Una noche de enero de 1864, en algún lugar al sudeste del Cuerno de África, ocurrió algo inexplicable.
"Toda la faz de la naturaleza parecía cambiada", escribió el capitán Raphael Semmes del buque Alabama.
"Alrededor del horizonte había un resplandor tenue, o rubor, como si hubiera una iluminación distante, mientras que arriba había un cielo oscuro y espeluznante".
El Alabama había pasado "de repente del agua azul profunda en la que habíamos estado navegando, a una mancha de agua tan blanca que me sobresaltó", y viajó "iluminado por el resplandor enfermizo y sobrenatural de un mar fantasma" durante varias horas hasta que todo terminó tan repentinamente como había empezado.
Semmes y su tripulación habían sido unos de los pocos testigos presenciales en la historia de un peculiar fenómeno: un misterioso brillo en mar abierto ocasionalmente visible por la noche conocido como mar lechoso.
Aguas resplandescientes
Los que resplandece naturalmente siempre nos maravilla, y cuando se trata del mar, el efecto puede ser aún más asombroso.
Las criaturas bioluminiscentes que lo habitan ofrecen espectáculos tan mágicos como el de los mares de Ardora, en los que las chispas del mar se iluminan al ritmo de las olas o nuestros pasos en la arena.
Pero el fenómeno de los mares lechosos ha sido elusivo.
A pesar de que se menciona esporádicamente en la literatura marítima y la ficción, pocos lo han visto. Y quienes lo describieron no hablaban de una bioluminiscencia corta, limitada y reactiva ni de destellos de azul verdoso, que es lo más común.
Hablan de "un mar de blancura láctea, como si desde los promontorios cercanos vinieran manadas de peinados osos blancos a nadar a su alrededor", como escribió Herman Melville, en su "Moby-Dick" de 1851.
Sorpresa
Una noche de agosto de 2019, Naomi McKinnon estaba en cubierta del yate Ganesha cuando el Océano Índico se encendió.
"Tres de la tripulación estábamos de guardia navegando el bote durante la noche, asegurándonos de mantener el camino correcto hacia las Islas Cocos, y de repente, el océano comenzó a verse realmente extraño.
"Nos preguntamos ¿qué le pasa a nuestros ojos? ¿Por qué se ve tan raro?'
"Y a medida que navegamos más, el resplandor se volvió más intenso. No teníamos ni idea de qué estaba pasando", le contó a la BBC.
La tripulación despertó al capitán Johan Lemmens.
"Al salir vi que el mar estaba iluminado como si hubiera grandes proyectores de luz bajo el agua.
"Visualmente parecía que el barco flotaba más alto de lo usual y que navegábamos por un campo de nieve que resplandecía con el brillo de la Luna.
"Y las olas de proa eran negras, lo cual fue una experiencia espeluznante porque normalmente las olas de proa son siempre blancas y el mar es negro".
McKinnon dijo que el color del océano era "un verde blanquecino, como el de las pegatinas que brillan en la oscuridad", y que no se trataba de una película de brillo en la superficie.
"Lo sabemos porque el inodoro del barco estaba descargando agua brillante y el bote tomaba ese agua desde al menos un metro por debajo del nivel del mar".
¡Una forma novedosa de hacer ciencia!
Tiraron luego un cubo al agua para examinarla más de cerca.
"Al principio, no podíamos ver un resplandor. Pero cuando dejábamos que el agua se asentara, el brillo se hacía más intenso.
"Cuando mirabas el agua en el cubo tenía como pequeñas motas de luz, pero desde la cubierta, el océano parecía homogéneo".
Y no era sólo un parche alrededor del barco.
"Veíamos el brillo de horizonte a horizonte. Todo el océano que podíamos ver resplandecía.
"Estábamos totalmente cautivados. Fue extremadamente bello y tranquilo. Además, era una hermosa noche para navegar, así que quedamos asombrados por esa increíble experiencia".
Serendipia
Naomi buscó explicaciones en internet una vez que regresó a la costa.
Un día se encontró con un informe del experto en observación de la Tierra Steve Miller, de la Universidad Estatal de Colorado, quien había visto el mismo evento de resplandor en la costa de Java, pero desde un satélite.
"El mar lechoso es mi ballena blanca", le dijo a la BBC Miller, haciendo referencia a la obsesión del capitán Ahab en la clásica novela de Melville.
"El año pasado, informamos sobre una nueva generación de satélites que estábamos tratando de usar para encontrar mares lechosos. De hecho, afirmamos haber visto algunos mares lechosos, a pesar de no tener confirmación desde la Tierra.
"Hicimos todo lo posible para asegurarnos de que lo que estábamos viendo fueran emisiones de luz de la superficie, pero, como científico, nunca sabes si puedes afirmar al 100% que lo que crees que viste es de hecho lo que estabas viendo", explica Miller.
