En la actualidad, en la Unión Europea está prohibido clonar animales para el consumo. No obstante, se importan células, semen y leche de animales clonados, principalmente de Estados Unidos.

Hasta ahora no se exige un etiquetado especial. En consecuencia, podríamos comprar productos derivados de clones, sin saberlo.

¿Tiene la carne de clon otro sabor?

En el supermercado no se ofrece carne de animales clonados, sino de sus descendientes. De acuerdo con el estado actual de los estudios al respecto, es completamente idéntica a la carne convencional y no encierra riesgo para el consumidor.

“Sabemos, sin embargo, demasiado poco acerca de la carne de clones”, indica Christoph Then, de Testbiotech, un instituto de investigación independiente.

Por eso, considera que “deberíamos esperar a que los estudios arrojen más resultados antes de comerla”. La proporción de carne de clon en el mercado no se registra en las estadísticas y es muy reducida.

¿Hay riesgo para los animales?

Sí, lo hay.

Los animales clonados son más propensos a enfermar. Además, con frecuencia se producen complicaciones en el alumbramiento y múltiples malformaciones.

Por eso, críticos como Christoph Then tienen, sobre todo, reparos éticos. “Los animales sufren más”, dice. De acuerdo con el Instituto Alemán de Investigaciones sobre la Salud Animal, los descendientes de animales clonados no tienen sin embargo problemas especiales.

Pero queda la duda ética.

¿Registro obligatorio?

A través de la importación de semen de animales clonados entra cada vez más material genético clonado a la Unión Europea.

Si ese tipo de animales no son registrados y no se puede establecer con precisión el origen de la carne, dentro de pocos años no se podrá saber con seguridad cuál bife proviene de un animal clonado y cuál no. En caso de duda, no se podría determinar su procedencia.

Björn Petersen, del Instituto Alemán de Investigaciones sobre la Salud Animal, no es partidario de un sello de registro. “Solo tiene sentido registrar algo cuando se puede verificar el sello. Pero no se podría comprobar si un ternero desciende de una vaca criada en forma tradicional o de su clon. Si no se puede evitar fraudes, no tiene sentido un sello”, opina. Además, el instituto no considera necesario tomar cartas en el asunto, porque no hay riesgos comprobados para la salud.

¿Para qué clonar?

Clonar no resulta rentable y sigue siendo un proceso muy ineficiente. El despliegue técnico es mucho mayor al de la crianza clásica. Por eso, es difícil que la carne de clones llegue a los supermercados.

Pero hay nichos de mercado: “Puede que un criadero quiera tener un duplicado de su mejor semental”, dice Petersen.

También es técnicamente factible conseguir mutaciones para que los animales produzcan más carne, por ejemplo. Tales métodos están prohibidos en la Unión Europea, pero también en este caso resulta difícil comprobar cuando se manipuló un genoma.

“En principio, hacemos lo mismo que los criadores de siglos pasados, solo que más rápido”, afirma Petersen, indicando que en el futuro habrá que ver qué hacer con esos animales, si dedicarlos al consumo o no.

En el caso de que la Comisión Europea decida prohibirlo, de todos modos será difícil impedir que lleguen de Estados Unidos o China a Europa.

Por lo pronto, hay una cosa clara: la mayoría de la población europea se mostró en una encuesta a favor de la obligación de un etiquetado especial.

De ese modo, cada quien podría decidir si comer o no carne de clones.

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