"Las cartas de amor son una expresión de intimidad; sus palabras nos permiten ver las relaciones privadas de las personas a través de los tiempos".
Y a develar eso fue precisamente a lo que se dedicó Andrea Clarke, curadora de la Biblioteca Británica, y autora de un libro que reúne una colección de manuscritos en el que se resumen 2.000 años de romance en Inglaterra (y del que sale la cita anterior).
Love Letters ("Cartas de amor") examina una historia de "íntimos manuscritos entre parejas que abarcan siglos, culturas y continentes".
He aquí una selección que permite ver una perspectiva distinta del pasado.
1. Ana Bolena y Enrique VIII, hacia 1528
Ocasionalmente, los mensajes de amor aparecen entre líneas, como en los apuntes en los márgenes de este Libro de Horas de Ana Bolena.
Son notas sobre su amor con Enrique VIII, garabateadas debajo de iluminaciones (decoraciones que acompañan el manuscrito).
Según Clarke, el monarca decidió escribir las suyas en "una página que representa al 'Varón de dolores', presentándose como el rey con mal de amores".
Mientras que Ana escribió debajo de una imagen de la Anunciación del Arcángel Gabriel a la Virgen María, insinuando que lograría, a diferencia de Catalina de Aragón, darle un heredero.
El deseo de Enrique de divorciarse de Catalina, su primera esposa, y casarse con Ana ayudó a impulsar la Reforma inglesa.
"Estás mirando el comienzo de un proceso que trajo enormes cambios radicales religiosos", apunta Clarke. "Es algo muy poderoso".
Extractos:
El mensaje de Enrique (en francés): "Si recuerdas mi amor en tus plegarias tan firmemente como yo te adoro, difícilmente seré olvidado porque soy tuyo. Henry Rex, por siempre".
La respuesta de Ana (en inglés): "Por la prueba diaria encontrarás que seré amorosa y buena".
2. Catalina Parr a Enrique VIII, julio de 1544
La carta de amor puede ser un reflejo de deber y también de pasión.
Enrique VIII se casó en 1543 con su sexta esposa, Catalina Parr, quien, para entonces, estaba enamorada de Thomas Seymour, hermano de la tercera esposa del monarca, Jane.
Al parecer su afecto hacia Enrique creció al año siguiente, cuando le envió esta carta mientras se encontraba en su última expedición militar en Francia.
A pesar de la solidez del vínculo sugerido, Catalina se casó con Seymour meses después de la muerte de Enrique en 1547.
Extracto:
"Aunque sé que la ausencia de su majestad nunca carece de gran respeto por cosas más convenientes y necesarias, mi amor y afecto me impulsan a desear vuestra presencia. Y, de nuevo, el mismo fervor y amor también me fuerzan a estar lo más contenta posible con eso que es vuestra voluntad y placer... Dios, el conocedor de secretos, puede juzgar que estas palabras no están solo escritas con tinta, sino verdaderamente impresas en el corazón".
3. Conde de Essex a Isabel I, 18 de octubre 1591
Robert Devereux se convirtió en un favorito de Isabel pocos años después de llegar a la corte en 1584.
Intercambiaron más de 40 cartas entre 1590 y 1601, cuando fue ejecutado por traición tras organizar un fracasado golpe de estado contra el gobierno.
En esta misiva, Devereux asume el rol de amante de Isabel I, según la convención caballeresca.
Extracto:
"A mi regreso, humildemente suplicaré a su Majestad que ninguna causa excepto una gran acción de vuestra propia parte me saqué de su vista... Cuando pienses que ese cielo es demasiado bueno para mí, no caeré como una estrella, sino que seré consumido como un vapor por el mismo sol que me atrajo a tal altura. Mientras su Majestad me conceda decirle que la quiero mi fortuna es, al igual que mi afecto, incomparable".
4. George Villiers a Jacobo I, 29 de agosto de 1623
"La sexualidad de Jacobo I y su elección de compañeros masculinos fueron siempre objeto de chismes", señala Clarke.
"Cuando heredó el trono inglés en 1603 de la Reina Isabel I se bromeó abiertamente que 'Rex fuit Elizabeth: nunc est regina Jacobus' ('Isabel fue rey: ahora Jacobo es reina')".
