son las nuevas huellas dactilares, se utilizan para bloquear smartphones y hasta para vigilar a las personas en manifestaciones.
Los programas habituales de reconocimiento facial utilizan una fuente bidimensional como un video o fotografía. Un algoritmo mide la posición relativa, distancia y emplazamiento de rasgos faciales como ojos, nariz y boca y puede extraer datos de numerosas imágenes de una persona y generar una versión en datos de su rostro.
La técnica tridimensional de reconocimiento facial capta información sobre la forma del rostro mediante sensores. El denominado análisis de textura, utiliza detalles de la piel, tales como arrugas singulares o manchas.
Cuanto más información personal contenga un banco de datos, es más valioso para los cibercriminales, ya que con un rostro pueden usurpar tu identidad.
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