El nombre definitivo era el último de la lista, el libro contenía frases en latín que pocos lectores entendieron, se trataba de un policial pero ubicado en el Medioevo y salpicado de referencias teológicas, el autor nunca había escrito ficción sino extensos textos teóricos sobre Filosofía, Semiótica y Comunicación.

Y a pesar de eso, o justamente por eso, se convirtió en uno de los libros más leídos de la segunda mitad del siglo XX.

El mismo Umberto Eco en entrevistas posteriores, quizás abrumado por las ventas masivas de su primera historia y las interminables críticas y análisis literarios que había generado, decía que prefería no preguntarse por las razones de su éxito.

Pero éxito es una palabra que no logra describir al fenómeno: se estima que el libro ha vendido más de 50 millones de ejemplares hasta la actualidad.

La novela, ambientada en el siglo XIV en una abadía católica ubicada en los Apeninos, fue publicada en 1980. Para comienzos de 1981 se habían vendido 300.000 ejemplares y el texto había obtenido su primer premio: el Strega.

Sus nombres opcionales iban a ser "La abadía del delito" o "Adso de Melk" (el joven aspirante a monje y narrador de la historia), pero quienes leyeron la lista de potenciales títulos se inclinaron por el que finalmente sería el definitivo.

Adso de Melk es un novicio benedictino que acompaña a su maestro, el monje franciscano William de Baskerbille, en su búsqueda del responsable de una serie de muertes misteriosas que esconden –y revelan- la presencia de un libro prohibido.

Libro prohibido

Los lectores y estudiosos se lanzaron desde un inicio a descifrar los códigos intertextuales presentes en la obra, no siempre con éxito.

El nombre William de Baskerbille ha sido atribuido a William de Ockham, quien vivió en la misma época en la que transcurre el libro y fue el autor de la idea de que se debe aceptar siempre la explicación más simple que abarque todos los hechos.

Este tipo de razonamiento deductivo utilizado por el protagonista de la obra de Eco para desentrañar al culpable fue también promovido por otro personaje literario,Sherlock Holmes.

Justamente, una de las novelas del famoso detective creado por Arthur Connan Doyle se llama "El mastín de los Baskerbille", de donde provendría el apellido del monje franciscano.

Eco reconoció luego otra referencia fundamental de su libro, el bibliotecario ciego se llama Burgos, debido a la admiración del escritor italiano por el autor argentinoJorge Luis Borges, quien quedó ciego de adulto y era fanático de las bibliotecas y de los laberintos, que pueblan también "El nombre de la Rosa".

Pero no todos los "detectives lectores" acertaron en sus inquisiciones.

Un cuarto de siglo después de publicada la obra, Eco le decía al periodista del diario Clarín Antonio Gnoli que aquellos quienes "en la 'rosa' encontraron una referencia al verso de Shakespeare "a rose by any other name" (una rosa con cualquier nombre), se equivocan".

"Mi cita significa que las cosas dejan de existir y quedan solamente las palabras. Shakespeare dice exactamente lo opuesto: las palabras no cuentan para nada, la rosa sería una rosa con cualquier nombre".

Pero esta clase de curiosidad generada a nivel mundial y los deseos de decodificar los secretos del libro fueron fundamentales en el éxito de la obra, aunque un poco cansinos para el autor.

No más preguntas

La novela está ambientada en una abadía de los Apeninos en siglo XIV.

Cinco años después de publicado su libro Eco escribió "Apostillas a 'El nombre de la rosa'" en donde comenta cómo y por qué escribió su novela, pero no revela los misterios de la trama.

En diálogo con Radio El País, Eco respondió que había redactado el nuevo texto porque estaba harto de todas las preguntas que le planteaban desde todo el mundo sobre su gran éxito literario.

"He escrito Apostillas para evitar tener que morir, para evitar tener que contestar a nuevas preguntas", dijo en su momento el escritor italiano al medio español.

Un año después la historia llegó al cine con Sean Connery interpretando a William y un adolescente Christian Slater en el papel de Adso. El director fue Jean-Jaques Annaud.

Ninguno de los otros libros de ficción de Eco –desde "El péndulo de Foucault" (1988) hasta "Número cero" (2015)- logró el mismo éxito ni la misma repercusión que su primera obra.

Cuando en 2005 el periodista Antonio Gnoli le preguntó si no era una suerte de condena que hiciera lo que hiciese, siempre volverían a preguntarle por "El nombre de la Rosa", Eco aceptó que sí, pero añadió:

"También es una ley de la sociología del gusto, o mejor dicho, de la sociología de la fama. Si uno se hace famoso por haber matado a Billy de Kid, cualquier cosa que haga después —desde llegar a ser presidente de Estados Unidos, hasta descubrir la penicilina— a los ojos de la gente seguirá siendo siempre 'el que mató a Billy de Kid'".

Publicidad