La guerra entre Taylor Swift y los propietarios de sus canciones ha llegado a un nuevo límite, despertando una ola de solidaridad de sus seguidores en las redes sociales.

La cantante estadounidense informó en Twitter que su actuación en la gala de los American Music Awards (AMA), donde sería galardonada como Artista de la Década, está en duda porque le han prohibido cantar sus propias canciones.

Swift dijo a sus seguidores que los managers musicales Scooter Braun y Scott Borchetta le impiden interpretar temas de sus discos anteriores, cuyos derechos pertenecen a estos dos hombres con los que la artista mantiene una disputa desde hace varios meses.

Swift dijo que también estaba en peligro de no realizarse un documental sobre su vida para Netflix, porque Braun y Borchetta prohíben re-grabar los temas o utilizarlos para el audiovisual.

La BBC ha contactado con Scooter Braun y Scott Borchetta para conocer su opinión.

Swift ha contado la reciente controversia en un largo post en Twitter, diciendo "no sé qué más hacer".

"Ahora mismo, mi actuación en los AMA, mi documental de Netflix y cualquier otro evento grabado que tenga hasta Noviembre de 2020 son una pregunta", escribió.

La artista sin derechos

En junio de 2019, Swift reveló que las grabaciones originales de sus primeras canciones habían sido vendidas a Braun por su disquera, y afirma que nadie le informó de eso.

En aquel momento, la cantante acusó a Braun de haber intentado desmantelar su propia carrera. Afirmó que el también representante de Ariana Grande, Justin Bieber y Demi Lovato, le ha hecho "un incensante y manipulador bullying".

Swift afirma que Braun intenta destruir su legado musical. El manager no ha respondido a estos comentarios, pero sus representados Lovato y Bieber han dicho que Swift hace esto público para ganarse la simpatía de sus seguidores.

La cantante confirmó en agosto que planeaba re-grabar las canciones de sus primeros seis discos para así tener los derechos de las nuevas versiones.

La Artista de la Década según AMA

Swift ha sido nombrada por los American Music Awards como la artista de la década y se suponía que en la gala de celebración cantara varios de sus éxitos.

Pero en su declaración realizada el jueves, dijo que Braun y Borchetta impiden que cante sus viejas canciones en televisión, argumentando que eso sería re-grabar su música y ellos son los propietarios de los derechos hasta el próximo año.

Swift denunció además que también bloquearon el uso de su música más vieja en el filme de Netflix sobre su vida.

La artista afirma además que Borchetta le dijo a su equipo que solamente le autorizarán hacerlo si no re-graba sus canciones el año que viene y deja de hablar de ellos dos.

"El mensaje que se me ha enviado es muy claro. Básicamente, sé una buena chica y cállate. O serás castigada", escribió en Twitter.

Swift pidió a sus seguidores que presionen a Braun y Borchetta para que cambien de opinión. La compositora y cantante pide a sus fans que apelen a otros artistas que ellos representan.

Los seguidores respondieron con dos etiquetas que ya son trending en Twitter: "IStandWithTaylor" y "FreeTaylor".

¿Intereses de negocios o personales?

Cuando Braun le compró a Big Machine buena parte de los derechos de la obra de Taylor Swift por US$300 millones en junio, Tim Ingham, analista sobre la industria musical que fundó Music Business Worldwide, explicó a la BBC que este tipo de contratos eran comunes antes de la transmisión de la música por Internet.

"Desgraciadamente para Taylor Swift, ella comenzó a grabar en los tiempos en que la industria dependía de la radio, y necesitabas compañías disqueras que impulsaran tu música hacia la radio, sobre todo en la música country en Nashville, donde Big Machine (la disquera con la que firmó Taylor cuando tenía 15 años) tenía mucho poder", explica el experto.

"Y también, en esa época dependías de la distribución física de los discos compactos para que llegaran a las tiendas. Ella necesitaba una disquera que invirtiera una gran cantidad de dinero para poder impulsar su carrera".

Mark Sutherland, editor de la publicación sobre el comercio musical Music Week, concuerda con Ingham en que la decisión empresarial de Braun es más por dinero que por una disputa personal.

"Muchas de esas canciones serán una pequeña mina de oro en el streaming, porque son éxitos de la música pop que sobreviven en el tiempo, y que serán transmitidas por Internet los próximos 20, 30 o 40 años".

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