Dave Boyle sufrió un derrame cerebral el día de Navidad de 2012, cuando tenía solo 20 años.

Se había pasado toda la noche anterior vomitando, así que asumió que tendría algún virus de estómago.

Pero por la mañana, cuando estaba con toda la familia abriendo los regalos de Navidad, empezó a encontrarse muy mal.

Dijo que se iba a acostar un poco pero nunca llegó a la cama.

No recuerda qué pasó, pero cuando su padre finalmente lo encontró en el suelo lo levantó y lo tendió en la cama.

Dave recuerda estar acostado, rodeado de familiares, e incapaz de hablar ni de mover el brazo derecho.

Sabía que algo malo le estaba pasando pero ni él ni sus parientes se imaginaron en ese momento que la había dado un derrame cerebral.

Solo tuvo consciencia de la gravedad de su situación cuando fue al hospital y le dieron el diagnóstico.

Un derrame cerebral ocurre cuando se interrumpe el flujo sanguíneo en el cerebro. Cuanto antes recibe tratamiento un paciente, menores suelen ser los daños por la lesión cerebral sufrida.

"50 veces al día"

Cinco años después, Dave Boyle dice que piensa en lo que le ocurrió probablemente "50 veces al día".

El derrame interrumpió sus estudios universitarios. Afectó a la parte derecha de su cuerpo y lo dejó prácticamente incapaz de escribir.

"Puedo escribir un párrafo cortito pero tardo unos cinco o siete minutos", le contó Boyle a la BBC.

Tampoco puede tomar notas rápidamente durante una reunión, una clase o una llamada y solo utiliza la mano izquierda para teclear en el ordenador.

Dave dice que el derrame también le afectó a la cara, aunque de una manera muy leve y la gente no suele percibirlo.

"Cuando sonrío la parte derecha de mi cara no sonríe tanto", dice.

Dice que le afecta en muchas cosas diarias muy pequeñas:

"Por ejemplo si en el trabajo quiero darle la mano a alguien tengo que pensar antes sobre el acto físico de tenderle la mano a alguien. Mi mano derecha no es muy fuerte pero esa es la que usa la mayoría de la gente".

Un 25% de los derrames afecta a gente joven

Según la asociación británica de ayuda a pacientes con derrame, Stroke Association, es probable que el número de apoplejías aumente dramáticamente en los próximos 20 años como resultado del envejecimiento de la población.

Los pacientes de más de 65 años tienen más riesgo de sufrir un derrame cerebral, según datos del sistema británico de salud pública, el NHS. También la gente con antecedentes familiares.

Sin embargo, se estima que en un 25% de los casos afecta a gente joven, en edad laboral.

Según Dominique Brand, de Stroke Association, aproximadamente la mitad de los derrames son prevenibles: factores como fumar, una mala dieta, el consumo excesivo de alcohol o la falta de ejercicio aumentan el riesgo de sufrirlos.

Pero hay veces en las que el mal es inevitable. Ese fue el caso de Dave.

Dave dice que no tuvo ningún tipo de síntoma de que algo no iba bien: llevaba un estilo de vida bastante saludable, jugaba al fútbol varias veces por semana y no fumaba, aunque sí bebía alcohol.

"No hubo nada anormal que lo explicara", le dijo a la BBC.

La experiencia lo dejó más vulnerable: como otros pacientes que sufren un derrame cerebral ahora tiene un riesgo mayor de que vuelva a suceder.

Pero dice que esa posibilidad no le quita el sueño y ahora tanto él como su familia conocen bien los principales síntomas a los que estar atento, que son estos tres:

  • CARA: un lado de la cara, la boca o el ojo pueden aparecer caídos y el paciente puede no ser capaz de sonreir
  • BRAZOS: el paciente puede no ser capaz de levantar uno o ambos brazos o de mantenerlos en el aire, por debilidad o adormecimiento
  • HABLA: puede tener dificultades para hablar y el lenguaje puede ser confuso o incoherente. El paciente puede ser totalmente incapaz de hablar a pesar de estar despierto.
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