Literatura inglesa: regular. Francés: prosa muy regular, con errores elementales producto del apuro. Ensayos: demasiado grandilocuentes para sus habilidades. Matemáticas: mejor, pero su capacidad se ve empañada por la desprolijidad con las que plasma sus ideas en el papel.
Éste bien podría ser el boletín de cualquier adolescente del mundo al que poco le gusta ir a la escuela y cuyo talento ?si lo tiene? reside en un área muy lejana al de la ciencia y la cultura.
Pero no lo es.
Pertenece a una de las mentes más brillantes del siglo XX: Alan Turing, el científico británico considerado padre de la informática y visionario de la inteligencia artificial, que logró descifrar el lenguaje secreto utilizado por los nazis, contribuyendo así a acortar la Segunda Guerra Mundial.
"Desprolijo"
El boletín de notas de la Escuela Sherborne (a la que el joven Turing acudió desde los 13 años) es uno de varios objetos personales que por primera vez se muestran al público, en una exhibición en el Museo Fitzwilliam de Cambridge, Reino Unido.
Sus profesores hacen énfasis en que si el joven quiere continuar sus estudios en la prestigiosa Universidad de Cambridge, debe trabajar más y mejor en sus "ideas vagas".
"Ha hecho algunos buenos trabajos, pero generalmente los pone mal por escrito", se queja su profesor de física.
Otros educadores también se hacen eco en torno a la falta de estilo en su presentación y el profesor de matemáticas deja en claro la falta de capacidad de Turing para escribir "una solución clara y prolija", "inteligible y legible".
Esto es fundamental para "un matemático de primera clase", dice el texto.
El documento, fechado en 1929, no da ningún indicio de la lucidez, capacidad y visión de Turing.
Cucharilla
Entre los otros objetos del archivo personal del matemático que fueron prestados para la exhibición, hay un libro de ciencia ?que tiene un capítulo dedicado a descifrar códigos? que él eligió como un premio de la escuela, en honor a su amigo Christopher Morcom, un alumno brillante que murió de tuberculosis a los 18 años.
Se cree que Morcom fue su primer amor.
En 1952, el científico británico fue condenado a 61 años de cárcel por prácticas homosexuales, consideradas delito en Reino Unido hasta 1967, y aceptó recibir inyecciones de estrógeno para anular su libido para evitar ir a prisión.
Otro objeto llamativo es una cucharilla de té que su madre tomó de su habitación después de su muerte en 1954.
Turing murió de envenenamiento por cianuro a los 41 años.
Aunque los médicos forenses determinaron que se trató de un suicidio, su familia mantiene que fue un accidente.
Según su madre, se envenenó accidentalmente cuando trataba de bañar cubiertos en oro.
La cucharilla lleva una nota de su madre que dice que, probablemente, esta fue la pieza que estaba tratando de recubrir utilizando cianuro fabricado por él mismo.