The Wider Image (Reuters) / Fotos de Sara Swaty y textos de Maria Caspani.
Para Harrison Massie, la transición de mujer a hombre nunca se trató de cambiar un género por otro.
Hace siete años, Harrison, ahora de 29 años, comenzó su viaje para –dice- "sentirme más como yo"
A la izquierda: Harrison (22) posa para una fotografía en la ducha del departamento de su madre. A la derecha, Harrison (22) posa con Heaven: "Heaven y yo tuvimos una breve relación, que fue más que una amistad, y juntos pasamos por épocas difíciles.
No me avergüenza decir que alguna vez fui mujer", dijo Harrison, quien vive en St. Louis, Missouri. "En última instancia, es parte de quién soy y cómo me criaron, y me encanta tener la perspectiva de ambos géneros".
Pero Harrison anhelaba sentirse más cómodo en su cuerpo y quería tener ciertos rasgos masculinos, como un pecho plano.
Harrison (21), posa para una fotografía en 2011.
A medida que se embarcaba en su viaje, Sara Swaty, una joven fotógrafa y amiga, se dispuso a capturarlo, fotograma a fotograma, año tras año.
"En mi trabajo anterior, nunca tuve la oportunidad de conectarme con nadie tan profundamente y documentar su transición desde el principio", dijo Swaty, quien conoció a Harrison cuando era un adolescente en la escuela secundaria.
Izquierda: Harrison, de 22 años. "En mi escuela privada, yo era la 'niña bonita' que encajó en el grupo equivocado'". A la derecha: Harrison, de 22, posa para una fotografía en 2012.
"Siempre me acerqué a las sesiones de fotos con conceptos e ideas claras de cómo quería que se vieran las imágenes", dijo. "Pero con Harrison, yo estaba ... siguiendo su ejemplo, e hice todo lo posible por capturar cómo se sentía, no cómo lo veía".
El rechazo de familiares y cercanos es común para muchas personas trans, pero ese no fue el caso de Harrison, que siempre contó con el apoyo de sus seres queridos.
Testosterona, una aguja y un desinfectante que pertenecen a Harrison.
Según un estudio de 2016, publicado en la revista LGBT Health, el 31 por ciento de las personas transgénero encuestadas dijeron que experimentaron algo de rechazo de parte de sus familias y el 14 por ciento dijo que experimentaron gran rechazo.
Un estudio reciente en Estados Unidos descubrió que aproximadamente la mitad de los adolescentes varones transgénero han intentado suicidarse al menos una vez.
Harrison, 28, y su padre Robbin.
"Harrison ha sido mi alma gemela, mi compañero", dice su padre Robbin, un profesor jubilado en sus sesenta años. "Dijo que estaba haciendo la transición y que quería ser niño, y eso me pareció bien".
La madre de Harrison, Stephanie, dice que al principio fue muy difícil procesar la decisión de la transición de su hijo. "Fue como la muerte de ese niño".
A la izquierda: Harrison, de 25 años, posa en su auto. "Crecer en Saint Louis me formó como un ser humano ... Es realmente mi hogar". A la derecha: Harrison, de 25 años, posa para una fotografía en su casa en 2015.
Con el tiempo, sin embargo, se dio cuenta de que él seguía siendo la misma persona y su relación nunca cambió. "Sigue siendo mi bebé, sigue siendo la luz de una habitación".
"Sabía que esto era lo que él quería hacer y sabía que lo haría mucho más feliz, y ha sido mucho más", dice Jasa, la hermana mayor de Harrison. "Estoy muy orgullosa de él, y del hombre en que se ha convertido".
Harrison, de 28 años, y Sandra se abrazan en su hogar en 2018.
Harrison y su novia Sandra Manzoni, de 29 años, mesera y acróbata aérea que conoció hace dos años, recientemente compraron una casa en St. Louis.
Harrison contó lo nervioso que estaba cuando invitó a Manzoni a salir, diciéndole a un amigo que no podía respirar cuando la tenía cerca. Ahora, un año después de su compromiso, Harrison dice en tono de broma "aprendí a respirar con ella en casa".
Harrison, de 26 años, conversa con sus amigos Mackenzie y Elle, en el departamento de ella.
El grupo de amigos cercanos de Harrison apenas se sorprendió por su decisión de hacer la transición. Percibían señales en cosas que él decía o hacía y, en cierto modo, lo veían venir.
"Cuando se asumió como trans, nos miramos y dijimos 'Wow!'", dijo George Caputa, uno de sus amigos más cercanos que ahora vive en Alemania.
