Croacia ha experimentado su propio movimiento #MeToo, protagonizado por mujeres protestan por haber sido sometidas a abusos evitables durante el embarazo y el parto.
Las activistas lo llaman "violencia obstétrica" y se quejan de que lleva ocurriendo décadas.
Pero no fue hasta que una diputada de la oposición habló en el Parlamento croata sobre su propia experiencia que se inició un debate nacional, originado antes en las redes sociales bajo la etiqueta #BreakTheSilence (rompe el silencio).
Ivana Nincevic-Lesandric describió el "tratamiento medieval" que había experimentado a manos del personal médico después de un aborto involuntario.
"Me ataron de brazos y piernas y empezaron el procedimiento de raspaje sin anestesia. Eso significa raspar el cuello uterino, el órgano interno, sin anestesia. Fueron los 30 minutos más dolorosos de mi vida", dijo a los parlamentarios que recibieron el testimonio con sorpresa.
El ministro de Salud croata, Milan Kujundzic, dijo que la historia era un producto de su imaginación.
"Esto no es lo que se hace en los hospitales croatas. Puede darme sus registros médicos si lo desea y le echaré un vistazo", declaró Kujundzic.
Cómo 400 mujeres rompieron su silencio
Pero muchos croatas acudieron en su defensa, especialmente las mujeres, diciendo que su testimonio era valiente y no tenía precedentes.
Croacia es un país predominantemente católico y muchos se muestran reticentes a hablar abiertamente sobre la salud reproductiva de la mujer en lo que todavía es una sociedad en su mayor parte patriarcal.
El grupo de lucha de derechos Padres en Acción (RODA, en croata), que durante años ha intentado resaltar el problema, empezó una campaña en redes sociales tras el relato de la diputada usando la etiqueta #BreakTheSilence (rompe el silencio).
Solo en un fin de semana recibieron testimonios de 400 mujeres, dice la portavoz Daniela Drandic.
Los entregaron todos al Ministerio de Salud.
Sin anestesia
"Tenemos informes de biopsias sin anestesia, procedimientos de fertilidad con asistencia médica sin anestesia, suturas tras el parto hechas sin anestesia, episiotomía sin anestesia...", relata Drandic.
Entre los testimonios hay ejemplos de abusos y mujeres a las que se les habló de forma denigrante durante el parto, denuncian.
"Cosas como: 'Si pudiste tener relaciones sexuales, ahora deberías poder soportar el dolor' o 'antes era algo placentero pero el dolor viene más tarde', además de decirles que les están cosiendo la vagina para seguir haciendo felices a sus esposos".
Una de las 400 mujeres es Jasmina Frulanovic, a quien todavía se le caen las lágrimas cuando recuerda la humillación y el dolor que soportó cuando tuvo que quitarse la placenta hace unos años.
"Comenzaron el procedimiento sin ninguna explicación. La enfermera me estaba sosteniendo", dijo.
El Ministerio de Salud dice que los testimonios personales recopilados por la asociación RODA eran "un número relativamente pequeño" y son difíciles de investigar porque eran anónimos.
Pero ha admitido que existen "ciertas diferencias" entre los hospitales en el uso de la anestesia y que existe la necesidad de mejorar la comunicación entre el personal médico y los pacientes.
Tanto el ministro de Salud como el hospital de Split donde fue tratada la diputada Ivana Nincevic-Lesandric, rechazaron dar a la BBC su versión de los hechos.
La BBC también solicitó una entrevista con Kujundzic sin obtener respuesta. Tampoco respondió al requerimiento de la BBC el jefe del departamento de ginecología de Split.
Dolor de hombre vs dolor de mujer
La ginecóloga croata Ulla Marton no se sorprendió al enterarse de las historias de estas 400 mujeres.
"La mayoría de las veces no se hace a propósito, se hizo así durante años y las personas son proclives a cambiar sus hábitos. Este es uno de los problemas".
"Otro es la falta de tiempo y la falta de profesionales. Cuando nos unimos a la Unión Europea, muchos anestesistas abandonaron el país porque existen mejores condiciones de trabajo en otros países europeos", asegura.
Para Daniela Drandic, de RODA, el problema radica en que las experiencias de la salud reproductiva de las mujeres se ven desde una perspectiva diferente al de la salud masculina.
Drandic cree que existe culturalmente la suposición de que si una mujer va a ser madre, podrá soportar el dolor.
La diputada que lo inició todo en el Parlamento está satisfecha de que el tema haya salido de la sombra, pero sabe que el desafío ahora será mantenerlo en la agenda.
"En este momento, todos hablan de ello", dice Nincevic-Lesandric. "Estamos hablando de eso y es un gran cambio. Ahora solo tenemos que encontrar una solución para siempre".