Al caminar en pleno verano por las playas del norte de Sydney, en los densos y húmedos arbustos se siente el zumbido de las cigarras, los chillidos de los pericos y el olor a parrilla que te hace agua la boca.

Escondida, sin embargo, en la maleza se encuentra una diminuta criatura que está obligando a algunos impenitentes carnívoros a dejar las salchichas, filetes y pasteles de carne.

Se trata de la Ixodes holocyclus, conocida comúnmente como la garrapata australiana de la parálisis.

Su picada puede ocasionar una peligrosa reacción alérgica, conocida como anafilaxia, con efectos que incluyen obstrucción de las vías respiratorias, descenso en la presión arterial e, incluso, la muerte.

La garrapata de la parálisis se ganó su nombre y reputación por los efectos, muchas veces fatales, que su picadura ocasiona en las mascotas domésticas.

En los humanos no suele producir mayores problemas, pero en algunos la combinación de las proteínas de la garrapata y una proteína mamífera -inyectadas en la saliva del ácaro cuando pica para alimentarse de sangre- puede desencadenar una potencialmente letal alergia a la carne.

Casos similares se han estado registrando en la costa este de Australia, en partes de EE.UU. y Europa.

Sin embargo, Sydney es el foco principal de la extraña afección con más de 800 personas alrededor de las playas del norte padeciéndola.

Rompecabezas armado

La historia del Ixodes holocyclus y la alergia a las carnes de mamífero parece una gran novela policíaca científica.

Australia tiene tradición de gran consumo de carne roja. Para los afectados, no poderla comer puede ser una verdadera tragedia.

Incluso la principal protagonista, Sheryl van Nunen, especialista en alergias de Sydney, dice que se lee como un guión de cine.

Van Nunen vio al primer paciente con la reacción hace dos décadas. Fue un hecho aislado y solo reseñable porque la alergia a la carne de mamíferos es, en sí misma, extremadamente rara.

Pero luego, en los primeros años del siglo, otros casos comenzaron a reportarse en su consulta en el Royal North Shore Hospital.

Y todas las personas contaban la misma historia.

"Luego de comer se habían despertado en la madrugada con una terrible anafilaxia o tuvieron una reacción anafiláctica media hora después de comer sin saber de qué se trataba", señala van Nunen.

Ya fuese carne de res, cordero, canguro, venado o, incluso búfalo, la reacción era la misma.

Y algo se repetía: cada paciente había tenido en algún momento una reacción local inusualmente grande a una picadura de garrapata, con una dura hinchazón de 10-15 cm en diámetro, rodeada de una erupción roja aún mayor.

Luego, en los años siguientes, llegaron lo que van Nunen describe como una avalancha de casos de las playas del norte de Sydney, todos reportando reacciones alérgicas como urticaria y malestar gastrointestinal, después de comer carne roja.

Los investigadores empezaron a notar que muchos casos provenían de las playas del norte de Sydney.

Y cada persona, en alguna etapa de su vida, había tenido una reacción extrema a una picadura de Ixodes holocyclus.

Las garrapatas son conocidas por su habilidad de desencadenar reacciones alérgicas potencialmente mortales a proteínas que se encuentran en su saliva.

Australia tiene una alta concentración de personas que sufren alergias a las picaduras de garrapatas algo que, en parte, se debe a las especialmente alargadas piezas bucales de la Ixodes holocyclus.

Sin embargo, la alergia a la carne era algo muy particular.

Garrapatas culpables

La respuesta al misterio llegó del otro lado del mundo.

Un grupo de doctores estadounidenses también se topó con un aumento inexplicable en severas reacciones alérgicas al usar un fármaco contra el cáncer colorrectal.

En 2007 reportaron que casi uno de cuatro pacientes en Tennessee y Carolina sufrieron la reacción al medicamento Cetuximab, en comparación con uno de cada 100 en el resto del país.

Después de una larga investigación, se encontró el responsable: la galactosa-alfa-1,3-galactosa o alfa-gal, un carbohidrato presente en todos los mamíferos excepto en los primates; lo que, por lo tanto, también excluye a los humanos.

En EE.UU. la garrapata estrella solitaria estaba causando un problema similar.

El Cetuximab se desarrolla usando una línea celular de mieloma de ratón que también contiene alfa-gal y era eso a lo que estaban reaccionando los pacientes.

Cuando los investigadores estadounidenses se enteraron de la alergia a la carne relacionada con la picadura de la garrapata australiana, otra pieza del rompecabezas cayó en su lugar.

Y es que esas regiones de EE.UU. tenían su propia sospechosa: laAmblyomma americanum o garrapata estrella solitaria.

Su distribución geográfica coincidía perfectamente con las reacciones al Cetuximab.

Origen comprobable

Lo que es fascinante de la historia es que se trata de la única situación en la que podemos rastrear el desencadenante de una alergia.

No sabemos por qué una persona desarrolla una alergia a los gatos, al maní o al huevo.

Solo sabemos que, en algún momento, alguna combinación de factores hizo que sus sistemas inmunitarios reaccionaran contra lo que, de otra forma, serían alérgenos benignos.

Sin embargo, con las garrapatas y la alergia a la carne de mamífero todo quedaba muy claro.

"Tenemos un factor desencadenante algo que cambia el sistema inmunológico  que es la garrapata", dice van Nunen.

Si se estruja la picadura, el ácaro inyecta más saliva a su víctima.

La siguiente pregunta para los investigadores es entender por qué eso puede sucederle a personas que solo son picadas una vez y otras, que han recibido picaduras toda la vida, no desarrollan la alergia.

Mientras tanto, no todo son malas noticias para los amantes de la carne que viven en una zona endémica de garrapatas o viajan allí.

Y es que la alergia a las garrapatas y la alergia a la carne de mamíferos son prevenibles.

En su trabajo van Nunen se ha dedicado a desarrollar materiales didácticos que incluyen formas de eliminar a las garrapatas para minimizar las posibilidades de que ocurra una reacción alérgica.

Su mantra es "congélela, no la estruje". Cuando uno aprieta la garrapata, ya sea con pinzas o raspándola, el ácaro inyecta más saliva y contenido estomacal en su picada, aumentando la posibilidad de una reacción.

Por eso, los expertos recomiendan aplicar un spray como los usados para tratar verrugas, que pueden ser adquiridos en una farmacia. Al congelarla, la garrapata se muere instantáneamente y se caerá sin causar daño.

Van Nunen, quien se describe a sí misma como una "dedicada carnívora", también adopta un enfoque preventivo cuando se aventura hacia las playas del norte, usando ropa protectora y repelente de insectos.

Pero también tiene una reticente admiración por la garrapata hembra, responsable por tanto sufrimiento gastrointestinal.

"Pienso en la garrapata como otra madre", dice van Nunen.

"Aquí tienes una pequeña criatura que intenta hacer un gran trabajo, criando una familia y protegiéndola de los elementos y asegurándose de que encuentren su camino en la vida y, por casualidad, tiene esta realmente desagradable y adversa reacción para los humanos".

Publicidad