Daniel Cuevas Zúñiga estaba volviendo a su casa en bicicleta después de un turno nocturno en el sur de Estocolmo, Suecia, cuando se detuvo a recoger un objeto que encontró en el suelo.

La policía cree que Cuevas Zúñiga, un chileno de 63 años que emigró a Suecia a mediados de los años 80 y que trabajaba en un hogar de ancianos, confundió al objeto con un juguete.

Pero era una granada de mano que explotó apenas la tocó y lo mató casi de forma instantánea.

Su esposa Wanna iba delante de él. La explosión la tiró al suelo.

Las marcas de las esquirlas todavía pueden verse en un poste de luz cerca de donde ocurrió el incidente.

"¿Cómo puede haber una granada en un sendero de bicicletas?", dijo más tarde Wanna a medios locales.

"Mi opinión de Suecia ha cambiado. Me preguntó cómo pudo haber pasado una cosa así... Estoy completamente traumatizada".

Parte del trato

El número de explosiones provocadas por granadas de mano se ha incrementado en los últimos años.

Menos de 5 explotaron en 2014, pero en 2017 lo hicieron al menos 20 y otras 39 fueron confiscadas por la policía.

Es fácil obtener estos explosivos, dice Reine Bergland. Las pandillas venden granadas de mano por unos cientos de coronas suizas (unas decenas de dólares).

"A veces, cuando (alguien) compra armas, recibe granadas como parte del acuerdo. Digamos que les dan un un par de granadas de mano", explica Bergland.

Violencia

El aumento en la posesión de granadas de mano ?que en su mayoría provienen de las guerras de Yugoslavia de los años 90? se ha convertido en un elemento central en el álgido debate en la nación europea sobre el incremento de crímenes violentos, a unos meses de que se celebren elecciones presidenciales.

La tasa de crímenes violentos en los suburbios de las grandes ciudades suecas ha aumentado en años recientes. Las autoridades apuntan a los crímenes relacionados con pandillas.

El año pasado se registraron 306 tiroteos que dejaron 41 muertos.

En 2011, solo hubo 17 víctimas.

La violencia ha transformado a ciertas partes de la capital en "zonas de no acceso" para los paramédicos, dice Henrik Johansson, exdirector del sindicato de paramédicos.

"La gente que vive en esas áreas tiene mucho miedo de llamar a la policía o de pedir ayuda a ambulancias. Tiene miedo de las consecuencias para ellos y para sus familias".

La policía reconoce que hay cerca de 60 áreas vulnerables pero no acepta que se las describa como de "no acceso", un término cargado de demasiado significado en Suecia.

Después de todo, el tema de los crímenes violentos en la nación europea y de quienes los cometen, se ha convertido en parte de una guerra ideológica.

En febrero de 2017, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, vinculó este problema a la llegada de inmigrantes a Suecia.

"Suecia. Recibieron a muchos. Tienen problemas que nunca pensaron que fueran posibles", dijo el mandatario.

Integración

Autoproclamada como potencia humanitario, Suecia fue el país de Europa que recibió el mayor número de solicitantes de asilo per cápita durante la crisis migratoria de 2015.

Muchos era refugiados que huían de la guerra y los abusos en Irak, Siria, Afganistán y Eritrea.

Hay muy poca evidencia para sostener que los migrantes son los responsables del aumento de los crímenes violentos.

Pero Suecia ?un país que muchos toman como modelo por sus políticas sociales? no ha sido muy exitosa en sus intentos, en los últimos 20 años, de integrar a los migrantes.

A poca distancia del centro de Estocolmo, el suburbio de Rinkeby es una isla de edificios de viviendas del Estado que ni siquiera la nieve puede hacer que se vean más bellos.

Unos disturbios ocurridos el año pasado dieron una muy mala imagen de este vecindario habitado principalmente por inmigrantes y sus hijos.

Hay gente furiosa por la forma en la que se ha estigmatizado a sus barrios, sobre todo por parte de la derecha, y dicen que sienten que están siendo marginados.

Hashim y Ameen, ambos de origen somalí, ayudaron a crear un grupo local en contra de la violencia. Ellos aceptan que algunos tipos de crímenes violentos están aumentando, pero acusan al gobierno de no invertir en estos barrios.

"En vez de buscar una solución para estos problemas complejos, los llaman 'áreas de no acceso'. Eso es poner etiquetas, haciendo más fácil que la policía decida por la gente, en vez de incluir a la gente en las decisiones", dice Ameen.

"Yo no creo que la sociedad sueca sea muy abierta para los inmigrantes, hay mucha xenofobia", agrega Hashim.

Defensa de los inmigrantes

El gobierno niega que sean los inmigrantes los que estén provocando un aumento de la violencia.

"La geste que está causando problemas hoy día, nació en su gran mayoría en Suecia (...). Este es un problema de integración y un tema de inclusión social", afirmó el ministro de Justicia, Morgan Johansson, un socialdemócrata de centroizquierda.

"El 1% de la población en nuestras prisiones suecas es de Siria. Otro 1% de Afganistán".

El gobierno insiste es que es firme frente los delitos y en que está atacando sus causas.

Pero a medida que muchos en Suecia manifiestan preocupación por la violencia, puede que sea más difícil convencerlos de aceptar que un número elevado de inmigrantes no generará más problemas sociales en el futuro.

El ministro de Justicia reconoce que los delitos violentos serán un tema en las elecciones de septiembre, pero preferiría que los votantes se concentrasen en el crecimiento económico.

Mientras, la extrema derecha en el país está tratando de emular el éxito de otros partidos antiinmigrantes en el resto de Europa.

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