Una vez, en un restaurante en La Haya, Países Bajos, una mujer me felicitó por mi hijo, que tenía tres meses. "Qué niño tan encantador", dijo. "Parece muy alerta. Debe ser muy inteligente".

Me sentí halagada, por supuesto. Pero luego se me ocurrió que el comentario de la mujer era indicativo de cómo está cambiando la crianza de los hijos en Europa.

Criar a un niño tiene variaciones geográficas. En 2009, un estudio realizado por un grupo internacional de académicos analizó los rasgos que los padres en diferentes países querían que sus hijos tuvieran.

Los padres holandeses, por ejemplo, se centraron en descanso, limpieza y rutina. Los italianos preferían que sus hijos fueran ecuánimes, equilibrados y "simpáticos". Los padres estadounidenses tenían más probabilidades de querer que sus hijos fueran "inteligentes" o "cognitivamente avanzados".

La preferencia de EE.UU. representa el cambio en la crianza estadounidense: la transición de los niños que se quedaban solos en casa después de la escuela, en la década de 1980, a los niños con padres helicópteros de hoy en día.

La crianza de los hijos en Europa ha sido tradicionalmente más relajada, pero las cosas también están cambiando. Más padres están adoptando el estilo de crianza intensivo común en EE.UU.

Entonces, ¿a donde va EE.UU. irá Europa? ¿la crianza intensiva está aquí para quedarse?

Más tiempo con los hijos

"[La crianza intensiva] es un tipo de crianza que requiere una cantidad significativa de tiempo y dinero", dice Patrick Ishizuka, profesor de sociología en la Universidad de Washington en St. Louis, EE.UU., que estudia la crianza intensiva.

Incluye programar a los niños para múltiples actividades extracurriculares, así como abogar por sus necesidades y talentos en las escuelas y otras instituciones.

"Lo describiría como el modelo cultural dominante de paternidad en Estados Unidos en este momento", dice Ishizuka.

Pero no es solo EE.UU. Los padres en los países desarrollados de todo el mundo pasan más tiempo con sus hijos, según un estudio de 2016 realizado por académicos estadounidenses e italianos.

Al estudiar a los padres en 11 países ricos y comparar los resultados con los datos de 1965, descubrieron que las madres dedicaban una hora más en promedio por día a la crianza de los hijos, mientras que el tiempo de los padres con sus hijos había aumentado de solo 16 minutos a 59 minutos en 2012 (el único país que rompió la tendencia fue Francia).

El aumento se registró en padres de todos los orígenes sociales, aunque los padres más educados dedicaban más tiempo al cuidado de los niños.

Una de las autoras del informe, Judith Treas, dijo que el tiempo que los padres pasaban con los niños "se consideraba crítico para obtener resultados cognitivos, conductuales y académicos positivos".

Estas creencias, dijo, "se han arraigado entre los residentes mejor educados de los países occidentales y también se están difundiendo a sus contrapartes que tienen menos escolaridad".

Preocupación por la desigualdad

Vivo en los Países Bajos, un país conocido por su enfoque relajado para criar niños, como se describe en el libro "Los niños más felices del mundo", de Rina Mae Acosta y Michele Hutchison.

Los padres holandeses, dicen, dan mucha libertad a sus hijos. Sin embargo, están ocurriendo algunos cambios.

El tiempo de los niños está cada vez más programado.

Una madre me dijo que sentía que todo lo que hacía con sus hijos tenía que "ser increíble", mientras que una maestra de ballet se sorprendió cuando mi hija cambió el ballet por la natación, en lugar de sumar otra clase a sus actividades.

Un estudio reciente respaldado por el gobierno descubrió que, si bien los jóvenes seguían siendo felices, sentían mucha más presión académica.

Esta tendencia de cambio es visible en otras partes de Europa, dice Frederick de Moll, un investigador alemán de la Universidad de Luxemburgo interesado en el estudio de cómo la economía afecta la crianza de los hijos.

"En el pasado, el papel de los padres era garantizar que sus hijos estuvieran bien físicamente, que se desarrollaran bien mentalmente y que la parte de aprendizaje, la parte educativa, sea tarea de las escuelas", dice.

Pero los padres ahora están más involucrados con el aprendizaje de sus hijos y "tratan de interactuar más con los maestros".

Él cree queel aumento de la desigualdad, incluso en Europa, hace que los padres sientan que necesitan ayudar a impulsar la educación de sus hijos, una opinión compartida por Matthias Doepke, investigador que vive en EE.UU. y coautor del libro "Amor, dinero y crianza de los hijos: cómo la economía explica la forma en que criamos a nuestros hijos".

