El equipo detrás de la película biográfica "Rocketman" ha logrado la hazaña más asombrosa.
Contra todo pronóstico, se las han arreglado para producir un musical de grandes éxitos de dos horas, que convierte a uno de los artistas más extravagantes, dotados y carismáticos de la era moderna en un personaje algo aburrido.
Se han escrito y dicho muchas palabras sobre Sir Elton John a lo largo de sus 50 años en el mundo del espectáculo, pero "aburrido" no suele estar entre ellas.
Sin embargo, no hay otra alternativa que invocarla en este caso.
Es como si el personaje del showman al piano quedara aplanado por una prensa para pantalones cada vez que estaba a punto de alcanzar la tridimensionalidad.
Elton John es interpretado por el actor británico Taron Egerton.
El filme consiste en un recuento hollywoodense de la historia de la vida de la estrella del pop. Pero si bien el actor logra sacar a relucir el agudo sentido del humor del cantante, no consigue desnudar su alma.
Algo que no ayuda es que se asemeje más a Phil Collins que a Elton John cuando está fuera del escenario, y no muy diferente al personaje de televisión infantil de la década de 1980, Timmy Mallet.
Alcohol, droga, sexo, bulimia
La película comienza con el tipo de episodio con el que continúa hasta el final.
Elton John se encuentra en una terapia de grupo hablando de sus adicciones: al alcohol, las drogas, el sexo, la bulimia, las compras. Mientras tanto, los otros integrantes no tienen oportunidad de participar en la charla, pues el hombre de Pinner, Inglaterra, no deja de hablar de sí mismo.
Cada vez que aparece este grupo de terapia a lo largo de la película, vemos que los cambios de ropa del cantante develan más su esencia: primero un atuendo de diablo con alas, que representa un Elton fingido, hacia una bata marrón lúgubre, que representa un Elton más real, despojado de artificio.
Estos son los elementos que se usan para revelar la verdadera identidad del showman. Solo que nunca logran revelarla.
Pasamos de la historia de la adicción a la historia de fondo por un tiempo, hasta que las dos se vuelven una y todo lo bueno de la película (la calidez, el humor autocrítico, segmentos continuos entre la música, la acción y el tiempo) se pierde en otra escena de Elton Hercules John siendo extravagante.
Se trata de un cliché propio de las estrellas del rock and roll, en el mejor de los casos, pero se sobreexplota aquí hasta el punto de sugerir (ridículamente) que es lo único interesante que decir o revelar acerca de un hombre sensible y artístico bendecido con un talento especial para tocar los corazones y las mentes de millones de personas en todo el mundo.
Efectos visuales innecesarios
Es una pena, porque una potencialmente gran película ha quedado enterrada bajo las botellas vacías de vodka.
En el filme se vislumbra todo lo que pudo haber sido, cuando vemos la versión temprana de "I Want Love" (Quiero amor) cantada como una pieza de conjunto por un Elton niño, su distraída madre (Bryce Dallas Howard), su distante padre (Steven Mackintosh) y su compasiva abuela (Gemma Jones) -todos ellos necesitados de un poco de amor-.
Aquí apreciamos los orígenes desde los que un joven tímido y regordete llamado Reginald Dwight se convirtió en la superestrella Elton John.
Un terreno fértil para un biopic decente, en el que "Rocketman" podría haber florecido si no hubiera sido asfixiado por el recuento de una saga de adicciones que atraviesa la película como una hierba mala.
Hay momentos de genuino drama cinematográfico, la mayoría de los cuales ocurren en la primera mitad de la película.
Una parte memorable, en particular, tiene lugar en el legendario club de cantautores de Doug Weston, en West Hollywood.
Es agosto de 1970 y Elton John y su compañero compositor Bernie Taupin (interpretado por Jamie Bell) le están dando una primera oportunidad a Estados Unidos.
Bernie viene corriendo detrás del escenario del bar para decirle a Elton que Neil Diamond y la mitad de los Beach Boys están afuera esperando escucharlo tocar.
La noticia deja paralizado al cantante ya nervioso, quien se esconde en el baño antes de ser persuadido a salir triunfante al escenario y cantar "Crocodile Rock".
El espectador está cautivado. La escena es genial. Este es el momento en que Elton John despega. Y entonces...
El director Dexter Fletcher (a quien le encargaron completar la película biográfica de Queen, "Bohemian Rhapsody", después de que despidieran a Bryan Singer) emplea metáforas visuales innecesarias haciendo que nuestra estrella recién descubierta flote en el cielo, mientras su embelesada audiencia también levita en el aire.
Una oportunidad perdida
"Rocketman" está lejos de ser un desastre, pero es una decepción. Una oportunidad perdida.
El guión de Lee Hall es bueno, la actuación es buena, la dirección es buena y la música es genial (aunque Taron Egerton no puede vender una canción como Elton John, pero pocos pueden).
El problema de la película es su superficialidad. Vemos mucho a Elton John, pero nunca llegamos a conocerlo.
Todas las drogas y el sexo dan una ilusión de sinceridad, pero en realidad se trata de una máscara que esconde cosas.
El elemento "de pobre a rico" se trabaja de una manera bastante superficial, aunque es realzado un poco por la forma en que el repertorio de John/Taupin está perfectamente entretejido con el fin de tener un énfasis dramático.
Pero supongo que eso es lo que obtienes cuando el sujeto de una película biográfica es también su autorizador y productor ejecutivo (el esposo del cantante, David Furnish, también figura en los créditos como productor). La distancia crítica es algo difícil de lograr en estas circunstancias.
Tal vez lo que él buscaba lograr era una pieza de acompañamiento para el filme Billy Elliot, una historia que él ha dicho que refleja la suya.
La presencia de Lee Hall y Jamie Bell (ambos alumnos de Billy Eliot, como Elton John, quien además proporcionó canciones para el musical) sugiere que ese podría haber sido el caso.
Si es así, "Rocketman" no se quedó lejos. Tiene mucho para disfrutar. Pero sí ha sido un fallo.