"Sé que no es muy presentable y un poco de vergüenza sentía, pero no era la primera vez que lo hacía". Así relata su historia Carlos Duarte al diario El Clarín, el joven argentino de 21 años que recorrió a pie el centro de Córdoba en busca de trabajo.
Pero su caso no es aislado ni diferente a los jóvenes que tratan de insertarse en el mundo laboral argentino. Lo que sí se volvió viral, fue el método que utilizó y cómo se volvió conocido. En una de sus tantas paradas para entregar su CV, Duarte conoció a Eugenia López, secretaria de una de las empresas a las que llegó a presentarse por si necesitaban gente.
Y fue ella quien vio que el muchacho no tenía dinero ni para imprimir su carta de presentación, entregándole el currículum escrito a mano. Lo recibió, lo puso dentro de futuros candidatos, y además lo publicó en su cuenta de Facebook. Siendo esta plataforma fundamental para que la búsqueda terminara en éxito.
"Es muy amargante no poder tener algo de plata en el bolsillo. Es muy frustrante ver que tus amigos salen y uno no puede ni siquiera pagarse una gaseosa", relata el joven que vive en casa de su tía, y que gracias a su abuela pudo salir a buscar "laburo", como dice él, ya que le dio algunos pesos argentinos para tomar locomoción.
Luego de que la publicación se compartiera miles de veces, por fin hubo un llamado que le ofrecía trabajo. Un vidriería será su nuevo puesto laboral en el que ganará $16.000 argentinos, cerca de $286.000 chilenos, teniendo turnos rotativos y una jornada laboral de ocho horas.
Carlos Duarte menciona que ya sueña con su "primer sueldo y lo que voy a hacer: le prepararé un asado a mi gente querida y le haré un regalo especial a Eugenia, que es mi angelito".
Joven que se muestra agredecido de esta nueva oportunidad. "No le puedo pedir más a la vida. Haber conseguido un trabajo fijo, en blanco, con horarios y un sueldo era lo que anhelaba", relata, agregando que no quiere "planes sociales, subsidios, yo quiero arremangarme y laburar. Nunca perdí la fe".
Camino que finalizó con las redes sociales como protagonistas, pero que no olvida a las personas que hicieron posible esto. "Tengo en cuenta que tres mujeres me salvaron: mi tía, mi abuela y ese angelito que escuchó mi necesidad y urgencia", cierra su relato un emocionado Carlos Duarte.