Una revisión de análisis de sangre, en 3.5 millones de personas, ha mostrado que una gran cantidad de hormonas humanas tienen patrones estacionales claros, aunque estos cambios son de pequeña magnitud.
El estudio, publicado en la revista PNAS, estableció que las hormonas de la glándula pituitaria, que ayudan a controlar la reproducción, el metabolismo, el estrés y la lactancia, alcanzaron su punto máximo a finales del verano.
En cambio, se estableció que la testosterona, el estradiol y la progesterona, por ejemplo, alcanzaron su apogeo a fines del invierno o la primavera.
Los hallazgos, realizados por Instituto Salk de Estudios Biológicos de San Diego, en Estados Unidos, proporcionan la evidencia más sólida hasta la fecha de que los humanos poseen un reloj estacional interno, que de alguna manera impacta nuestras hormonas de una manera que se alinea con las estaciones.
"Junto con una larga historia de estudios sobre un pico invierno-primavera en la función y el crecimiento humanos, la estacionalidad hormonal indica que, como otros animales, los seres humanos pueden tener una temporada alta fisiológica para funciones biológicas básicas", escriben los autores.
Los cambios estacionales son de pequeña magnitud, pero como señalan los autores, desde una perspectiva clínica, "incluso un pequeño efecto sistemático puede causar un diagnóstico erróneo si los rangos normales no se adaptan a las estaciones, con los costos asociados de pruebas y tratamientos adicionales".