Cuando se trata de nuevos fármacos o nuevos tratamientos médicos, los que se benefician en mayor medida son los hombres.

Esta es la conclusión de un nuevo estudio que evaluó las consecuencias de utilizar ratones macho para probar nuevas drogas, antes de que se sometan a ensayos clínicos con seres humanos.

Más de las tres cuartas partes de estos estudios utilizan animales macho por temor a que el ciclo hormonal de las hembras afecte el resultado de los experimentos.

Y, las conclusiones que se extraen de las investigaciones con machos, se extrapolan a las hembras.

Sin embargo, según señala Natasha Karp, investigadora del Instituto Wellcome Trust Sanger en Cambridge, Reino Unido, y autora principal del estudio, este argumento no tiene validez.

La razón, asegura, es que los machos varían en muchos otros aspectos y por ende pueden hacer variar también -al igual que las hembras- los resultados de las investigaciones.

La única forma de optimizar una investigación para ambos sexos, dicen los investigadores, es utilizando ratones macho y hembra.

Media historia

Karp y sus colegas analizaron más de 230 características físicas en cerca de 14.000 ratones de ambos sexos.

Observaron diferencias relativas al sexo en el 57% de los rasgos cuantificables, como los niveles de colesterol o la masa corporal- y un 10% en rasgos como la forma de la cabeza, el pelaje o las patas.

En otros 40.000 ratones notaron que, cuando desactivaban ciertos genes, los efectos variaban también según el sexo.

Esto, dice Karp, evidencia cómo las enfermedades genéticas pueden manifestarse de forma diferente según el género del ratón, y por esta razón, necesitarían recibir tratamientos diferentes.

El sexo, afirman, influencia la prevalencia, el curso y la severidad de la mayoría de las enfermedades comunes, incluidas las enfermedades cardiovasculares, las autoinmunes y el asma.

Con lo cual, si se ignora el sexo en la investigación biomédica -o se asume como un factor sin importancia- las drogas optimizadas para los machos pueden resultar menos efectivas para las mujeres.

Y, en algunos casos, el prejuicio en favor de los machos puede hacer que muchos fármacos que funcionen mejor en mujeres sean pasados por alto y no lleguen a ser sometidos a un ensayo clínico.

"Estudiar solo a los machos solo cuenta la mitad de la historia", señala Judith Mank, investigadora del University College de Londres, y coautora del estudio.

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