John (nombre ficticio para proteger su identidad) se convirtió en un adicto a los videojuegos cuando apenas acababa de cumplir los 20 años.
Este británico asegura que hacía lo imposible para jugar el mayor número de horas durante su tiempo libre.
"Salía de trabajar a las cinco de la tarde y me iba a comprar anfetaminas (un tipo de droga que estimula el sistema nervioso central)", le cuenta a la BBC.
"Me sentaba frente a la pantalla de la computadora el viernes por la noche y permanecía allí hasta el domingo durante prácticamente 48 horas seguidas".
John dice que solamente se levantaba para ir al baño o para ir a buscar una cerveza o cualquier otra bebida, "pero nada más".
"Estaba consumido por los juegos por internet", reconoce. "Era como una droga para mí; siempre estaba ansioso por la próxima partida, la próxima matanza, el próximo récord".
John es una de las miles de personas en el mundo que sufren adicción a los videojuegos.
Esta condición acaba de ser catalogada por primera vez por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad mental en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), vigente desde junio de 2018.
Pero, ¿en qué momento jugar se convierte en un trastorno y por qué ocurre?
Según John, tiene mucho que ver con autoestima. Y las consecuencias fueron mayores de lo que jamás esperó.
"Quería escapar de mí mismo"
John reconoce que siempre le pareció que jugar a los videojuegos era "una forma inofensiva de escapar de sí mismo".
"Nunca me sentía cómodo siendo yo mismo", explica.
"Si echo la vista atrás hacia mi pasado, veo que siempre estaba muy callado y que me resultaba muy difícil encajar. Nunca tuve mucha confianza en mí mismo", recuerda John.
Pero asegura que no fue consciente de todo esto hasta que se recuperó.
"Jugar era una manera muy efectiva de salir de mí mismo, de evadirme de la realidad y entrar un lugar diferente en el que no tenía que pensar", declara.
"No tenía que hacer nada, simplemente vivir el momento durante el juego".
Probablemente no imaginaba que vivir ese momento podría ser determinante para su futuro.
"Mi pareja en aquel momento solía hacerme prometerle que pasaría tiempo con ella y con los niños porque no los veía mucho", recuerda John.
"Y yo decía: 'Sí, mañana lo haré. Cuando regrese del trabajo no usaré la computadora'. Y creo que cuando decía esas cosas realmente las pensaba".
Pero John también se acuerda de cómo al día siguiente, volvía a jugar de nuevo.
"Tal vez me decía a mí mismo que solo lo haría durante una hora, pero una vez que empezaba ya no podía parar".
"Terminé perdiendo mi trabajo", dice John.
"No tenía nada que hacer, así que terminé sentándome todo el día frente a la computadora, bebiendo, consumiendo drogas -no muchas, sobre todo alcohol- y jugando".
"Terminó costándome mi familia y absolutamente todo lo que tenía".
Una salida difícil
Con el tiempo John logró superar su adicción a las drogas y al alcohol.
Pero todavía está tratando de recuperarse de su adicción a los videojuegos.
"Le digo a la gente que ya no juego. Y la verdad es que ya no lo hago... aunque lo hice un par de veces mientras estaba en recuperación", cuenta John.
"Como 'solo' son videojuegos, la gente piensa que uno puede ponerle freno: 'Tan solo es un juego de computadora, ¿por qué no la apagas?', me dicen".
"No se toma tan en serio como otras adicciones", se queja. "Pero, sin duda, yo estaba consumido por ella hasta el punto de llegar a perderlo todo".
"Mientras estuviera sentado frente a la computadora, estaba bien. No podía ver lo que ocurría a mi alrededor porque estaba inmerso en ese mundo digital".
¿Cómo saber si alguien es adicto a los videojuegos?
- Falta de control: la persona es incapaz de controlar su conducta hacia el videojuego y no puede poner límite al tiempo que invierte en esa actividad durante el día o la semana.
- Aumento de prioridad: el juego se convierte en algo por encima de otros intereses vitales y rutinas del día a día.
- Continuación o escalada del juego: no importa el daño que esté haciendo a su salud o a su situación vital, el afectado continúa jugando o lo hace cada vez más.