Cuando, en diciembre de 1896, Alfred Bernhard Nobel murió, dejó una de las más grandes fortunas privadas del mundo, y en su testamento, una gran sorpresa... que para algunos fue una gran desilusión.
Su riqueza estaba vinculada a participaciones en la compañía petrolera rusa Baku Petroleum y un centenar de fábricas de municiones y dinamita en Europa, América del Norte y del Sur, Australia y Sudáfrica.
Nobel tenía también participaciones sustanciales en varias compañías mineras, propiedades en San Remo, París y Suecia, así como un criadero de caballos y un yate.
Eso sin contar los ingresos de sus 355 patentes internacionales, resultado palpable de lo que lo había hecho famoso: desarrollar nuevos tipos de explosivos, como la gelatinosa gelignita y la pólvora sin humo llamada balistita.
Y en 1867, había inventado la dinamita, que era ampliamente utilizada tanto en la construcción como en los conflictos armados.
La guerra y la paz
Su vida y fortuna habían girado en torno a la destrucción y todo indicaba que sería recordado por sus aportes a la guerra, a pesar de ser algo que él mismo había calificado alguna vez como "el mayor de todos los delitos".
En cartas a su cercana amiga Bertha von Suttner, una condesa austriaca recordada por haber escrito una novela contra la guerra llamada "Bajen las armas", Nobel no mostraba remordimiento por su trabajo en la industria de armamentos.
Para él, el desarrollo de armas más sofisticadas podría servir como elemento disuasorio contra los conflictos.
"Mis fábricas pueden poner fin a la guerra antes que los congresos", le escribió a Suttner en 1890. "Porque el día en que dos ejércitos sean capaces de destruirse en un segundo, todas las naciones civilizadas evitarán la guerra y despedirán a sus tropas".
Su nombre estaba estrechamente vinculado con el arte de la guerra.
Y así habría quedado de no ser por un documento que había firmado en París en noviembre de 1895.
Su última voluntad
Para el desagrado de sus familiares, quienes intentaron que se declarara inválido, el testamento reveló planes que Nobel había mantenido en secreto.
"La totalidad de mi patrimonio realizable restante se dispondrá de la siguiente manera: el capital, invertido en valores seguros por mis ejecutores, constituirá un fondo, cuyos intereses se otorgarán anualmente como premios a quienes, durante el año anterior, hayan conferido el mayor beneficio a la humanidad.
El interés se dividirá en cinco partes iguales, que se distribuirán de la siguiente manera:
- una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento o la invención más importante en el campo de la física;
- una parte a la persona que haya realizado el descubrimiento o invento químico más importante;
- una parte a la persona que haya hecho el descubrimiento más importante dentro del dominio de la fisiología o medicina;
- una parte a la persona que en el campo de la literatura debe haber producido la obra más destacada de una tendencia idealista;
- y una parte a la persona que haya hecho el mayor o el mejor trabajo para la fraternidad entre naciones y la abolición o reducción de ejércitos permanentes y la formación y difusión de congresos de paz.
Y ya
Como ves, históricamente, Alfred Nobel nunca instituyó un premio en economía.
De hecho, durante casi 7 décadas desde 1901, cuando se otorgaron los primeros premios, esa disciplina estuvo ausente en la celebración anual de grandes logros de personas u organizaciones más conocida a nivel global.
No fue hasta 1968 que el Banco de Suecia decidió crear el premio de economía en memoria del gran regalo de Alfred Nobel.
Aunque el galardón iba a ser administrado por la Real Academia de Ciencias de Suecia y otorgado al mismo tiempo que los verdaderos premios Nobel, el premio de Economía es en realidad el "Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel".
El premio ha sido controvertido incluso entre los economistas ganadores.
En el banquete de los Nobel de 1974, el célebre economista y filósofo anglo-austriaco Friedrich Hayek dijo que nunca habría aconsejado la creación del premio, ya que "el premio Nobel le otorga a una persona una autoridad que, en economía, ningún hombre debería poseer".
La otra área en particular excluida por Nobel fue la Matemática. Esa omisión ahora está cubierta por el Premio Abel del gobierno de Noruega, diseñado para ser el "Nobel de las Matemáticas".