Entrar el el top cinco de los reyes de la telefonía móvil en 4 años es difícil. Subir un puesto en apenas 12 meses es todavía más complicado. Pero lograr todo eso tras haber caído en picado es un hito propio de un "ave fénix".

Ese es precisamente el apodo que le dieron varios medios internacionales al gigante chino Xiaomi, que celebra este mes de abril su noveno cumpleaños. Y tiene motivos para festejar.

Hoy es el cuarto fabricante mundial de celulares con un 8,7% del mercado (sus envíos crecieron un 32,2%), por detrás de Samsung (20,8%), Apple (14,9%) y Huawei (14,7%), según datos de enero de 2019 la firma de investigación IDS.

Su fundador, el multimillonario chino Lei Jun, acaba de recibir un "premio" valorado en cerca de US$.1000 millones -que prometió donar a "fines benéficos"- en reconocimiento a sus años de "devoción" a la compañía, desde que la creó en 2010 junto a siete socios más.

La empresa empezó con solo 14 empleados. Ahora tiene más de 18.000.

Pero durante todos esos años hubo muchos altibajos.

Conquistando el mercado

La ralentización del mercado de los celulares le afectó. Y si Xiaomi se mantuvo a flote fue gracias a los ingresos que obtuvo en India y Europa, en donde fue la primera y la cuarta marca más vendida, respectivamente, durante 2018.

"India e Indonesia siguen siendo sus principales mercados fuera de China", se lee en un informe de IDS. "No obstante, lo hizo excepcionalmente bien en Europa Occidental, sobre todo en España".

La compañía, con base en China, vende todo tipo de productos electrónicos, como aspiradoras inalámbricas, robots domésticos y zapatillas con cordones inteligentes, y pronto fabricará sus propios procesadores.

Pero es principalmente conocida por sus celulares inteligentes de bajo costo, que a menudo imitan el diseño de sus competidores.

En 2014, las cosas le iban bien. El fabricante chino de celulares acababa de convertirse en la empresa emergente más valorada del mundo, apenas cuatro años después de su fundación. Consiguió un crecimiento exponencial, año tras año.

Había logrado US$1.100 millones en su más reciente ronda de financiación, alcanzando una valoración total de US$45.000 millones, superior a los US$40.000 que tenía Uber.

Por entonces -a diferencia de ahora- Xiaomi todavía era poco conocida fuera de Asia. Pero dos informes recientes, uno de Strategic Analytic y otro de IDC, habían confirmado que era el tercer fabricante de celulares del mundo.

Pensaba seguir los éxitos con un modelo de negocio consistente en producir teléfonos de bajo costo, pero alta gama de especificaciones, con la mirada puesta en el consumidor occidental, su gran reto.

Pero su salida del top 5 global en 2016 fue un duro golpe. Sus rivales chinos le ganaron la carrera. Fue su peor año.

Poco a poco, se fue recuperando.

El resurgimiento

2017 fue el año en el que resurgió. Una de las claves fue el descarte de la política de vender solo por internet, a la cual había sido fiel desde sus inicios.

En el segundo trimestre de 2018 alcanzó la cuarta posición mundial, gracias a un aumento del 43% de sus ventas. La firma registró fuertes subidas en telefonía móvil y electrodomésticos, aumentando sus ingresos internacionales.

En enero de 2019, batió a Samsung en India, el mercado emergente más disputado entre las grandes compañías telefónicas y digitales. Fue la primera vez que se puso por delante de la surcoreana.

Además, Xiaomi creció un 9% en distribución de smartphones mientras sus contrincantes se estancaban.

Durante el último mes, la empresa ha experimentado algunos problemas con el lanzamiento de uno de sus modelos más emblemáticos, la serie Mi 9. Y no fue por malas ventas, sino todo lo contrario: no logró fabricar las unidades lo suficientemente rápido para cumplir con la demanda.

Lei Jun incluso dijo que "iría a la fábrica a colocar los tornillos" él mismo si el asunto no mejoraba, de acuerdo con medios locales.

Seguir el ritmo de crecimiento para alcanzar el podio global requiere mucho esfuerzo. Y Lei Junsabe lo fácil que es abandonar el grupo de los favoritos.

 

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