Hijo de un empobrecido terrateniente, George Villiers conoció al rey en 1614 y rápidamente fue ganando títulos hasta convertirse en 1617 en Conde de Buckingham, provocando la protesta del Consejo Privado.
Jacobo declaró que lo amaba "más que cualquier hombre".
Extracto:
"Señor, juzgue si tengo o no el placer de escribirte… aunque temo que te he molestado ya por demasiado tiempo. Y últimamente yo también he dicho que te quiero más que a mí mismo, así que al escribir más largamente para complacerme yo mismo, debería ceder a los que ya dije que es una contradicción, por tanto terminaré deseando vuestra bendición.
"El humilde esclavo y perro de su Majestad, Steenie".
5. La última carta de Horacio Nelson a Lady Emma Hamilton, 19 de octubre 1805
Horacio Nelson se casó con Frances "Fanny" Nesbit en 1787. Doce años más tarde comenzó una aventura amorosa con Emma Hamilton y en 1801 tuvieron una hija.
Su relación provocó un escándalo y Nelson destruyó las cartas que Emma le envió, pidiéndole a ella que hiciera lo mismo.
"Emma no pudo soportar hacerlo", dice Clarke.
"Las guardó todas, incluyendo la última, sin terminar, hallada en el escritorio de Nelson, tras ser fatalmente herido en la cubierta del Victory, durante la batalla de Trafalgar", apunta Clarke.
"Cuando fue entregada a Lady Hamilton, ella añadió una angustiosa nota al final. Es mucho más conmovedor ver la nota escrita a mano por Emma Hamilton: 'Oh, pobre desdichada Emma; oh, glorioso y feliz Nelson', que leerla en una transcripción".
Extracto:
"Mi amadísima Emma, la más querida amiga de mi corazón, se dio la señal de que las flotas combinadas del enemigo están por salir del puerto… Que el Dios de las Batallas corone mis esfuerzos con éxito, en todas las eventualidades tendré cuidado de que mi nombre sea siempre el más querido para ti y Horacia, a ambas las quiero tanto como mi propia vida. Y como la última vez que escribo antes de la batalla será para ti, pongo la esperanza en Dios de que viviré para terminar mi carta después de librarla".
6. Charles Dickens a Catherine Hogarth, mayo de 1835
Charles Dickens se casó con Catherine Hogarth en abril de 1836, Un año antes el autor le escribió una carta de tono ambiguo.
Y esas dudas manifestadas en la carta fueron premonitorias. A pesar de tener diez hijos juntos, Charles y Catherine se separaron en 1858, luego de que el escritor comenzara una relación con una actriz de 18 años.
Sin embargo, Clarke señala que "Catherine conservó las cartas que recibió antes y después del matrimonio para 'que el mundo pueda saber que me amó una vez'".
Extracto:
"La repentina y fuera de lugar frialdad con la que me trataste antes de irme anoche me sorprendió y me dolió profundamente porque no podía creer que tan hosca e inflexible obstinación pudiera existir en el seno de cualquier muchacha en cuyo corazón el amor había encontrado un lugar".
7. Charlotte Brontë al profesor Constantin Héger, 18 de noviembre 1844
"Cuando Charlote Brontë estudiaba idiomas en un internado dirigido por Constantin Héger y su esposa en Bruselas, se encaprichó con su maestro", relata Clarke.
Después de regresar a Inglaterra, ella le escribió varias cartas, pero él las rompió.
"Increíblemente cuatro sobrevivieron, curiosamente gracias a que su esposa las sacó de la basura y las cosió", cuenta la historiadora.
Como destaca Clarke, esas misivas nos permiten asomarnos a la mente de Brontë y a las "emociones que la novelista posteriormente vertería en Jane Eyre y Villette."
Extracto:
"Desearía escribirte cartas más alegres, ya que cuando las vuelvo a leer, las encuentro algo sombrías, pero perdóneme mi querido maestro, no se sienta irritado por mi tristeza. Según la Biblia: 'de la abundancia del corazón habla la boca' y verdaderamente encuentro difícil sentirme feliz, mientras piense que no volveré a verte nunca más".