Hace poco una "Luna roja" le puso un toque de color a la noche en buena parte del mundo. Pero son muchas más las travesuras que la luz del Sol, combinada con las condiciones atmosféricas apropiadas, puede hacer en los cielos.
BBC Earth reunió 10 de ellas.
El fuego de San Telmo
Antiguamente, era frecuente que los marineros en altamar vieran un resplandor azulado que parecía dispararse desde las puntas de los mástiles de los barcos, durante las noches.
La luz no quemaba. Los marineros la tomaban como un buen presagio y la llamaban el "fuego de San Telmo".
El científico atmosférico Steve Ackerman, de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos, quedó fascinado por el fuego de San Telmo desde que su hermano se topó con este fenómeno.
El hermano de Ackerman estaba trabajando en unas tuberías de cobre en su sótano, durante una tormenta, cuando un resplandor azul apareció sobre ellas.
Las nubes de una tormenta crean un fuerte campo eléctrico, que puede intensificarse ante objetos puntiagudos, como tuberías de metal o mástiles.
El campo eléctrico puede convertir las moléculas de aire en partículas con carga eléctrica o "plasma", que emiten una luz resplandeciente.
Un resplandor similar puede crearse en un laboratorio. Pero Ackerman prefiere ver el fuego de San Telmo de manera natural. "Todavía no lo he visto, pero seguiré buscándolo".
Luces fantasma
Los fuegos fatuos o luces fantasmas son una tenue luz que ha sido vista por siglos, pero cada vez menos en años recientes.
Nunca han sido creados en el laboratorio.
Suele describirse como una luz parpadeante, que nace cerca al suelo, generalmente en zonas pantanosas, y que desaparece en un par de minutos.
ALuigi Garlaschelli, de la Universidad de Pavía, en el norte de Italia, le gustaría estudiar la luz fantasma. "Pero el riesgo es que estemos buscando algo que ni siquiera exista", advierte.
Si la luz fantasma fuera real, podría provenir de la combustión de gases del pantano, como el metano.
Pero los testimonios sobre la luz fantasma podrían ser ficticios, o podría tratarse del simple reflejo de la Luna u otras luces que malinterpretaron quienes las vieron.
Luces de terremoto
"Al encontrarse en medio de luces de terremoto, podrías verte en medio de una bola de luz, o podría electrizársetele el cabello o te podrías con un halo, como un santo. Podría ser una sensación curiosa, pero sin ninguna consecuencia", dice Friedemann Freund, del Instituto SETI de la Nasa, en Mountain View, California.
Las luces de terremoto son una descarga de plasma que ocurre cuando una roca está bajo tensión y acumula carga eléctrica, explica Freund. "Como cuando frotamos dos rocas de manera rápida".
Las luces de terremoto brotan del suelo en diferentes formas y colores y pueden extenderse a lo largo de unos cuantos kilómetros.
Se elevan de 200 a 300 metros en el cielo nocturno, una tras otra, en fracciones de segundos.
En años recientes, la abundancia de cámaras de seguridad ha permitido grabar luces de terremoto.
"Algunos de los mejores registros están en Perú", asegura Freund.
Relámpagos esféricos
El 2012, unos investigadores estaba midiendo unos relámpagos ordinarios en China. De repente, vieron una bola de luz de unos cinco metros de diámetro.
Se volvió roja por unos segundos y desapareció. Este fue el primer relámpago esférico en ser estudiado.
Los investigadores descubrieron que se origina cuando los relámpagos evaporan ciertos minerales del suelo.
Algunos de estos contienen compuestos de silicio, que bajo condiciones extremas forman filamentos de silicio.
Estos filamentos arden con el oxígeno del aire y crean el resplandor que los investigadores midieron.
Sol con destello verde
Segundos antes de que caiga el Sol, su luz puede tornarse verde a causa de un espejismo.
La atmósfera divide la luz blanca del Sol en cada uno de sus colores, como un prisma.
Esta refleja el rojo más que otros colores, por lo que parece que el rojo atravesara primero el horizonte, seguido de naranja, amarillo y verde.
Para ver los últimos rayos verdes, debe haber un espejismo que haga que el Sol se vea más grande, ondeante y líquido.
Los horizontes marinos producen los mejores espejismos para los destellos verdes.
Relámpagos ascendentes
Con unas cámaras en la parte más alta del Empire State, en Nueva York, Karl McEachron, de la General Electric, grabó algo extraño en 1935.
