Antes de presentarse al público, la película Roma ya cosechaba elogios de los críticos. Pero después, cuando empezó a ganar algunos de los premios más importantes de la cinematografía mundial, el respaldo se multiplicó.

Ahora que la cinta del mexicano Alfonso Cuarón logró diez nominaciones y tres galardones incluyendo el de mejor director y el de película de habla no inglesa en los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood, no son pocos los que la definen como "una obra de arte".

La película, sin embargo, no ha estado exenta de críticas negativas. Hay quienes dicen su éxito se debe a una mezcla de mercadotecnia y de apelar al orgullo nacionalista mexicano.

El crítico de cine Iván Reguera la calificó de ser "aburridísima, fría, vacía" y de no tener guion.

Pero hay quienes piensan muy diferente.

Algunos destacan la textura de las imágenes filmadas en blanco y negro, que facilitan al espectador transportarse a la época que Cuarón quiere contar, los años 70 en México.

Otros se detienen en la preparación de los escenarios, con una gran cantidad de detalles y objetos aparentemente inadvertidos pero que refuerzan el momento íntimo de la casa y la historia que allí se vive.

Y otros subrayan una de las razones por las que el cineasta decidió realizar la película, que es su proyecto más personal: la decisión de hurgar en sus recuerdos personales y construir una historia que se filmó prácticamente día a día, en un "caos", como es la vida cotidiana, según reconoce Cuarón.

El resultado es la histórica nominación al premio Oscar, le dice a BBC Mundo Fernando Moreno Suárez, profesor de cine en la Universidad Iberoamericana.

"Formalmente tiene logros incuestionables, una factura impecable y un manejo del lenguaje cinematográfico muy destacado", explica.

"El fondo, lo que dice la película y la reflexión que propone la hacen muy completa".

Mudo testigo

¿Por qué algunos definen a Roma como una "obra de arte"?

Una de las razones más frecuentes es la filmación en blanco y negro, acompañada de una cuidadosa iluminación.

Según especialistas, las imágenes ofrecen una textura difícil de conseguir con una cinta en color.

El recurso de blanco y negro ayuda a crear un ambiente de nostalgia que facilita a los espectadores entender el momento en que se desarrolla la película.

En 1971 México vivía un momento complicado después de la masacre de estudiantes en Tlatelolco, ocurrida cuatro años antes.

Una nueva matanza durante el período que refleja la cinta ensombreció aún más el escenario social del país. La atmósfera que se consigue se entiende bien en México, pero eso no es todo.

"El que fuera en blanco y negro y una serie de decisiones creativas que superan los mercados hace pensar que la película puede funcionar más allá del nivel comercial", explica Moreno Suárez.

A esto contribuye la puesta en escena, con secuencias largas o tomadas desde la distancia que comparten la emoción del momento.

La cámara parece apartada, como si fuera testigo silencioso de los movimientos de la familia que retrata, dice el crítico Manú Yáñez.

Por momentos la distancia con que se toman las imágenes hace olvidar al espectador que hay una cámara que lo guía en el relato, dice por su lado la especialista Raquel Hernández Luján.

Es una de las razones por las que Roma fue nominada al Oscar por mejor fotografía, coinciden los críticos. Y esta fue, precisamente, una de las tres estatuillas que conquistó finalmente.

"Reconstruyó una ciudad que ya no existe"

Uno de los aspectos que más se destaca es la forma como se realizó la ambientación de la película.

Durante meses el equipo de producción del cineasta recorrió mercados, mueblerías y hasta tiendas de antigüedades para encontrar un mobiliario similar al que existía en la casa de Cuarón.

También hubo especial cuidado en los juguetes y utensilios que aparecen en el filme. Son casi idénticos a como los recuerda el cineasta.

En la filmación aparecen detalles como una ventana sucia, ropa en el piso o la imagen de un avión comercial de la época reflejado en el agua con que se limpia el garaje.

A esos detalles se añaden los sonidos de la calle, muy distintos a los que se escuchan ahora en México. Las canciones y mensajes comerciales de la radio también son de esa época.

Otro de los puntos clave es la ambientación del entorno político que vivía Ciudad de México esos años, y que se reflejan en dos escenas.

Una es cuando Cleo, la protagonista, viaja a los suburbios de la capital para buscar a su novio.

Las imágenes muestran los días en que se fundó Ciudad Nezahualcóyotl, actualmente con tres millones de habitantes.

El municipio se creó con la invasión de miles de familias a campos de cultivo y el lecho salitroso de lo que era el lago de Texcoco.

En la película se ve a Yalitza Aparicio, quien interpreta a Cleo, caminar en terrenos con lodo o bajo nubes de polvo, como era Nezahuacóyotl en 1971.

La otra escena es la recreación de la masacre de estudiantes del 10 de junio de ese año, conocida como El Halconazo.

Las imágenes que se muestran surgieron a partir del análisis de cientos de fotos y el testimonio de sobrevivientes.

Incluso los automóviles que se muestran, las varas de bambú y las armas que portan los agresores son muy similares a las usadas en la matanza.

Esa meticulosidad en los detalles es una de las razones de la nominación al Oscar por diseño de producción, dicen especialistas.

"Se logró recuperar y reconstruir una ciudad que ya no existe" dice el profesor Moreno Suárez.

"Es una reconstrucción de la colonia Roma pero también de la atmósfera muy particular que vivimos los que crecimos en Ciudad de México en los años 70".

Una apuesta que tuvo su riesgo, añade el especialista. Después de ganar el Oscar como mejor director por la cinta Gravedad, Cuarón tenía la posibilidad de filmar lo que quisiera.

Y lo que decidió fue una película que representó un viaje a su infancia y filmada en blanco y negro, recuerda Fernando Moreno.

"Alfonso Cuarón ha dirigido una verdadera obra maestra del cine", define Raquel Hernández. "Una de esas películas que ya no se hacen".

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