Bajo las aguas de la isla Mauricio, en el Océano Índico, se esconden fragmentos de un continente desaparecido hace 200 millones de años, según reveló un equipo de investigadores de la Universidad Wits, en Sudáfrica.

Estos restos hallados en el fondo del océano y también sobre la isla, afirman los científicos, se desprendieron del supercontinente Gondwana, cuando éste se desintegró para formar los continentes de África, India, Australia, Sudamérica y Antártica.

El hallazgo fue hecho a partir del descubrimiento en la superficie de Mauricio de un mineral denominado zircón de una antigüedad de 3.000 millones de años.

Esto sorprendió a los geólogos ya que Mauricio es una isla volcánica joven que no tiene más de 9 millones de años de antigüedad.

Fragmentación compleja

Se cree estos restos encontrados en el fondo del océano, que llevan el nombre colectivo de Mauritia, son un trozo de corteza del antiguo continente que más tarde quedó cubierto de lava por las erupciones volcánicas de la isla.

"El hecho de que hayamos encontrado zircones de esta edad demuestra que en Mauricio existen materiales de la corteza terrestre mucho más antiguos que solo pudieron originarse en un continente", explicó Lewis Anshwal, autor principal de la investigación.

La ruptura de Gondwana, señala, no fue un simple proceso por el cual se partió en dos, sino que fue más bien una fragmentación compleja que dejó trozos de corteza continental de diferentes tamaños "a la deriva dentro de la cuenca del Océano Índico en evolución".

No hubo contaminación

No obstante, no es la primera vez que se encuentran circones de una edad similar en las playas de Mauricio.

Un estudio de 2013 halló restos de este mineral en la isla, pero recibió numerosas críticas que apuntaban a que podría haber aparecido allí por otras razones (arrastrado por el viento, o por contaminación).

Sin embargo Ashwal señaló que las rocas solo podrían haberse originado a partir de una erupción volcánica.

Tras un meticuloso análisis para evitar la contaminación cruzada con otras rocas, el investigador concluyó que los zircones "no pudieron haberse introducido en las rocas por el viento, las olas ni tampoco pudo haber sido transportado por aves, o en las ruedas de los autos o en los zapatos de la gente".

El descubrimiento arroja nueva luz sobre los mecanismos a los que están sometidas las placas tectónicas.

El resultado de la investigación fue publicado en la revista especializada Nature Communications.

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