La palabra aún no está en el diccionario, pero explica un concepto que es cada vez más relevante en las conversaciones sobre feminismo.

El término sororidad, que es muy usado entre quienes estudian temas de género, poco a poco se comienza a usar fuera de círculos especializados.

"Es la amistad entre mujeres que ni siquiera son amigas", le dice la escritora y periodista peruana Gabriela Wiener a BBC Mundo.

Según explica la Fundación del Español Urgente, el origen del término sigue el mismo patrón lingüístico que fraternidad, pero en vez de la raíz latina frater (hermano), usa la voz soror (hermana), que es la misma que se usa para referirse a las mujeres que pertenecen a una comunidad religiosa, como sor Juana, por ejemplo.

"Es una hermandad como la de las monjas, pero no de las que se casan con Dios sino consigo mismas y con sus hermanas", es la analogía que usa Wiener.

Solidaridad

De manera general, la palabra alude a la solidaridad entre mujeres, algo que, según quienes analizan el tema, para algunas personas no siempre es fácil de entender.

"A las mujeres no nos educaron con los valores de la amistad sino más bien para competir entre nosotras. Por ahora tenemos que andar explicando qué es la sororidad", tuiteó en febrero la guionista y youtuber argentina Malena Pichot.

"Nos enseñan a las mujeres que debemos desconfiar de ellas, competir con ellas", dice Wiener.

De manera similar piensa la antropóloga mexicana Marcela Lagarde, quien ha sido pionera en el uso del término en América Latina.

"La cosa no es 'cómo nos queremos'; la clave está en que nos respetemos, algo difícil porque no estamos educadas en el respeto a las mujeres", escribió Lagarde un artículo del portal "Mujeres en red".

"La sororidad es un pacto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras", escribe Lagarde. "No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una".

"Nefasto"

Otras autoras, sin embargo, no se sienten cómodas con el término.

A la escritora colombiana Carolina Sanín le resulta "nefasto", según planteó en una columna de la revista Vice.

Para ella, el problema con el concepto es que proviene precisamente de una lógica patriarcal.

"Con demasiada frecuencia sirve para que unas mujeres, constituyéndose patriarcalmente en mayoría según la conveniencia, conminen a otras a que se controlen y no se opongan a otras mujeres", escribe Sanín.

"Las mujeres podríamos tratar de ser libres para admirarnos unas a otras y libres también para criticarnos conscientemente", escribe.

Por su parte, para la columnista Catalina Ruiz-Navarro, es importante no confundir la sororidad con un "apoyo ciego" entre mujeres.

"La sororidad no plantea que tengamos que ser mejores amigas ni que entre todas nos caigamos bien", le dice a BBC Mundo. "Es entender que hacemos parte de un sistema que de alguna manera a cada una nos tiene jodidas y que nos vamos a aliar para enfrentarlo".

Más allá de las distintos matices del término, lo cierto es que su uso en foros, blogs y redes sociales da cuenta de que la sororidad es parte de la conversación acerca de cómo lograr la igualdad de géneros por la que lucha el feminismo.

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