Dos años después de someterse a una cirugía bariátrica, Raquel Guimarães, una estudiante de 22 años de Río de Janeiro llegó a pesar menos de 40 kg y a sufrir una desnutrición severa.

Incapaz de alimentarse, perdió el movimiento de sus piernas y los médicos llegaron a decir que ya no podían hacer nada.

Cuando Raquel pesaba 120 kg se sometió al procedimiento que se conoce como bypass gástrico, el tipo más común de cirugía bariátrica.

Esta operación reduce el estómago y causa un gran cambio en el sistema digestivo.

El caso de la joven es considerado raro por la Sociedad Brasileña de Cirugía Bariátrica y Metabólica (SBCBM).

El presidente de la organización, el doctor Marcos Vilas Bôas, dice que el caso de Raquel es algo totalmente "atípico" e incluso más raro que las muertes resultantes del procedimiento.

Su tasa de mortalidad, según Vilas Bôas, es de aproximadamente el 0,2% de los casos.

Pero el médico advierte sobre la atención posoperatoria.

"Hoy la cirugía es muy segura. Pero es extremadamente importante para todos hacer un seguimiento con equipos multidisciplinarios, con nutricionistas. Y deben informar de inmediato si sienten algo extraño en la recuperación", recomienda.

"¿Por qué no hacerlo?"

Para Raquel, quien durante años luchó con la báscula, la decisión de realizarse una cirugía fue algo natural.

"Pagaba entrenador, iba al gimnasio, fue al endocrinólogo. Cuando comenzó a perder peso, tuvo un problema en el tobillo y tuvo que inmovilizarse. Sin ir al gimnasio, volvió a subir de peso", cuenta la madre de Raquel, Valdirene Guimarães, para explicar por qué el tema de la cirugía bariátrica llegó a la casa familiar en Bangu, en el oeste de Río.

"Se esforzaba mucho y el resultado no llegaba", añade.

En la familia y el vecindario había casos exitosos. "¿Por qué no hacerlo entonces?", concluyó Valdirene y apoyó a su hija, que entonces estudiaba fisioterapia.

Según la SBCBM, las personas entre 18 y 65 años no tienen restricciones para someterse al procedimiento.

Además de la pérdida de peso, la cirugía está indicada para la remisión de enfermedades asociadas con la obesidad, como la diabetes y la hipertensión, y para disminuir del riesgo de mortalidad.

La familia Guimarães obtuvo los US$5.000 necesarios para la cirugía.

En septiembre de 2014, la operación se realizó sin complicaciones. Pero todo cambió dos meses después.

Deficiencia de vitaminas

"No podía comer nada, tenía vómitos y diarrea. Empecé a sentir hormigueos, calambres, entumecimiento en las piernas. Olvidaba cosas, decía cosas confusas. Pero los médicos dijeron que me faltaba potasio y que no se trataba de la cirugía", dice Raquel.

En diciembre de 2014, Raquel estaba en casa, de pie, cuando perdió fuerza en sus piernas y se derrumbó.

La llevaron al hospital y, según informes de su familia y un médico que la acompañó en el caso consultado por BBC News Brasil, a Raquel le faltaba tiamina (vitamina B1) y vitamina B12.

La deficiencia de vitaminas había evolucionado a un caso de encefalopatía de Wernicke, a menudo causada por una dieta pobre o un consumo excesivo de alcohol, y que produce síntomas como confusión y pérdida de la actividad mental, pérdida de coordinación muscular y cambios en la visión.

Raquel también sufría de polineuropatía, un trastorno o daño simultáneo de los nervios periféricos en todo el cuerpo que puede ser causado por la falta de vitaminas.

La joven fue internada en cuidados intensivos para recuperar los nutrientes, pero recibió un diagnóstico que la asustó: ya no podría caminar.

Después de un mes en el hospital, aún sin caminar, Raquel fue dada de alta.

En casa, no podía alimentarse sola. Vomitaba lo que comía y llegó a pesar menos de 40 kg en el momento más crítico. "Parecía una calavera en la cama", dice la madre.

La condición empeoró por anemia severa y desnutrición.

En diciembre de 2015, Raquel fue hospitalizada nuevamente para recibir transfusiones de sangre y alimentarse por sonda.

Le hicieron innumerables pruebas para descubrir por qué no podía alimentarse más de un año después de la cirugía. Pero los médicos llegaron a decir que ya no había nada que hacer.

Nuevo padre, nueva hija

"Cuando vi a una niña tan joven con un cuadro así, algo no encajaba. Esa complicación no era normal. La anatomía de la cirugía era correcta. Pero decidí insistir", dice el médico Edward Pinto de Lima Junior, quien todavía llama a Raquel "hija" y ella lo llama "papá".

Contrariamente a las sugerencias de otros colegas, que dijeron que no había nada más que hacer, el médico decidió investigar. La relación con los Guimarães se volvió casi familiar.

"Es muy raro que suceda en la profesión, pero comencé a querer a esta chica. Simplemente no podía perderla", dice Lima Junior.

Una enterografía mostró que Raquel tenía estenosis exacerbada en el intestino delgado, que es cuando el tracto digestivo se estrecha al momento de la curación interna de la cirugía.

Era como la formación de un "queloide" interno que impedía el paso de los alimentos.

"La estenosis no es inmediata, va sucediendo. Las pruebas anteriores no habían identificado este problema y, desafortunadamente, no se puede saber si la estenosis no existía en ese momento o si las imágenes no la mostraban", explica Lima Junior.

Según el presidente de SBCBM, Marcos Vilas Bôas, cuando se identifica una estenosis, los procedimientos simples de dilatación en la región generalmente resuelven el problema.

Para Raquel, el procedimiento fue el comienzo de una nueva fase. Volvió a alimentarse por la boca, a beber agua, aumentó de peso y volvió a sentir sus piernas.

"Pensé: 'existe la posibilidad de que vuelva a caminar'", dice.

Fisioterapia

Sin movimiento y sin fisioterapia durante la estancia hospitalaria y la recuperación, las piernas estaban atrofiadas.

La joven empezó a ir a los consultorios ortopédicos. Hasta que, en septiembre de 2017, se sometió a un procedimiento quirúrgico para colocar un fijador externo (una especie de armazón) en su pierna derecha. Un año después, fue el turno de la pierna izquierda.

La fisioterapia se convirtió en rutina en el hogar. Movimientos en la cama, en la piscina, con un andador...

En julio de 2019, Raquel pudo liberarse de los soportes y pararse sola por primera vez, casi cinco años después de la cirugía y de caerse en la casa.

"Fue el momento más feliz de mi vida", dice.

Ahora, Raquel muestra su recuperación en las redes sociales.

"¿Parece que bebí toda la noche? Sí... pero son cinco años sin saber lo que era caminar, así que tómenlo con calma", escribió en un video que muestra sus primeros pasos sola.

A los 25 años, con 1,72 metros y 58 kg, Raquel prepara unas memorias tituladas "Caminando en las estrellas", en la que habla del momento que pocos pueden recordar: ¿qué se siente al aprender a caminar?

"Un paso a la vez y llegamos", dice.

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