Imagínense a la pobre Madame Darget cuando su esposo se le acercó al sofá, donde intentaba descansar, con una caja de placas fotográficas en la mano.

"Apagaré la lámpara e intentaré tomar una impresión de fluidos sobre mi frente", le dijo Louis Darget, a la sazón un excomandante del ejército francés. "Te entregaré una placa para que lo hagas también".

Obedientemente, madame Darget sostuvo la placa a unos tres centímetros de su rostro, como le había indicado su esposo y, en la oscuridad, sintió que se le cerraban los párpados.

De pronto se despertó sobresaltada, sintiendo la presión de la fría y lisa placa sobre la cara.

Al día siguiente el comandante Darget irrumpió en la habitación de su esposa, mostrándole la fotografía revelada.

Debajo del mal definido y desenfocado manchón sobre el papel, su esposo había garabateado en su florida caligrafía: Photographie du reve. L'Aigle ("Fotografía de un sueño. El Águila").

Fue una de las imágenes que convenció al comandante Darget de que había logrado capturar una fotografía de pensamientos, proyectados desde el cerebro humano.

En una carta dirigida a la Academia de la Ciencia Francesa en 1904, sostuvo que el método podría revelar el mecanismo interno de la mente de una persona.

En boga

Los experimentos de Darget formaban parte de una tendencia de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

En 1895, el físico alemán Wilhelm Rontgen había descubierto los rayos-X, utilizándolos para capturar una imagen de los huesos de una mano de su esposa.

Poco después, Marie y Pierre Curie demostraron la radioactividad del polonio y el radio.

Repentinamente, el mundo parecía lleno de fenómenos extraños e invisibles que podrían revelarse usando la tecnología.

Hoy en día los filtros de Instagram y Photoshop son utilizados para tapar la realidad, pero para un puñado de científicos pioneros -y pseudocientíficos- de la época, la fotografía era la puerta hacia un mundo nunca antes visto.

Imágenes "vitales"

Fue en ese entorno que apareció Darget con su "radiación humana" en la forma de pensamientos.

Los llamó "rayos V" con la "V" por "vital".

"Cuando el alma humana produce un pensamiento", escribió en 1911, "envía vibraciones a través del cerebro, el fósforo que contiene comienza a irradiarse y los rayos se proyectan hacia afuera".

Para capturarlos, desarrolló un "radiógrafo portátil", que consistía en una placa fotográfica sujetada a una cinta para la cabeza.

Se le colocaba sobre la frente de la persona y producía imágenes borrosas que luego Darget interpretaba.

Hoy los filtros de Instagram y Photoshop se usan para tapar la realidad, pero científicos y pseudocientíficos de la época, la fotografía era la puerta hacia un mundo nunca visto

Por cierto, vale la pena acotar que madameDarget no se acordaba de haber soñado con un águila durante el experimento del sofá.

Mundo impalpable

Tratándose de algo intangible, no es quizás de sorprender que el estudio de la radiación se entrelazara entonces con lo sobrenatural.

Darget y sus contemporáneos usaron palabras como "rayo", para conseguir mayor legitimidad científica, pero las mezclaban con referencias a las almas y las "fuerzas vitales".

Pero aunque varios charlatanes de la época utilizaron la "fotografía de espíritus" para engañar, Darget claramente sintió que su búsqueda era científica.

Y su convicción era compartida por expertos como el neurólogo Jules Bernard Luys y el físico Hippolyte Baraduc.

Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano.

"Esas teorías eran científicas solo en apariencia", escribe el historiador de la fotografía Clement Cheroux, en su libro The Perfect Medium: Photography and the Occult.

"Aunque quizás engatusaron a los seguidores del movimiento y al público en general, tenían pocas probabilidades de no ser descartadas por los propios científicos", señala.

Misterio revelado

Al final resultó que los patrones sobre las fotografías eran producto, simplemente, de soluciones para revelar mal diluidas y el calor de la piel humana.

