Para la mayoría de la gente una toalla, un periódico o unos zapatos no son más que objetos cotidianos poco significativos, como tantos otros. Pero para algunas personas pueden desencadenar pensamientos intrusivos difíciles de manejar.
Si no padeces el trastorno obsesivo-compulsivo es difícil entender que un objeto intrascendente pueda trastocar tu vida diaria o ponerte en una espiral de descontrol.
Este trastorno de ansiedad está caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que generan inquietud, temor o preocupación, y desencadenan conductas repetitivas llamadas compulsiones con las que los pacientes tratan de reducir la ansiedad que sufren.
Se trata de un trastorno mental común, según el servicio de salud pública de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés). Afecta a hombres, mujeres y niños y puede desarrollarse a cualquier edad, aunque con frecuencia se hace en la edad adulta temprana.
La BBC habló con tres personas que sufren trastorno obsesivo-compulsivo y les pidió que nombraran un objeto que simbolizara todo su sufrimiento.
Estas son sus historias, contadas en primera persona.
Eve y los periódicos
"Desde siempre he pensado lo peor de mi misma. En mi mejor estimación, era una fracasada que no agradaba ni debería agradar a nadie. En la peor, era una persona terrible.
Pero cuando tenía 22 años el odio que sentía hacia mí misma se volvió aún peor.
Empecé a preocuparme por la posibilidad de que me pudiera volver peligrosa, de que pudiera hacerle daño a los demás.
No puedo describir lo horrible que era esa sensación. Empecé a evitar a todo el mundo por si pudiera llegar a hacerle daño.
Un día leí un artículo sobre un violador y asesino. La conmoción y el horror inicial que sentí rápidamente quedó remplazado por la idea de "¿y si yo me pudiera volver así de mala?".
Los artículos de los periódicos -y las propias noticias- se unieron a la larga lista de cosas a las que le tenía miedo.
¿Y si las historias de alguna manera me contaminaran la mente y me hicieran aún peor?
Para alguien que no tiene trastorno obsesivo-compulsivo y tiene una opinión razonable de sí mismo esto puede parecer ridículo. Pero para mí tenía todo el sentido.
Así que empecé a evitar los periódicos. No pasaba frente a las tiendas que los vendían, ni los tocaba ni se los pasaba a la gente, evitaba pensar en ellos.
Los viajes en tren al trabajo se volvieron horribles. Mantenía la cabeza baja y la agitaba constantemente para tratar de deshacerme de cualquier imagen que hubiera podido ver accidentalmente. Estaba atrapado en mi propia burbuja de miedo.
Al final logré superar mi trastorno con terapia cognitivo-conductual y con psicoterapia. Todavía me cuesta y a veces sigo teniendo mucha ansiedad, pero aprendí a ser mi propia psicoterapeuta y a desafiar mis propios miedos.
Ojalá la gente entendiera que el trastorno obsesivo-compulsivo es agotador y de verdad puede hacer que te odies a ti mismo.
No poder confiar en ti mismo, tener que luchar constantemente contra pensamientos no deseados y hacer compulsiones que sabes que no tienen ningún sentido, todo eso te revienta la autoestima".
Alice y los zapatos
"Sé que mis pensamientos son irracionales pero no puedo controlarlos. Cada minuto de cada día me vienen a la mente imágenes aterradoras de infección. Las plagas de insectos son mi mayor temor. Si mis pensamientos se convirtieran alguna vez en realidad, creo que tendría tanta ansiedad que no podría respirar.
Los insectos viven en el suelo y el suelo no lo puedo evitar. Así que mis zapatos y mis calcetines con frecuencia están contaminados. Si veo algo que parece un insecto desde el rabillo del ojo, me golpea la ansiedad. Mi zapatos y calcetines se vuelven inmediatamente sucios, incluso si nunca tocaron el insecto imaginario.
Entonces evito tocarlos y con frecuencia los tiro o los dejo en la calle y camino a casa descalza.
Pero tengo que sacármelos sin usar las manos. Ojalá la gente no me mirara mientras hago esto. Desearía que la gente no pensara que soy rara por esto, pero sobre todo desearía poder tener una vida normal".
Grace y las toallas
"Cada vez que me quito la toalla me viene a la cabeza la imagen de mi cadáver siendo trasladado en una camilla. Y al imaginar que algo pasa, piensas que sí va a pasar. Así funciona el trastorno obsesivo-compulsivo.
La única manera que tenía para salir de este proceso de pensamiento era pedirle a otra persona que sacara la toalla de mi vista, así no podía imaginar mi cuerpo sin vida a su lado.
Este es solo un ejemplo de las distintas maneras en como se manifestaba mi trastorno.
Yo estudie psicología y me lo diagnosticaron cuando estaba en la universidad. Cuando aprendí sobre la teoría de la evolución dejé de creer en Dios y empecé a pensar en mi misma como un organismo natural, que no iría ni al cielo ni al infierno, sino que se descompondría como una planta.
Ahora entiendo cómo fue que desarrollé trastorno obsesivo-compulsivo en esa época. Como la inevitabilidad de la muerte es tan abrumadora, nos centramos en cosas como la religión o la política para amortiguar el concepto de la muerte.
Cuando aprendí el punto de vista científico, me quedé sin fe para protegerme de la inevitabilidad de la muerte.
Aprender sobre la evolución combinado con la pérdida de mi visión del mundo me dio tanta ansiedad que inconscientemente traté de retomar el control a través de comportamientos obsesivo-compulsivos.
Ahora, la teoría de la evolución me hace sentir más segura. Al aprender sobre cómo evolucionaron nuestros ancestros Homo sapiens y sobre las rutas que tomaron me ayudó a entender por qué existo yo hoy, de dónde vengo y hacia donde voy."