Elefantes con flores pintadas en el cuerpo regaban a la gente en el comienzo este jueves de la fiesta del agua en Tailandia, para disgusto de las asociaciones de defensa de los animales que lo consideran "una crueldad".
En la antigua capital tailandesa, Ayutthaya, una decena de elefantes con sus adiestradores a lomos regaron de agua a las personas congregadas para celebrar Songkran, la fiesta del agua, que marca el comienzo de la temporada de las lluvias.
Oficialmente la fiesta comienza el sábado, con el Año Nuevo budista.
En Ayutthaya, conocida por sus templos en ruinas, los turistas pueden pasear en elefantes, una actividad controvertida.
Las organizaciones de defensa de los derechos de los animales afirman que estos mamíferos suelen ser víctimas de abusos cotidianos y que su docilidad es el resultado de ritos brutales.
Pintar el cuerpo de los elefantes o hacerlos bailar como se hace en Ayutthaya es una "crueldad", denuncia Tom Taylor, de Wildlife Friend Foundation Thailand, una ONG que salva a elefantes domésticos para intentar reintroducirlos en la naturaleza.
"Obligar a los elefantes a tener comportamientos que no son propios de ellos se consigue mediante el miedo y el uso de ganchos metálicos" para pegarles, añade.
Usar las trompas como regaderas "es como juegan los elefantes de forma natural", replica Laithongren Meepan, propietario de Ayutthaya Elephant Camp.
El elefante salvaje es el animal nacional de Tailandia. Vive en algunas partes del país, pero su número bajó, pasando de más de 100.000 en 1850 a unos 2.700 en la actualidad.
A causa de la deforestación que les priva de hábitat, los animales se fueron acercando a las personas durante las últimas décadas y la cohabitación con los lugareños y los agricultores es complicada.