"Nos hubiera gustado contar con datos desde el agua para respaldar lo que vimos desde el aire, pero era difícil ponerse en contacto con los barcos o personas que pudieran haber presenciado algo. Así que tomamos el riesgo calculado de publicar el trabajo con la esperanza encontrar a alguien que lo hubiera visto".
Y eso es exactamente lo que sucedió.
"Me sentí muy aliviado cuando Naomi se puso en contacto conmigo".
"El informe del Ganesha proporcionó la primera confirmación visual de que nuestra nueva generación de sensores satelitales puede detectar mares lechosos de forma autónoma.
"El resultado realmente importante aquí es que con la confirmación de la superficie ahora tenemos confianza en las mediciones satelitales no sólo para detectar este fenómeno y estudiarlo remotamente, sino también para guiar a los buques de investigación para que se metan en los mares lechosos y aprendan mucho más sobre ellos".
Y hubo datos que inmediatamente se pudieron precisar tras ese encuentro, reportados en "Encuentro en barco con el mar lechoso bioluminiscente de Java de 2019: las vistas desde la cubierta confirman la detección por satélite" de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) .
Naomi, por ejemplo, contaba que el mar brillaba hasta donde alcanzaba la vista. Con observaciones satelitales fue posible tener una idea más precisa del área de extensión.
"Esa es una de las grandes perspectivas que se pueden obtener desde 834 km arriba en el espacio. El mar lechoso que atravesaron al sur de Java fue de unos 100.000 kilómetros cuadrados. Al menos esa era el área que podía ser vista por el satélite.
"Es una extensión notable de agua brillante y, de hecho, los relatos históricos de los mares lechosos que se remontan a siglos han dado prácticamente el mismo tipo de descripción en términos de su experiencia a su alrededor".
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El biólogo marino Kenneth Nealson, quien durante mucho tiempo ha colaborado con Miller en el estudio de mares lechosos, detectó otro detalle clave.
Antes del evento al sur de Java, había habido una floración masiva de algas en el área.
Nealson, quien ha investigado bacterias oceánicas bioluminiscentes que se alimentan de algas muertas, le dijo a la BBC que el resplandor es para atraer a los peces por la noche para que se las traguen.
"La mayoría de estas bacterias que son capaces de brillar son la E coli del mar, son las bacterias intestinales de los peces.
"Cuando nosotros defecamos E coli, lo que estas bacterias quieren es volver a estar en las entrañas de un humano.
"En el océano, si pueden encontrar una partícula de proteína, digamos un plancton muerto, y hacerla brillar, les conviene pues en el océano el brillo es señal de que hay algo bueno para comer".
Así que el resplandor es como un anuncio publicitario de luces.
"Exáctamente".
Manchas brillantes individuales de algas muertas pueden ser tragadas rápidamente por los peces, para nunca ser vistas por un marinero que pasa.
Pero una floración masiva abrumará su apetito, y esa podría ser la razón de que el mar comience a brillar.
"Es básicamente como hacer un cultivo de estas bacterias, pero en lugar de ser en 100 mililitros como en un laboratorio, es en 100.000 kilómetros cuadrados.
"Eso es lo milagroso de estas floraciones de algas, cuando obtienes ciertas áreas de surgencia (cuando masas muy profundas de agua suben a la superficie) y todos los nutrientes que surgen en las algas simplemente comienzan a crecer como locos", dice el biólogo.
"Son cientos de billones de partículas, todas brillando al mismo tiempo, mezcladas con el agua e impartiendo esta apariencia de brillo uniforme. Eso es lo que creemos que es el proceso para nuestra interpretación visual de un mar lechoso", agrega Miller.
Entre la ciencia y el mito
No es de extrañar que algo tan llamativo como eso fuera registrado en el pasado por los marineros que lo vieron pero "fue un tema que se movió en los márgenes del folclore marítimo y el conocimiento científico durante mucho tiempo".
Y aún quedan incógnitas por resolver.
"No ha habido muchas observaciones de naturaleza científica del fenómeno, han sido en su mayoría historias anecdóticas de marineros a lo largo de los siglos, en las rutas comerciales, principalmente del Océano Índico".
"Y no son muy comunes a nivel mundial. Tal vez veamos uno o dos mares lechosos por año, si tenemos suerte. Pero hemos visto ejemplos de mares lechosos que duran tan poco como un día o dos, hasta 45 días o más... ¡aquel por el que navegó el Ganesha, por ejemplo, duró unas 60 noches!.
"Es genial pues ahora podremos seguir estudiándolos desde el mar y el cielo hasta llegar a comprenderlos".