Inicialmente, Darget trató de demostrar sus aseveraciones colocando una placa sobre un cadáver, en cuyo caso no aparecía ningún patrón.

Sin embargo, cuando el cuerpo fue calentado a la temperatura humana normal, aparecieron las mismas marcas dejadas por una persona viva.

Todo se vino abajo. Sin embargo, esa no fue la muerte definitiva de la "pensamientografía".

Posteriormente, varios autodenominados psíquicos aseguraron poder capturar pensamientos en cámara.

Probablemente el más famoso fue Ted Serios, un botones de Chicago que llamó la atención del público en la década de 1960, cuando el siquiatra Jule Eisenbud publicó un libro sobre él, creyendo que sus poderes eran genuinos.

Sueño vigente

Ya en el siglo XXI ha surgido una nueva generación de fotógrafos de pensamientos, respaldados por una amplia capacitación científica y una complicada maquinaria.

Así, desde su creación, la imagen por resonancia magnética funcional (IRMf) fue proclamada como un instrumento pionero para mapear el funcionamiento interno del cerebro.

Y, sin duda, lo es.

Al final resultó que los patrones sobre las fotografías eran producto, simplemente, de soluciones para revelar mal diluidas y el calor de la piel humana

Al crear imágenes de la sangre circulando hacia diferentes partes del cerebro e identificando correspondientes patrones de pensamiento, algunos sugieren que deberíamos ser capaces de leer mentes.

Sin embargo, Raymond Tallis, un filósofo que también es físico y científico clínico, apunta que "el problema es que un pensamiento no es algo que ocupa espacio".

"'Espero que a Manchester United le vaya mal este año' no es un pensamiento mío que se corresponde con hechos físicos", señala. "Pertenece a una conexión, a toda una red de ideas como fútbol, parcialidad, etc.".

El entusiasmo para demostrar, definitivamente, que un cierto patrón corresponde a un cierto pensamiento es algo que ha sido desechado por algunos neurocientíficos.

Y los estudios que han revelado una elevada tasa de falsos positivos en la investigación con IRMf han confirmado aún más la necesidad de tener cautela.

Si bien útil, el procedimiento aun no es capaz de leer mentes.

Pero aunque en muchos aspectos, una IRMf está muy lejos de los ridículos experimentos hechos por Darget, hay similitudes.

"También él se estaba suscribiendo a una teoría muy ingenua de los pensamientos", dice Tallis.

"(Una teoría según la cual) de alguna manera los pensamientos representan el tema que tratan. Un pensamiento sobre un águila tendría entonces algunos rasgos de águila, lo cual es una tontería. ¿A qué se parecería un pensamiento como: 'no creo que Dios existe'?".

Curiosamente, al igual que un cadáver humano desacreditó las aseveraciones de Daget, un equipo de investigadores probó que señales de una actividad cerebral similar a las de estudios de IRMf, podían ser demostradas al atar un salmón muerto en la máquina.

Sin embargo, el principal paralelo con Darget tiene su origen en el deseo muy humano de entender el cerebro, especialmente el de los demás.

Ciertas secciones de la comunidad científica y especialmente la prensa científica, realmente quieren creer en la posibilidad de leer la mente.

¿A qué se parecería un pensamiento como: 'no creo que Dios existe'?
Raymond Tallis, filósofo

Y no deberíamos sorprendernos, pues sería una herramienta increíblemente útil.
Imagínate poder extraer pensamientos de la mente de sospechosos de crímenes o descubrirlos cuando dicen una mentira.

Existe también otra fuerza que impulsa esa investigación.

"Hay una sensación de si hemos escapado de una visión sobrenatural del mundo, debemos creer en un punto de vista naturalista según el cual la mente humana que es, esencialmente, la actividad cerebral", señala Tallis.

Ante la ausencia de un alma humana o "rayos vitales", queremos que la ciencia lo explique todo. Pero, al menos por ahora, no hay nada malo en permitir un poco de misterio.

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