Como cada año, entre julio y agosto, la Tierra cruzó por un campo lleno de polvo, arena y pequeñas partículas dejadas por la órbita del cometa Swift-Tuttle -descubierto en 1862 y que gira en torno al sol una vez cada 133 años- que con el choque de la atmósfera terrestre se convierten en meteoros o estrellas fugaces.
Estos restos del cometa, entran en contacto con el planeta a unos 50 kilómetros por segundo. Al hacerlo se calienta por la fricción y lo que vimos fue su estado incandescente con una temperatura de hasta 5 mil grados Celsius, creando rastros luminosos de color verde o azul en el cielo.
Este año, la mayor intensidad del fenómeno se mostró las madrugadas del 11, 12 y 13 de este mes, donde se observaron hasta 100 meteoros por hora.
Fotógrafos y astrónomos aficionados captaron el fenómeno alrededor del mundo, dejando postales hermosas e increíbles, inmortalizando las esperadas perseidas 2019.