Gary Kelly y Bruce Munro tuvieron suerte. En cura de desintoxicación, sobrevivieron a la epidemia que ha situado a Escocia a la cabeza de la Unión Europea en materia de tasa de muertes por sobredosis.
"Moriría si saliese demasiado pronto de aquí", explica a la AFP Gary, de 46 años, albañil y padre de dos niños, en la clínica de Glasgow financiada por las autoridades locales que trata su adicción al alcohol, la cocaína y los opioides.
Munro, de 45 años, padre también de dos niños, se convirtió en heroinómano mientras purgaba diez años de prisión por robo a mano armada. Sin techo cuando lo liberaron y dependiente de otras drogas, cuenta que varias veces estuvo a punto de sucumbir a una sobredosis y conoce una docena de personas que murieron por esa causa el año pasado.
"Habían tocado fondo, pidieron ayuda pero no llegó a tiempo", dice en el salón del centro de desintoxicación.
Tras años de austeridad y recortes en los presupuestos sociales, sumado a los bajos precios de los nuevos cócteles de droga, Munro piensa que lo peor aún no llegó: "Va a haber todavía muchos muertos", advierte de manera sombría.
Peor de Europa
Glasgow, la ciudad más grande de Escocia, es el epicentro de una crisis que el año pasado dejó en la región 1.187 muertos por motivos vinculados con la droga, en una nación de 5,4 millones de habitantes. Las cifras para Inglaterra y Gales publicadas este mes también baten récords.
En Escocia, que tiene una de las peores estadísticas en Europa, las muertes se más que duplicaron en cuatro años y rivalizan con las de Estados Unidos, donde el presidente Donal Trump declaró emergencia de salud pública a la crisis de los opioides.
La crisis escocesa saltó al escenario internacional en 1996 con la película "Trainspotting" de Danny Boyle, ambientada en Edimburgo. Más de 20 años después, los decesos por sobredosis están vinculados con esta "generación Trainspotting", que comenzó a consumir heroína en las décadas de 1980 y 1990.
"Están en tan mal estado de salud que si siguen consumiendo una buena parte terminará muriendo por eso", comenta David Brockett, un responsable de Phoenix Futures, la organización caritativa que administra la clínica.
"Cualquier cosa"
Según las estadísticas anuales publicadas en julio, la gran mayoría de los decesos se debieron al consumo de varias sustancias. La heroína y los opioides sintéticos como la metadona, la codeína y la oxicodona estuvieron presentes en el 86% de las muertes en 2018.
Las benzodiazepinas, apodadas "valium de la calle", o "benzos", vendidas a 15 peniques la pastilla, fueron halladas en dos tercios de los casos.
Esto sin contar la cocaína, que los consumidores de Glasgow se inyectan en pequeña cantidad para un efecto inmediato, agravando los riesgos de sobredosis mortal y jeringas contaminadas.
Las muertes vinculadas con la cocaína aumentaron 658% desde 2008, más que cualquier otra droga, en paralelo con la peor epidemia de sida en décadas, con 156 nuevos casos desde 2015.
Jim Thomson, un extoxicómano empleado por la ONG Simon Community Scotland, explica que los drogadictos mezclan metadona, heroína, benzos y cocaína.
"Consumen cualquier cosa para no sentir nada más", dice, mientras distribuye jeringas esterilizadas a drogadictos que mendigan.
Enfoque radical
La austeridad aplicada por los sucesivos gobiernos conservadores es a menudo criticada.
David Brockett destaca que el número de camas en los centros de desintoxicación cayó estos últimos años, mientras que el programa de seis meses de Phoenix Futures se redujo a 13 semanas ante la falta de dinero.
Aturdido por las últimas estadísticas, el gobierno escocés, que controla la salud y los servicios sociales, creó un grupo de trabajo para hallar soluciones.
Los responsables de Glasgow van a abrir un centro de tratamiento pionero en el que se administrará heroína de calidad médica bajo estricto control. "Este tipo de tratamiento valiente e innovador es indispensable para reducir el número de decesos", explica Mhairi Hunter, consejera a cargo de salud.
Otros quieren ir más lejos: "Es necesario despenalizar el uso de la droga", asegura Roseanne McLuskie, responsable en Addaction, una ONG que ayuda a unos 600 drogadictos en Glasgow en cuestiones que van del alojamiento hasta problemas de salud mental.
Para su colega Luise Stewart, "a veces tenemos la impresión de llevar adelante una batalla perdida de antemano. Pero hay tanta gente que sale adelante en Glasgow. Y por cada historia penosa, también hay una positiva".