Acceder a internet para escuchar música es algo tan ordinario hoy en día que a veces se nos olvida el enorme universo (musical) que entra por nuestros oídos.

Gracias plataformas como Spotify, Apple Music, Youtube Music o Dezzer, entre tantas otras, podemos escuchar, con más o menos restricciones, las canciones que se producen y suenan en todo el mundo.

Pero hace 20 años, en plena entrada del nuevo milenio, poder escuchar la música que sonaba en la otra punto del mundo no resultaba ni tan fácil ni relativamente económico.

Y no solo eso, sino que muchos de los álbumes que quizás eran un éxito en Estados Unidos, Europa o incluso Asia no se podían conseguir en muchas partes del mundo o tardaban un tiempo en llegar.

Napster fue un intento de conseguirlo. Y por algún tiempo lo hizo.

Además, dio la idea a muchos de lo que era y para qué funcionaba internet: transmitir y compartir información, y también archivos ubicados en cualquier parte del globo.

Cumpliendo con 20 años de su nacimiento, este año se estrenó el documental Downloaded (Descargado) de Alex Winter, que relata la historia de lo que muchos consideran una auténtica revolución en la industria de la música.

Qué fue Napster

Naptster fue un servicio especializado de intercambio de archivos peer-2-peer (punto a punto) diseñado específicamente para compartir archivos de música digital en formato MP3 a través de internet.

Lo fundaron en la primavera de 1999 Sean Parker y Shawn Flanning, aunque fue este último quien con tan solo 19 años creó el software que permitía que los usuarios pudiesen intercambiar la música que tenían en los discos duros de sus computadoras con el resto de internautas.

Por aquel entonces, cuando las computadoras e internet empezaban a ser más accesibles (al menos para algunos), ya era posible conseguir alguna música a través de la red, pero el proceso era tedioso y con continuos fallos, como se cuenta en el documental de Winter.

Fue entonces cuando Flanning empezó a trabajar en un software que pudiese solucionar el problema. Era fácil de usar. Lo descargabas, creabas una cuenta gratuita y ante ti se abría un mundo de música nueva que, con suerte, solo podrías escuchar en la radio.

Muchos después grabábamos los temas en cinta con los cortes y anuncios de la emisora.

Parker se encargó sobre todo de la parte financiera.

Llegó a conseguir US$50.000 iniciales que les permitieron a él y a su socio mudarse a California.

En poco tiempo, Napster se volvió increíblemente popular.

Llegó a tener más de 85 millones de usuarios en todo el mundo, millones de canciones disponibles y mil millones de búsquedas cada día.

Pero mientras el revolucionario software se había convertido en un paraíso para los internautas amantes de la música, a medida que se popularizaba, la industria de la música empezó a verlo como una auténtica amenaza.

¿Demasiado bueno para perdurar?

La asociación de la industria discográfica de América (RIAA) decidió declararle la batalla a estos veinteañeros que habían logrado poner en riesgo un modelo de negocio que había sido rentable durante los últimos 50 años.

En 2000, las discográficas empezaban a sufrir sus pérdidas. La llegada de otro tipo de entretenimiento como las computadoras, los videojuegos, internet y la acusación de que muchos de los discos a la venta eran una decepción, con apenas una o dos canciones que valiesen la pena, empezó a hacer mella en las arcas de la industria.

RIAA presentó una demanda contra Napster por la distribución no autorizada de material protegido con derechos de autor.

Según se cuenta en Downloaded, también algunos particulares fueron demandados y obligados a pagar multas que en algunos casos alcanzaron los decenas de miles de dólares.

La batalla judicial fue larga. El término pirata se popularizó para designar a los internautas que utilizaban servicios como Napster o similares.

Finalmente, Flanning y Parker se vieron obligados a cerrar sus servicios en 2001, apenas dos años después de su nacimiento.

Flanning dijo a la BBC en una entrevista en 2009 que solo estaba intentado resolver un problema existente.

"Me di cuenta de que había una mejor manera de conectar a la gente y su música, y una forma de hacer para que fuera accesible para aquellos que no eran expertos en tecnología", se justifica.

Flanning aseguró que las discográficas rechazaron rotundamente cualquier tipo de colaboración para hacer Napster legal.

Este tipo de acuerdos es lo que permite hoy a plataformas como Amazon Music, Apple Music, Youtube Music, Deezer o la popular Spotify ofrecer a sus usuarios música en línea de forma legal.

Napster fue un agujero para los inversores, que nunca recuperaron su dinero. Tampoco generó beneficios para ninguno de sus creadores, que sí contrajeron deudas millonarias tras el fallo judicial.

Pero Flanning dijo en su día que no le importaba.

"Cuando miro atrás, realmente no me arrepiento de nada. Cuando eres un desarrollador de software, de lo que realmente se trata es del viaje, porque es el proceso de creación lo realmente satisfactorio. El logro, a menudo, no es tan importante", afirmó para la BBC hace diez años.

Qué fue de Napster

Hoy, aunque pueda sorprender a muchos, Napster todavía existe.

En 2011 fue adquirido por la plataforma de música online Rhapsody, que en 2016 decidió retomar el nombre del precursor del sistema de intercambio de archivos. Algunos bloggers apuntan a que la creación de Flanning tiene más tirada comercial.

Napster funciona hoy como muchos otros servicios de música en línea: por poco más de US$12 al mes, puedes tener música tanto online como offline.

Está presente en 33 países y cuenta con algo más de cuatro millones de usuarios. Pocos, en comparación con los más de 100 millones de suscriptores de pago que tiene Spotify.

Y si Napster tuvo un nuevo renacer, también sus creadores.

Parker se asoció con Mark Zuckerberg en los inicios de Facebook y después invirtió en Spotify. Hoy es multimillonario. Fanning fundó una empresa de juegos, Rupture, que más tarde vendió por US$30 millones.


 

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