"Si la desigualdad es muy alta, desde la perspectiva de los padres se vuelve muy importante que los niños no se queden atrás. Por lo tanto, los padres asumirán un estilo de crianza más intenso y más orientado al éxito", explica Doepke.

Prácticas de apego

Sin embargo, la crianza intensiva se está arraigando en sociedades que son conocidas por sus generosos sistemas de bienestar, destinados a reducir la desigualdad.

Un estudio realizado en Suecia en 2016 encontró que la mayoría de los padres creían que las actividades extracurriculares ayudarían a los niños a desarrollar habilidades útiles y que facilitar esto era parte del ideal de paternidad y maternidad.

Aunque hubo excepciones y variaciones, los padres de clase media y trabajadora compartieron algunas opiniones similares.

"Esta superposición indica que el cultivo concertado [un enfoque de crianza intensiva] es un estilo que influye en la cultura general de crianza en Suecia", se lee en el estudio.

Islandia, otra nación con una desigualdad relativamente baja, está experimentando un aumento en las prácticas de apego, como la lactancia materna prolongada, según descubrió Sunna Símonardóttir, de la Universidad de Islandia, en un estudio reciente (esta experta ve a las prácticas de apego como un tipo de crianza intensiva).

Ideal de los preescolares

En su libro de 2003 "Infancias desiguales", la socióloga Annette Lareau descubrió que la paternidad y la clase social estaban íntimamente entrelazadas.

Los padres de clase media participaron en un estilo de crianza más intensivo, mientras que sus contrapartes de bajos ingresos tuvieron un enfoque de menos intervención.

Pero Linda Quirke, profesora de sociología en la Universidad Wilfrid Laurier que estudia consejos para padres, dice que la distinción puede ser borrosa y que la crianza intensiva se estaba adoptando "en diferentes grupos donde ni siquiera estaba sucediendo antes".

El estudio sueco que encontró algunas actitudes compartidas hacia las actividades extracurriculares en distintas clases sociales sugirió que los centros preescolares desempeñaban un papel en la configuración de las perspectivas de crianza, incluida la crianza intensiva.

"Los niños suecos pasan la mayor parte de sus días de semana en guarderías. Por lo tanto, los padres y los niños están expuestos a los ideales de infancia y paternidad comunicados por maestros de preescolar altamente educados", informa el estudio.

La investigación también sugirió que algunos padres de clase trabajadora pueden inscribir a los niños en actividades adicionales para evitar ser vistos como padres irresponsables.

Más consejos

Otros expertos señalan como factor de influencia el gran volumen de libros para padres, publicaciones en blogs y artículos disponibles para quienes crían familias.

"Los libros de consejos son cada vez más largos, lo que sugiere que sí, los consejos para padres están proliferando", dice Linda Quirke.

Ella cree que aunque los padres sean escépticos de los consejos de expertos, igual se ven influenciados por ellos.

"Escuchan el consejo y dicen 'ah, la gente está haciendo esto'. Así que es importante ver los consejos como parte del contexto dentro del cual los padres están criando a sus hijos", señala.

¿Sobrevivirá la crianza intensiva?

La intensificación de la crianza de los hijos tiene consecuencias para las naciones, los padres y los niños.

Uno de los problemas es que aumenta la desigualdad económica.

En la década de 1960, por ejemplo, cuando había menos énfasis en desarrollar los talentos e intereses de los niños, los padres de todas las clases sociales gastaban cantidades similares de tiempo y dinero en sus hijos, dice Ishizuka.

La crianza intensiva también puede pasar factura a los padres, especialmente a las madres que aún llevan la peor parte del trabajo relacionado con el cuidado infantil. Un estudio de 2012 muy mencionado por tres académicos de EE.UU.mostró que cuanto más intensa es la crianza, más deprimida y ansiosa es la madre.

Sin embargo, muchos padres creen que es su deber. En 2019, Ishizuka examinó las actitudes sobre las normas parentales en todas las clases sociales en EE.UU. Su estudio encontró que los padres expresaron "un apoyo notablemente similar para la maternidad y paternidad intensiva".

Los participantes del estudio veían a las madres y los padres como ideales si elegían opciones de crianza intensiva en determinadas situaciones y los desaprobaban cuando no lo hacían, dice.

Sin embargo, De Moll cree que los europeos probablemente sean más relajados en cuanto a sus estilos de crianza.

"No hay necesidad de temer que el hijo de uno se quede atrás a menos que su familia ya esté en riesgo por circunstancias socioeconómicas adversas", dice.

Y tal vez el péndulo de la crianza retroceda en el futuro si se debe tomar en cuenta que los estresados padres estadounidenses están consumiendo libros sobre estilos de crianza holandeses, alemanes y franceses.

* Este artículo es una adaptación de una nota original de BBC Worklife que puedes leer aquí.

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