Si te encuentras en medio de un desierto de arena, es posible que escuches un misterioso sonido.

Es un extraño y sostenido murmullo parecido al ronroneo de un motor que emiten algunas dunas del mundo.

Este sonido viene despertando la curiosidad de científicos y aventureros desde hace siglos.

El comerciante veneciano Marco Polo lo menciona en su crónicas de viaje tras visitar China. El naturalista Charles Darwin hace también referencia a este peculiar sonido, según testimonios recogidos de nativos chilenos.

Los científicos las llamas dunas cantoras.

Y, el físico francés Stéphane Douady, investigador del Centro Nacional para la Investigación Científica en París, dice haber hallado una explicación al fenómeno.

Sincronicidad

Según Douady, el sonido se produce porque los granos se mueven hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo.

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Al hacerlo, "crean una onda sísmica y un sonido. Y, el timbre del sonido que producen, depende del tamaño del grano de arena", le dijo el investigador a la BBC.

Douady descubrió por primera vez el sonido de las dunas en Marruecos.

"Fue un momento verdaderamente mágico. Era un sonido poderoso, de 110 decibeles. Era como si una pequeña aeronave estuviese sobrevolando el cielo por encima de nosotros", recuerda el científico.

Para estudiar la interacción entre los granos en el laboratorio, los investigadores trasladaron 50 kilos de arena desde Marruecos a París.

Después de simular avalanchas de arena en miniatura, analizar la velocidad de desplazamiento, la profundidad y la composición de las cascadas de arena, los investigadores descubrieron que el tamaño del grano controlaba el sonido.

Para corroborar esta hipótesis recorrieron desiertos de distintas partes del mundo. Así, descubrieron que estaban en lo cierto: las dunas de Omán sonaban distintas a las de Marruecos, que cantaban en un tono distinto a las dunas de Atacama en Chile.

Sal

Sus experimentos con arena, dice Douday, le permitieron entender de dónde venía el sonido pero no por qué algunas dunas lo producen y otras no.

Entonces, notaron que en los límites de las dunas, los granos están cubiertos por una suerte de barniz que les da un brillo particular.

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"Este barniz es muy frágil pero resulta crucial para que los granos produzcan sonido, ya que hace que se sincronicen en su movimiento", asegura el científico.

Por esta razón, los granos de arena que llevaron a París, después de un tiempo dejaron de cantar.

"No sabíamos por qué y cómo resolver este problema. Pero luego me di cuenta de que cerca de las dunas cantoras casi siempre hay sal. Así que sumergimos la arena que teníamos en agua salada y funcionó", le cuenta a la BBC.

"Todavía no entendemos cómo este barniz contribuye a la sincronización de los granos, de modo que el misterio no está totalmente resuelto", concluye Douday.

"Eso es maravilloso, porque todavía nos queda mucho por descubrir".

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