Cada mes, delegados de ciudades tan diversas como Nueva Orleans, Buenos Aires, Ho Chi Min o Ciudad de México viajan a Holanda para ver, con sus propios ojos, cómo esta nación europea le hace frente a las amenazas del cambio climático.

El interés se centra en particular en el manejo del agua, una de las áreas más afectadas por el calentamiento global.

Y es que los holandeses son expertos en lidiar con el agua.

Desde hace un milenio el país le viene ganando tierras al mar, y hoy día cuenta con el sistema de diques y de organización de los recursos hídricos más sofisticado del mundo.

"La diferencia es que, ahora, el foco está puesto en la adaptación a los efectos del cambio climático", le explica a BBC Mundo Arnoud Molenaar, director del programa de protección contra el cambio climático de Rotterdam.

Esta ciudad de más de 600.000 habitantes -segunda en importancia del país y mayor puerto de Europa- se ha convertido en un punto de referencia para el resto del mundo por las estrategias para proteger a sus habitantes del aumento del nivel del mar, las lluvias copiosas cada vez más frecuentes, así como los períodos de sequía.

Con un 80% de la urbe bajo el nivel del mar, la adaptación no es una opción, es la única salida que las autoridades han sabido transformar en una oportunidad.

Filosofía de vida

La solución no es meramente técnica en el sentido de adaptar la infraestructura, sino, fundamentalmente, filosófica.

Desde el punto de vista del diseño la estrategia es simple: en vez de luchar contra el agua, la idea es dejarla entrar.

La ciudad cuenta con varias estructuras que en días normales brindan un servicio a la comunidad pero, en situaciones críticas, pueden acumular miles de litros de agua.

"Hemos rediseñado una plaza que puede ser usada como pista de patinaje o como teatro, pero que también puede recolectar agua de lluvia. Es una solución multifuncional", cuenta Molenaar.

"En vez de invertir millones de euros en ampliar las cloacas, que es un proyecto complicado y muy costoso, invertimos en mejorar el espacio público".

Además de la plaza, hay un estacionamiento público con capacidad para albergar hasta 10.000 metros cúbicos de agua de lluvia.

Diseño innovador

Aceptar la entrada del agua significa también aprender a vivir sobre ella.

En la zona vieja del puerto, por ejemplo, hay una pabellón flotante.

Esta instalación conformada por tres esferas transparentes es un centro de exhibiciones y congresos, pero el objetivo final es demostrar el potencial de la arquitectura flotante para crear viviendas y centros comerciales o comunitarios sobre el agua.

"Un emprendedor está ahora desarrollando una granja flotante. Puede que no sea necesaria aquí en Rotterdam, pero puede construirse en Bangladesh o Filipinas", comenta Molenaar.

Otra iniciativa ha sido la de transformar los techos de los edificios en espacios verdes. Estos funcionan como esponja para absorber agua, a la vez que constituyen un espacio natural.

"Contamos con subsidios para crear techos verdes. Hoy tenemos 240 metros cuadrados de ellos en la ciudad", dice Molenaar.

"Y también estamos promoviendo levantar el pavimento en la ciudad para crear más espacios verdes".

Esta visión común y de largo plazo se desarrolla en conjunto con los ciudadanos. Y, en la medida en que estos están involucrados, funciona.

Enseñanzas

La clave es que se trata de una aproximación holística, le explica a BBC Mundo Henk Ovink, embajador del Agua de los Países Bajos y experto mundial en gestión hídrica.

Ovnik viaja por el mundo para compartir la experiencia de su país con naciones vulnerables.

"La razón por la que Rotterdam es una ciudad tan resistente ante el cambio climático es porque ha puesto todas estas medidas (mencionadas antes) en práctica".

"Tiene plazas para juntar agua pero también un programa especial por estar sobre un delta, presas, diques y un sistema de gobernanza del agua.... Todo eso es necesario".

"El problema es que la gente quiere una solución simple para un problema complejo, y no la hay".

Y esta forma de entender el problema es la que Ovnik cree que puede ayudar a ciudades en América Latina.

"Cada lugar es especial, tiene sus propias especificidades. Pero nosotros podemos compartir nuestra experiencia sobre cómo comenzamos a organizar nuestro país alrededor del agua, cómo desarrollar un sistema de gobernanza alrededor de ella".

"Holanda es una democracia del agua desde su existencia. Teníamos autoridades regionales del agua incluso en 1.100, antes de ser un país".

"Holanda puede también compartir su experiencia sobre las innovaciones que no han funcionado y aquellas que han resultado un éxito".

El trabajo, dice, ya ha empezado.

Ovnik está trabajando con distintas ciudades en nuestro continente: Cancún, Ciudad de México y Quintana Roo en México, Buenos Aires en Argentina, Piura y Lima en Perú y otras urbes en Colombia, Panamá y Chile, entre otros países.

Los proyectos ya están rodando. En el futuro se pondrá en evidencia en qué medida América Latina está preparada para incorporar este modo de entender la relación con el medio ambiente que, para los holandeses, es un estilo de vida.

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