Los relámpagos no viajaban de las nubes al suelo, sino de los edificios a las nubes.
Se sabe que un relámpago de cada mil cae hacia arriba. Pero se ignora la causa.
La investigación del fotógrafo de tormentas Tom Warner, de la Escuela de Minas y Tecnología de Dakota del Sur, Estados Unidos, muestra que hay dos tipos de relámpagos ascendentes.
Ambos necesitan una estructura alta, un rascacielos o una turbina (molino) de viento, para producirse.
El primero requiere un relámpago ordinario, de una nube al suelo, que origine un canal de regreso a la nube.
El segundo puede viajar hacia arriba espontáneamente.
Warner estudia estos fenómenos desde el 2004. Para fotografiarlos, ha piloteado un avión blindado dentro de las tormentas.
"Es increíble", dice Warner. "Pero he confirmado que una tormenta no el mejor ambiente para los aviones".
Espectros rojos
Por encima de las tormentas, uno puede encontrar repentinos resplandores rojizos extendiéndose por cientos de kilómetros y que lucen como los tentáculos de una medusa.
Estos fenómenos se conocen como "espectros rojos".
Estos resplandores consumen un número grande de electrones de las nubes de tormenta. Se necesita una corriente lenta para crear uno de estos espectros, y éstas solo pueden formarse en sistemas grandes de tormenta, de más de 100 kilómetros de diámetro.
"Una tormenta cada mil produce un espectro rojo", detalla Martin Fullekrug, de la Universidad de Bath, en el Reino Unido.
Elfos
El término "Elves" (elfos) es un acrónimo en inglés elegido para acompañar a los primos de los espectros rojos: los "duendes". Significa "Emisiones de Luz y Perturbaciones de Muy Baja Frecuencia debido a Fuentes de Pulso Electromagnético".
Los "elfos" aparecen a unos 100 kilómetros del suelo.
"Son anillos de luz", describe Fullekrug. "Se ven como una dona y se extienden hasta 1.000 kilómetros".
Los "elfos" duran menos de un milisegundo. Pero ocurren más frecuentemente que los "duendes". Cerca de 1 de cada 100 relámpagos los producen.
La descarga eléctrica que da lugar a un "elfo" debe ser fuerte. Pero este puede originarse tanto en tormentas pequeñas como grandes.
La mayoría de "elfos" son blancos, por su intensidad. "Pero es difícil captar un 'elfo'. No he visto uno, pese a que he buscado bastante", lamenta Fullekrug.
Chorros azules
Los chorros azules son difíciles de estudiar, ya que la atmósfera es muy buena dispersando la luz azul.
"No sabemos cómo se forma un chorro azul", dice Fullekrug. "Cuando las tormentas ascienden por encima de altitudes normales, puede generarse uno, pero no sabemos a ciencia cierta".
Hay otro fenómeno llamado "chorro gigante", que parece ser un híbrido entre un chorro azul y un "duende". Son chorros de luz más anchos, en forma de cuña y más fáciles de ver, ya que pueden durar entre 10 a 100 milisegundos.
"Hay ejemplos de chorros gigantes en África", comenta Fullekrug. "Pero son raros. Uno de diez o cien 'duendes' se mezcla con un chorro azul para formar un chorro gigante".
Las auroras
Las formas verdes, azules y rojas de las auroras, sobre los polos de la Tierra, son un mapa de eventos que ocurren a kilómetros de distancia.
Las partículas del viento solar se encuentran con el campo magnético de la Tierra, resbalan hacia los polos e interactúan con gases de la atmósfera.
El viento solar puede dar a las moléculas de aire energía suficiente para que liberen electrones y resplandezcan en una gama de colores.
"Hay auroras que parecen arcos, ondas, cualquier tipo de forma visible. Uno puede imaginarse este fenómeno como una hoja agitándose en el viento, que pierde la armonía y desencadena este evento", dice Charles Swenson, de la Universidad Estatal de Utah, en Logan, Estados Unidos.
La Tierra no es el único planeta con auroras. Solo se necesita viento solar y un planeta con gases y campo magnético, según Swenson. Júpiter y Saturno tienen auroras únicas.
Las auroras también tienen un componente invisible: las corrientes eléctricas.
Este año, Swenson lanzó un cohete hacia el interior de una aurora, para medirlas.
"¿Las partes invisibles de la aurora se mueven tan rápido como las partes visibles?", pregunta. "Pensamos que la respuesta será sí".