¿Has trabajado más de ocho horas sin pararte del escritorio?

Es posible que sí. Y además, es posible que no te hayas tomado ni el tiempo para almorzar.

La pregunta es si efectivamente este tipo de hábitos laborales, cada vez más comunes, aumentan tu productividad. Y la respuesta que dan los expertos suele ser un rotundo no.

Un estudio elaborado por la organización letona Draugiem Group (que agrupa a varias startups) detectó que una larga jornada no mejora tu rendimiento. Lo que realmente importa, dice la investigación, es cómo divides el tiempo de trabajo y la estructura que le das al desarrollo de tus tareas.

Lo que concluyeron fue que aquellas personas que hacen pausas programadas en su rutina, demostraron ser más productivas que aquellos que trabajan más horas.

Para ser más exactos, el estudio propone seguir la regla del 52-17, que básicamente significa trabajar con máxima dedicación 52 minutos y descansar 17.

"No es que el trabajo de ocho horas al día esté obsoleto, es que ha cambiado hacia un modelo de horas flexibles", le dice a BBC Mundo Artis Rozentals, director ejecutivo de DeskTime, Draugiem Group.

"Un consejo para los trabajadores es que vean cuál su rendimiento diario y analicen cómo usan el tiempo".

Monitoreo productivo o espionaje

La otra cara de este asunto es que las propias empresas monitoreen la manera en que cada empleado utiliza su tiempo.

Pero en este caso, ese seguimiento puede ser polémico, dado que probablemente no todas las personas se sentirían felices de que su empleador sepa exactamente lo que hicieron cada minuto del día.

"Para mi sería como un espionaje, la verdad es que no me sentiría cómodo", dice un empleado que trabaja en un banco estadounidense.

De hecho, cualquier empresa puede instalar un software que le permita saber lo que hizo cada empleado durante su jornada laboral, explica Rozentals.

"La empresa puede saber si has usado tu tiempo en tareas relacionadas con el trabajo o en asuntos personales".

"También le permite a la compañía contabilizar el tiempo utilizado en un proyecto específico para calcular el costo de ese proyecto", agrega.

La "técnica del tomate"

La idea de hacer pausas laborales no es nueva. La han recomendado varios estudios psicológicos e incluso un consultor italiano, Francesco Cirillo, ha propuesto la idea de trabajar 25 minutos y descansar cinco.

Lo llamó la "técnica del tomate" porque cuando él mismo la puso en práctica, utilizaba un reloj de los que se usan en las cocinas para hacer las recetas, que tenía forma de tomate.

Los críticos dicen que en muchas profesiones esa técnica es impracticable.

Por ejemplo, un cirujano no va a detener sus operaciones, ni un piloto va a parar un avión; lo mismo que un abogado o un vendedor, no le pueden decir a un cliente que no lo atenderán porque están en sus "minutos del tomate".

Pero los que defienden las pausas programadas, insisten en que el cerebro humano no está preparado para estar concentrado en la misma tarea por ocho horas seguidas y que no es bueno para el cuerpo estar ocho horas sentado en una silla.

Y desde un punto de vista médico, el horario flexible ha mostrado un impacto positivo en la vista, la espalda, la circulación sanguínea y los niveles de estrés.

Quizás el debate está más centrado en la invención de reglas que no a todos los empleados les sirven, considerando que los períodos de concentración de las personas son distintos, al igual que las exigencias laborales.

Puede ser que personalmente no te funcione el 52-17, pero puede ser interesante explorar cuál es tu mejor manera de dividir el tiempo. Es decir, que crees tu propia regla.

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