Pocos lugares están experimentando los efectos del cambio climático tanto como el Ártico.
Los científicos dicen que las temperaturas en el extremo norte han aumentado en más de dos grados centígrados desde la revolución industrial, el doble del promedio mundial.
En Finnmark, la provincia más septentrional de Noruega, el calentamiento global es un desafío tanto para los renos como para los indígenas sami que los crían.
Por lo general, los renos buscan comida en la nieve. Pero en los inviernos más cálidos, la capa superior se derrite, luego se congela nuevamente y se transforma en un manto impenetrable de hielo por el que los animales mueren de hambre.
Pero no solo el cambio climático es un desafío para las personas y los animales que viven en el Ártico.
El aumento de la llamada "tecnología verde" también plantea algunos problemas y desafíos para esta comunidad.
Los samis están luchando contra los planes para extraer cobre, que está siendo demandado a nivel global para construir vehículos eléctricos y turbinas eólicas.
El gobierno noruego ha aprobado construir una nueva mina aquí, argumentando que es esencial para ayudar a la economía mundial a reducir las emisiones de carbono.
"La vida está cambiando", dice Nils Mathis Sara, un jefe de la comunidad sami que ha estado pastoreando renos desde que tenía 14 años.
"Si esta mina se vuelve realidad, eso hará imposible la supervivencia, tanto económica como mentalmente. A mi edad, de alguna manera podemos manejarlo. Pero los jóvenes se enfrentan a un tiempo oscuro, oscuro".
"Simplemente están apoderándose de más y más tierras", dice la hija del jefe sami, Inga Anne Karen Sara. "Es la minería, las líneas eléctricas, la energía eólica".
La mujer agrega que la mina de cobre perturbará seriamente a los renos. "¿Cómo puede ser sostenible destruir la naturaleza?", dice.
En el fiordo Repparfjord, donde se arrojarán los escombros de la mina, Einar Julissen arrastra una canasta de grandes cangrejos. "Si la explotación minera comienza, no podremos comer más cangrejos. Creo que los cangrejos morirán en esta área y, si no mueren, escaparán de este fiordo".
Oystein Rushfeldt, el director ejecutivo de la compañía minera Nussir, reconoce que habrá "impactos negativos" en el fondo del fiordo, así como también ruido y polvo.
Pero niega que los renos o los pescadores se vayan a ver afectados y dice que la mina traerá trabajos muy necesarios, revitalizando a una comunidad cada vez más pequeña y envejecida.
La lucha por esta tierra puede ser un indicio de futuras disputas entre la preservación y el desarrollo en el Ártico, pues el hielo derretido permite que la región se abra al transporte marítimo y a la industria.