Una escena de sexo oral que, si bien está muy lejos de ser pornografía, está dotada de un realismo que poco se ve en televisión.

Empieza con una discusión en la parte trasera de un bar que pasa a que una mujer y un hombre comiencen a besarse y termina con ambos enredados en un cunnilingus que, como decimos, poco se ve en televisión.

Esas son tan solo dos de las escenas íntimas de la serie "Vida", que ha sido catalogada por la crítica como "pionera" y "transgresora" por presentar a personajes millennials latinos -o "Latinx", como su creadora prefiere llamarles- viviendo una sexualidad diversa y sin tapujos.

En la primera temporada hay escenas de sexo lésbico, sadomasoquista y aparecen desnudos frontales masculinos. La segunda temporada, disponible a partir de este jueves en internet por medio de la app del canal estadounidense Starz, empieza con una orgía.

"No quiero que las escenas de sexo sean gráficas sin sentido, quiero que sean reales y que, de alguna forma, incomoden", dice Tanya Saracho, guionista mexicana criada en Texas que le dio forma a la serie.

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No solo con eso quiere incomodar Saracho.

La creadora de "Vida" desafía a Hollywood con una producción hecha en su mayoría por latinos, algunos de la comunidad LGBTIQ, que busca retratar qué es ser joven y mexicano y estadounidense a la vez.

Todo, además, en spanglish.

El pasado marzo, la serie ganó como la "Mejor serie de comedia" del año en los premios GLAAD, que reconocen a los programas y personalidades que apoyan los derechos de la comunidad LGBTIQ. En la misma categoría, competían íconos de la TV estadounidense como "Will and Grace" y "Modern Family".

Poder "latinx"

Los ejecutivos del canal de suscripción por cable Starz convocaron a Saracho porque querían hacer una serie que atrajera a audiencias latinas.

Una necesidad lógica al ver que 57 millones de latinos viven en Estados Unidos (más del 63% son de origen mexicano) y los que han nacido en ese país son notablemente más jóvenes que el promedio de edad de la población general.

Saracho cuenta que le pidieron escribir "una serie sobre mujeres millennials del este de Los Ángeles", una zona histórica de la ciudad donde el 97% de los residentes son latinos.

Así, "Vida" cuenta la historia de las hermanas mexicano-estadounidenses Lyn (Melissa Barrera) y Emma (Mishel Prada) Hernández, que vuelven a su barrio tras la inesperada muerte de su madre.

Además de lidiar con la gerencia de un bar lleno de deudas que dejó su madre, las hermanas son rechazadas, entre otras cosas, por despreciar "el barrio"y no pronunciar bien el español.

La trama transcurre alrededor de la "gentrificación" de la zona, un fenómeno que está ocurriendo en las grandes ciudades de EE.UU., y que se refiere a la transformación de un espacio urbano que trae como consecuencia el aumento de los alquileres y el desplazamiento de sus residentes.

En "Vida" le llaman gente-fication, un neologismo que se refiere a cuando son los propios latinos, pero con niveles de educación superior y más poder adquisitivo, quienes vuelven a los barrios donde crecieron para montar negocios y construir nuevos y modernos edificios.

Haber regresado y querer transformar el bar de su madre en un sitio cool hace que las hermanas Hernández reciban insultos como chipsters (es decir, un chicano hípster) o white-tinas (término despectivo para referirse a latinas con tono de piel claro).

Son todas expresiones que forman parte del dialecto surgido de la mezcla entre el español y el inglés, de lo mexicano con lo "gringo".

"Extensión de México"

Para Saracho, que creció en una ciudad tejana en la frontera entre México y Estados Unidos, era importante y natural escribir sobre esa realidad.

"Esta serie es una extensión de México. Está contada en Estados Unidos, pero es la historia de los que emigramos y seguimos muy vinculados a nuestro país", dice.

"Quiero explorar lo que es ser estadounidense con ascendencia mexicana. Estas dos chavas ni siquiera hablan bien el español y eso también es una realidad", añade.

Una de las escenas más memorables de la primera temporada muestra al personaje de Lyn en una fiesta en una mansión de Los Ángeles, donde varias señoras latinas se encargan de la limpieza.

Una de ellas se arrodilla a limpiar el vómito de uno de los asistentes, mientras Lyn la mira absorta.

Las historias de los inmigrantes que trabajan al servicio de los ricos inspiraron también a Saracho desde que se mudó desde Chicago a Los Ángeles hace tres años.

"Aquí somos vinculados con posiciones de servicio y tenemos esa onda de que tal vez no tenemos permiso para estar en EE.UU.", dice.

Al llegar a Hollywood, la propia Saracho se enfrentó con lo que consideró un acto discriminatorio en la sala de guionistas.

Un colega le preguntó si sabía que ella era el diversity hire, es decir, la contratación por razones de diversidad.

"Cuando averigüé, supe que no le costaba nada a la serie, que el canal pagaba por mí. Ahí pensé, al no costarles nada, no tengo valor. Estuvo bien cañón, bien feo", recuerda.

Rechazo

Abordar la "latinidad" desde la ficción, sin embargo, no ha venido sin controversias para la serie.

En principio, tuvieron que mudar la producción del popular barrio latino de Boyle Heights al de Koreatown porque los residentes protestaron ante la llegada de un montón de actores de Hollywood, así fuesen latinos.

"Dicen que no tengo derecho de contar su historia porque no nací ahí y los entiendo, realmente sí los están corriendo de ahí y sé que es molesto llegar con camiones a grabar", reconoce Saracho.

Cuenta que los propios vecinos empezaron a llamarla white-tina, insulto que recibió con dolor, pero que utilizó como material para la serie.

La diversidad sexual que muestra la serie también ha sido objeto de críticas. "Hubo gente que dijo que este era un show de lesbianas cochinas y sucias".

La polémica, sin embargo, no asusta a Saracho.

"Me quedo con la gente que me ha dicho que, por primera vez, se ven representados en la televisión".

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