Discusiones constantes, frialdad e indiferencia creciente. Lo que se ha estado gestando en la pareja durante meses -o años- acaba llegando a un punto crítico: es el fin de la relación. Puede que lo vieras venir o que te pille por sorpresa.

El final de una relación es solo el principio de un proceso doloroso. Finalmente, se trata de algo más que la pérdida de una persona importante: "Ha fracasado todo un plan de vida", dice la psicóloga y psicoterapeuta Doris Wolf. 

Las cuatro fases de la separación

El desconcierto es sustituido por un espíritu de lucha y, a veces, por humillantes intentos de recuperar a la otra persona. La pena, la desesperación, el sentimiento de culpa, la amargura y la ira crean un caos emocional vertiginoso.

Sin embargo, Doris y otros expertos afirman que este caos puede ordenarse y clasificarse en cuatro fases: "A los afectados les ayuda mucho saber que se trata de un proceso por el que están pasando y que tiene un final".

1. No querer admitirlo: "No puedo estar sin ti"

Sigues llamando y prometiendo que a partir de ahora todo será diferente. Eres cariñoso y amoroso. ¿Sexo a pesar de la ruptura? Por supuesto. ¡Cualquier cosa con tal de salvar la relación!

Es la sensación de impotencia y pérdida de control lo que lleva a algunas personas a hacer todo lo posible por mantener la relación: "El peligro de humillarse en esta fase es muy grande", según Wolf.

La experta aconseja a las personas que se deshagan de todos los objetos que les recuerden a su expareja. También sirve empaquetar los recuerdos o hablar con los demás de la ruptura para aceptar la nueva realidad.

2. Ruptura de los sentimientos: "Te quiero, te echo de menos y te odio"

Todas las súplicas han sido en vano: la persona amada se ha ido. No hay escapatoria a lo que sigue: "Ahora viene el dolor, la soledad, el miedo, la ira, la duda sobre uno mismo y la culpa", explica Wolf. 

No todo el mundo supera el final de una relación. La depresión o los trastornos de ansiedad pueden ser una consecuencia. Para evitar que esto ocurra, en esta fase es importante permitir que afloren los sentimientos, dice la psicoterapeuta.

En lugar de funcionar con normalidad, es importante canalizar las emociones: Escribir un diario, hablar con amigos, buscar personas afines o ayuda profesional.

Doris Wolf aconseja dedicar conscientemente un momento en el día para centrarse en las emociones y en seguir adelante. La ira puede ser útil en este caso: "La ira suele aparecer más tarde y es una señal importante. La gente que está enfadada quiere hacer algo y se siente menos impotente", dice la psicóloga.

3. Reorientación: "Tal vez funciona sin ti después de todo"

De repente, te das cuenta de que la vida no solo continúa, sino que te imaginas que puede volver a ser buena. Te das cuenta de lo mucho que descuidaste a tus amigos durante la relación, a pesar de que son tan importantes para ti.

En las dos primeras fases, todos tus pensamientos y sentimientos giran en torno a la persona que has perdido, pero ahora "hay momentos en los que me olvido de que estoy separado", dice Wolf. 

En esta fase, muchas personas se precipitan ya hacia la siguiente relación. El peligro de volver a cometer los mismos errores en la nueva relación es grande.

4. Perspectivas de futuro: "Es bueno que hayas estado y que te hayas ido"

"¡La separación ha sido lo mejor que me podía haber pasado!", escucha Wolf regularmente de personas a las que ha acompañado en el dolor de una ruptura.

Aceptar el rompimiento, lamentarse y enfadarse y, finalmente, reflexionar sobre la pareja que ha pasado, es parte del proceso. Las emociones fuertes son historia. Y aunque algunas separaciones se sientan como un hueso roto mal curado, es hora de algo nuevo.

(ju/cp)

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