Edulcorantes como el aspartamo y el acesulfamo K están más presentes que el azúcar industrial en las listas de ingredientes alimentarios. ¿Para bien? Los científicos están divididos: no hay suficientes estudios.

Mermelada, limonada e incluso chicle sin azúcar. Esta es la palabra favorita de la industria del sector alimenticio. Durante décadas, el azúcar ha sido la reina del sabor; ahora se disputa el trono con los edulcorantes.

Si mira de cerca una limonada sin azúcar, podrá comprobar que el azúcar pura no se halla en la lista de ingredientes, sino en forma de edulcorante. Por ejemplo, E950, E951 o E954. La combinación de estas letras y cifras oculta compuestos sintéticos como el acesulfamo K, el aspartamo y la sucralosa.

500 veces más dulce que el azúcar

Los edulcorantes pertenecen a la categoría de aditivos alimentarios. ¿Por qué son tan populares? Es fácil de explicar. Prácticamente no tienen calorías y su poder edulcorante es muchas veces mayor que el azúcar de mesa, por lo que solo se necesitan unos pocos miligramos para endulzar alimentos. Por ejemplo, el aspartamo es 200 veces más dulce que el azúcar de mesa y la sucralosa, incluso 500 veces más. La industria alimentaria promete el placer de disfrutar de pasteles, bebidas ligeras y dulces, prácticamente sin calorías y, en consecuencia, sin cargo de conciencia.

Estudios no muestran resultados contundentes

La crítica más persistente fue, por mucho tiempo, que los edulcorantes son cancerígenos, sobre todo, el ciclamato. En un estudio con ratas, publicado en 1980, los animales fueron alimentados con una alta dosis de ciclamato. Algunos sufrieron cáncer de vejiga. Sin embargo, los resultados no fueron transferibles a los humanos, porque los edulcorantes generalmente no se consumen en cantidades tan grandes como en el experimento.

Además, se ha puesto en duda si los edulcorantes tienen un efecto negativo sobre la flora intestinal. Un experimento realizado por investigadores israelíes con ratones, en 2014, mostró que, después del consumo regular de sacarina y sucralosa, los animales tenían una flora intestinal alterada y problemas con el metabolismo de la glucosa.

"Creo que es probable que haya un cambio en la flora intestinal por el consumo de edulcorantes, porque los endulzantes pueden afectar a los receptores del sabor dulce en el intestino", opina el médico Stefan Kabisch, del Instituto Alemán de Nutrición, en Potsdam. Pero los resultados de esta investigación no son aún tan claros como para extraer conclusiones contundentes.

Muy pocos edulcorantes probados en experimentos

Sin embargo, Kabisch ve un problema básico en muchos estudios. "A menudo, solo se prueban dos o tres edulcorantes, pero hay tantos con diferentes composiciones químicas, que los resultados no pueden generalizarse", dice. Para obtener resultados realmente significativos, hay que hacer experimentos con cada uno de los edulcorantes autorizados en un país o una región.

Otro riesgo potencial en el consumo de edulcorantes es, según el médico, la percepción del gusto de los niños. Porque a una edad temprana, el cerebro aún tiene que aprender a relacionar el sabor dulce con el hecho de que el cuerpo reciba alimentos ricos en calorías. "Los edulcorantes desencadenan una disonancia en el cerebro, tiene lugar la agradable sensación de sabor dulce, pero faltan calorías y la sensación de hambre vuelve con más rapidez", dice Kabisch.

Los edulcorantes engañan al cerebro

Esto es exactamente lo que algunos investigadores critican duramente. Entre ellos, se encuentra el diabetólogo e internista Achim Peters, quien desarrolló la "Teoría del cerebro egoísta". En resumen: el cerebro cubre casi todas sus necesidades de energía con glucosa. Si hay muy poca, recurre a una estrategia. El apetito y la ingesta de alimentos aumentan. Esto incluso puede conducir a la obesidad.

A través de su investigación, Peters descubrió que los edulcorantes engañan al cerebro y dañan el metabolismo saludable. Por ejemplo, si se come una magdalena endulzada con edulcorante, ese estímulo tan dulce indica que aumentan los alimentos ricos en calorías, pero el cerebro y el cuerpo esperan por ellos en vano. De esta manera, el cerebro es cada vez menos capaz de evaluar si puede contar con una ingesta de energía o no. Esta incertidumbre causa una reacción fisiológica: la ingesta excesiva de alimentos.

Un estudio llevado a cabo con ratas en Francia, publicado en 2007, muestra otro posible efecto negativo: los edulcorantes pueden ser tan adictivos como el azúcar común. En este estudio en particular, los efectos adictivos del estimulante dulce fueron más fuertes que los de drogas como la cocaína.

Edulcorantes en la mira de la UE

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (Efsa) aborda ahora nuevamente el asunto de los edulcorantes sin calorías. Todos los autorizados en la UE antes de 2009 volverán a evaluarse. Esto incluye estudios recientes sobre los efectos de estas sustancias en la salud, qué tan altos son los niveles de edulcorantes en los alimentos y en qué medida los ciudadanos de la UE los consumen. Los resultados se esperan para fines de 2020.

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