El veterano cineasta Patricio Guzmán revela en "Mi país imaginario", presentado en Cannes, hacia donde podría encaminarse Chile, analizando el estallido social de 2019 y dando voz a las mujeres.
El documental es un recorrido por la revuelta social iniciada en octubre de 2019 que cambió el escenario político del país e impulsó la redacción de una nueva Constitución.
Para ello, el cineasta, de 80 años y afincado en Francia, viajó varias veces a Chile y entrevistó a entre 25 y 30 mujeres, en gran parte jóvenes, para ver qué veían en ese movimiento y qué esperaban de él.
"Eran muy claras, no eran intelectuales, decían las cosas que pasaban", dice el director a la AFP este sábado. Por eso, "sólo queríamos mujeres" para las entrevistas, insiste.
En un primer testimonio, una manifestante con el rostro cubierto del que sólo se ven sus enormes ojos verdes, cuenta cómo le explica a su hijo lo que está sucediendo.
"Nos movemos por el amor, por el coraje y por la valentía", dice.
"Yo con la revuelta, florecí. La revuelta me dio fuerza", afirma, en alusión a los detalles florales que luce en la cabeza.
Otra mujer, periodista, dirá luego que, tras el estallido social, el país irá hacia "una salida con voz de mujer".
"Acento feminista"
En efecto, para el cineasta, "el movimiento tiene una tendencia hacia el feminismo, a asumir las mismas cosas que las feministas hablan y dicen desde hace tiempo, porque son las más justas, y otras cosas más, por supuesto".
"El acento (de la movilización) es más bien feminista, y le va muy bien", zanja el autor de "La batalla de Chile" y "Nostalgia de la luz".
El estallido social, cuyo detonante fueron las primeras protestas estudiantiles el 18 de octubre de 2019 a raíz del aumento de la tarifa del metro, se amplió rápidamente contra todo el modelo económico chileno, criticado por la izquierda por favorecer a una élite, y un Estado ausente en temas sociales como educación, salud y pensiones, heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Uno de los momentos clave fue cuando 1,2 millones de personas se manifestaron en el centro de Santiago, sin convocatoria previa, en la mayor protesta desde la vuelta de la democracia.
Fue algo "mágico", recuerda Guzmán, que todavía se pregunta cómo es posible que esa inmensa multitud saliera a la calle sin ningún partido político al frente, ni organizaciones. "Salieron porque sí, porque estaban hartos", dice, del sistema democrático que surgió después de Pinochet, un sistema "inútil, limitado, mentiroso".
Según Guzmán, esta revolución podría contagiarse a otros países de América Latina, como Perú, Bolivia o Ecuador. Aunque admite que no hay nada seguro porque las fuerzas en esos países son más débiles y la organización de la izquierda es más precaria.
Pero tras la revuelta social, Chile también tiene que encarar serias dificultades, a pesar de que ya está en marcha la redacción de una nueva Constitución y que en marzo asumiera como presidente del país el izquierdista Gabriel Boric.
Está la cuestión de la inmigración en el norte de Chile y el problema mapuche, "terriblemente fuerte", enumera el cineasta.
"Hay dificultades grandes, pero de eso se trata", insiste. "Las revoluciones nunca se han hecho como quien da vuelta a la página".