"Cuando realmente amas y apoyas a alguien que es trans, su identidad de género tiene poco que ver con lo que amas de ellos".
A la izquierda, George le da una inyección de testosterona a Harrison, de 22 años. "George y yo somos amigos desde hace 12 años, nunca me sentí expuesto frente a él… Somos una familia por elección y siempre lo hemos sido".
A la derecha, Harrison, de 21 años, posa para una fotografía mientras mira por la ventana en 2011.
Cuando Harrison comenzó su terapia hormonal, sus amigos estuvieron con él durante los primeros meses de inyecciones, para acompañarlo y ayudarlo a sentirse cómodo con el proceso.
"Pasar tiempo con un grupo de personas tan hermoso y sentir el amor que comparten es increíblemente estimulante", dijo Swaty.
Harrison, de 27 años, se inyecta testosterona en su habitación en 2017. "Cuando empecé, fue doloroso y aterrador porque nunca me han gustado las agujas ni las inyecciones, pero uno se acostumbra. Es mi vida cotidiana ahora".
Pero Harrison también ha enfrentado muchos desafíos.
"Cuando empecé la transición por primera vez, no pude encontrar trabajo", recuerda. "Cada vez que intentaba explicarle a un entrevistador que mi nombre muerto (el nombre antes de la transición) no era el que usaba, simplemente se confundían y no me contrataban".
Finalmente, Harrison encontró un lugar como barman, donde –dice- puede expresarse y finalmente ser apreciado.
La salud también estaba entre sus mayores preocupaciones. Con poca cobertura, obtener acceso a la testosterona a un precio asequible era a menudo difícil y terminó pagando buena parte de su bolsillo. Tuvo que desembolsar aproximadamente 110 dólares (75 mil pesos chilenos) cada mes durante siete años, más de 9.000 dólares (más de 6 millones de pesos) en total.
Harriuson, de 28 años, sirve un trago en el bar en que trabaja, Planter's House, en 2017.
La falta de cobertura de salud sigue siendo una gran preocupación para Harrison, quien está a cargo de un bar en St. Louis, y un gran obstáculo para que se realice una cirugía mayor, un procedimiento que incluye la extracción quirúrgica de los senos y reconstrucción del tórax, lo que puede costar varios miles de dólares.
Alentado por amigos y ansioso por acabar con el dolor físico causado por años de uso de una venda apretada alrededor de su pecho, Harrison recientemente inició una campaña "GoFundMe.com" para recaudar dinero para su cirugía.
"Siempre sentí que la cirugía estaba fuera de mi alcance debido al precio, razón por la cual me tardé 7 años preguntar", escribió en la página web. "Así que este es mi viaje hoy, por favor, ayúdame a sentirme mejor, no solo por mi dolor, sino por mi autoestima".
Harrison, de 27 años, y Sandra juguetean en la terraza de su casa en 2017.
Harrison, hasta ahora, ha recaudado 8.330 dólares superando su meta de 8.000.
A lo largo de estos siete años, Harrison pasó de ser la "niña bonita" en la escuela a convertirse en su verdadero yo, dejándose crecer una "hermosa barba roja" y acercándose finalmente a poder nadar en público.
"Esto está más allá de la suerte, el karma, las bendiciones o en lo que creas", dice. "Honestamente, nunca pensé que llegaría a este punto en mi vida".
*Reuters/ The Wider Image/ Fotos de Sara Swaty y textos de Maria Caspani.
Más fotografías de este fotorreportaje
Harrison, de 21 años, posa para una fotografía detrás de una cortinael día antes del cumpleaños en 2011.
Harrison, de 21 años, sonríe mientras Reeny prepara su inyección de testosterona un día antes de su cumpleaños, en 2011. Los amigos de Harrison lo ayudan con sus inyecciones: "Siempre le temí a las agujas, y no habría podido pagar las visitas al doctor cada vez que necesitara una inyección".
Harrison usa una faja a diario. "Las fajas aplanan tu pecho. Después de 7 años con una, tengo problemas en la espalda, hombros y problemas al esternón... Estoy evaluando una cirugía de pecho en la primavera".
Harrison, de 24 años, y Heaven posan para una fotografía en 2013.
Harrison de 25 años, se recorta la barba en 2015. "Dejarme crecer la barba fue una de las maneras que usé para que mis amigos se enteraran que había iniciado la transición. Ahora tengo una hermosa barba roja, de la que estoy muy orgulloso".
Harrison, de 25 años, toma desayuno con su gato en 2105.
Harrison, camina por su calle mientras atardece en 2016.
Harrison, de 26 años, se ata los cordones de sus zapatos en su hogar en 2016.