La erupción de un volcán es un fenómeno que siempre causa alerta o al menos llama la atención.
Pero los volcanes submarinos, que generan el 80% de las erupciones en el planeta, muchas veces pasan desapercibidos.
Pero esta vez es distinto.
Un grupo de científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) descubrieron la erupción volcánica submarina más profunda de la que se tenga registro.
Entre los científicos suele decirse que conocemos más sobre la superficie de la Luna que sobre el fondo del mar, así que este hallazgo es un gran paso para saber más sobre lo que ocurre a miles de kilómetros bajo nuestros pies.
Por casualidad
Los científicos del NOAA estaban explorando la fosa de las Marianas, la zona más profunda del planeta.
La fosa está ubicada en el Océano Pacífico, cerca de Filipinas, y alcanza los 11.000 metros de profundidad.
Es una zona muy poco explorada, cerca de la frontera de una placa tectónica con una cadena de montañas y volcanes.
Con la ayuda de vehículos robóticos, los exploradores iban en busca de fuentes hidrotermales, que son grietas a través de las cuales fluye agua caliente desde el interior de la Tierra.
La sorpresa llegó cuando al ver las imágenes que habían tomado los robots.
Ahí se dieron cuenta de que a unos 4.000 metros de profundidad había acumulaciones de lava, que según sus cálculos, habían ocurrido solo meses antes de que las vieran.
"No estábamos buscando la erupción", le dice a BBC Mundo William Chadwick, investigador del NOAA. "Simplemente nos tropezamos con ella".
Lo reciente que era la erupción fue otra sorpresa, pues quienes estudian las erupciones submarinas normalmente deben guiarse por erupciones mucho más antiguas.
Almohadas de lava
A esas profundidades el agua es helada, apenas por encima del punto de congelación. Por su parte, cuando un volcán erupciona emana lava que está alrededor de los 12.000ºC.
Cómo es solo una erupción en medio de un océano helado, el agua "abruma la lava", según explica Chadwick. Así, cuando la lava se enfría, se forma una "corteza vidriosa" que en su interior sigue manteniendo lava caliente por días o semanas.
El resultado es lo que los expertos llaman "almohadas de lava", por su forma acolchada.
Según lo describe Chadwick, estos cojines de lava que se enfrían rápidamente tienen una apariencia vidriosa, entre negra y brillante.
En total, esta erupción formó una cadena de montículos de almohadas de lava de más de 7 kilómetros de longitud
Para Chadwick y su equipo, las imágenes que lograron son una oportunidad para entender mejor cómo se comportan estos ecosistemas y cómo las especies que los habitan logran adaptarse a condiciones con temperaturas extremas y altas presiones.