AFP

Agachado cerca de un cobertizo de madera en su jardín nevado, Prokopi Novogovitsin levanta una lona y saca una vértebra del tamaño de un plato. Es parte del esqueleto de un mamut, un animal que causa furor en Siberia por el marfil de sus colmillos.

"Unos amigos lo encontraron en el norte. Querían venderlo pero le faltan los colmillos, así que nadie lo quiso", explica Novogovitsin, habitante de la región rusa de República de Sajá, en la Siberia oriental.

En esta región rusa de tres millones de kilómetros cuadrados y ribereña del océano Ártico, el permafrost hace las veces de un enorme congelador que conserva los animales prehistóricos, especialmente los mamuts.

De las 72 toneladas de colmillos de mamuts exportadas por Rusia en 2017, 80% fueron a China. 

Según las autoridades, en la República de Sajá yacen 500.000 toneladas de colmillos de mamuts, bautizadas "el marfil de los hielos". Son un vestigio del Pleistoceno, un periodo que duró unos 2,5 millones de años y terminó hace 11.000 años y durante el cual miles de mamuts vivían en las estepas de Rusia.

Los cazadores y pescadores locales recopilaron durante años estos huesos en las corrientes de agua o cerca de las costas, pero sus precios se dispararon en la última década, lo que motivó la llegada de buscadores de fortuna.

Esto generó una nueva fuente de ingresos, pues el marfil de mamut de buena calidad se negocia a casi 900 euros (1.000 dólares) el kilo en la región. Al mismo tiempo, permitió un aumento de los descubrimientos paleontológicos.

Los cazadores de colmillos pueden obtener licencias, pero el comercio aún no está completamente regulado y algunos de ellos se quejan de la presión de las autoridades.

 "¡Devuelva el marfil al pueblo!" 

"Hay una fiebre por los mamuts en este momento", afirma a la AFP un cazador de marfil que trabaja de forma legal desde hace más de 10 años pero desea mantener el anonimato.

El Parlamento ruso intenta aprobar desde hace cinco años una ley que delimite totalmente este comercio. 

El año pasado, varios buscadores de marfil se manifestaron en Yakutsk, la capital de la región, contra la confiscación de sus hallazgos por las autoridades. Algunos carteles rezaban: ¡Putin, devuelva el marfil al pueblo!".

Según el diputado regional Vladimir Prokopiev, mientras no se promulgue una ley, la situación estará en punto muerto.

Prokopiev recuerda que 90% de los buscadores encuentran marfil simplemente recogiéndolo del suelo y considera que debería prohibirse el uso de chorros de agua para cavar túneles en las márgenes de los ríos o a lo largo de los relieves, ya que esa práctica es perjudicial para el permafrost.

 "Oligarcas del marfil" 

Los coleccionistas de marfil están especialmente preocupados por un documental emitido recientemente en la cadena pública Rossia-24, que los acusaba de llevar a cabo un comercio "criminal" sobre el que las autoridades locales cerrarían los ojos.

Según Vadimir Porkopiev, el reportaje lo ordenaron los "oligarcas del marfil", mayoristas que solían garantizar la intermediación con los buscadores locales hasta que los chinos fueron a negociar directamente a la República de Sajá.

 

Sin embargo, Valeri Plotnikov, un paleontólogo de la Academia de Ciencias de la República de Sajá, considera que esta fiebre por los mamuts da pie a estudiar nuevos especímenes, como un león de las cavernas hallado el pasado verano boreal.

"Tenemos una simbiosis con los buscadores oficiales de marfil", afirma el científico, que explica que los buscadores de marfil les proporcionan valiosos especímenes de forma gratuita, pero siguen siendo sus propietarios y reciben una contrapartida económica cuando son expuestos en el extranjero.

Su laboratorio también recibe marfil confiscado a los buscadores que trabajan ilegalmente o en zonas protegidas. 

Aisen Nikolaiev, gobernador de la República de Sajá, espera que en 2019 se adopte una ley que regule esta materia, aunque reconoce que "hay cierta resistencia".

Sin una ley nacional que clasifique el marfil de mamut como un recurso natural especial, su comercio permanecerá en "una zona gris".

Algunos habitantes, como Prokopi Novogovitsin, subrayan por su parte que la venta de colmillos de mamuts permite limitar la caza de elefantes. "Nuestros esqueletos muertos salvan elefantes vivos".

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