Jorge Gallardo-Camacho, Universidad Camilo José Cela

Netflix es consciente de que solo tiene 90 segundos para conseguir que el usuario que accede a su plataforma empiece a reproducir un contenido. Si no lo logra en ese tiempo, es posible que la persona se ponga a hacer otra actividad, que vuelva a la televisión tradicional o que pruebe con otra plataforma de vídeo.

La compañía estadounidense lucha contra este nuevo zapeo digital y recurre a toda la información disponible que tiene sobre nosotros para intentar atraparnos. Recaba tanto los datos que aportamos durante el registro como el rastro que dejamos con nuestro consumo online o con nuestra navegación (lugar de conexión, dispositivo, hora, etc.). Todo influye.

¿Cuánto tardamos en elegir lo que nos gusta?

Netflix categoriza a cada espectador en función de su actividad. Recuerda sus preferencias para recomendarle contenidos vinculados a una determinada edad o sexo y a sus gustos audiovisuales (géneros y subgéneros, actores, etc.). Incluso tiene en cuenta si le interesan especialmente los contenidos LGTB.

Los usuarios dedican 1,8 segundos para decidir si un contenido le gusta o no. Por eso Netflix da una prioridad absoluta a la fotografía que ilustra sus series y películas. Ese fotograma, imagen u “obra de arte” como la denomina Netflix, influye más de un 80 % en la decisión final del espectador, según un estudio interno de la plataforma.

¡Qué importantes eran los carteles de cine de antes y qué importantes siguen siendo ahora! La diferencia llega con la personalización a través de algoritmos. Estos permiten elegir una fotografía para cada categorización de usuarios destacando lo que puede ser más relevante y atractivo para ellos.

La misma serie, tres fotos distintas

He hecho una prueba y he accedido con tres usuarios diferentes para ver qué imagen ofrece la serie Dinastía.

  • A un usuario gay joven que consume contenidos LGTB como la serie POSE, le aparece un fotograma de dos chicos besándose.

  • Al perfil de un joven heterosexual le aparece la imagen de una pareja heterosexual de su franja de edad.

  • Al perfil de un hombre adulto heterosexual le aparece la fotografía de una pareja heterosexual mayor.

Tres fotografías de la serie Dinastía para tres perfiles distintos de usuarios.

Netflix no oculta esta categorización y asegura que esta estrategia fomenta el consumo de sus productos. Cada vez se tienen en cuenta más factores a la hora de diseñar las imágenes que ilustran los contenidos: actores preferidos, país de consumo y otros elementos además de los gustos por un género u otro.

Personalización para captar adeptos

Todo esto se expone en profundidad en el libro Streaming Wars: la nueva televisión, de la experta Elena Neira.

Neira asegura que “los usuarios de Netflix, con todas sus horas de visionado, están contribuyendo a crear un mapa de preferencias audiovisuales, sobre las que después pueden crear patrones”. Y añade: “Por eso son importantes los etiquetadores o taggers cuyo trabajo es ver programas y asociar a ellos información relevante en forma de etiquetas, mientras los juicers vinculan a cada contenido los fotogramas o escenas relevantes”.

El big data ha llegado para quedarse y la personalización del empaquetado de los productos es clave para obtener el interés del espectador 2.0. Sorprendentemente, una sola imagen, sin movimiento, es la responsable de que nos decantemos por uno u otro contenido ante miles de horas de series y películas por elegir.

Jorge Gallardo-Camacho, Director del Grado en Comunicación. Profesor e investigador, Universidad Camilo José Cela

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 

 

Publicidad