Casi 70 años después de que el gobierno de Estados Unidos llevara a cabo una infame purga anticomunista, el periodista Ehsan Masood habló con algunos de los académicos cuyas vidas cambiaron radicalmente debido a esa persecución.

"¿Eres, o has sido alguna vez, un comunista?". Han pasado casi siete décadas desde esa famosa pregunta que marcaría uno de los períodos más oscuros en la historia reciente de EE.UU.

Todo empezó en febrero de 1950, en medio de la Guerra Fría, cuando Joseph McCarthy, un senador republicano de Wisconsin, blandió una lista de 205 presuntos comunistas que, según dijo, trabajaban para el Departamento de Estado.

La acusación de McCarthy inició lo que muchos consideran el mayor caso de vigilancia masiva en la historia estadounidense del siglo XX.

Miles de comunistas o presuntos comunistas fueron obligados a comparecer ante audiencias donde se los acusó de intentar derrocar al gobierno de EE.UU. a través de la "fuerza o la violencia".

Hoy muchos solo recuerdan a "Los Diez de Hollywood", como se conoció al grupo de personas relacionados con la industria cinematográfica que fueron incluidos en una lista negra por ser considerados comunistas.

Pero otras víctimas del macartismo, como académicos universitarios de la década de 1950, también tienen historias para compartir sobre la intimidación política que sufrieron.

Y algunas de esas víctimas están eligiendo hablar por primera vez.

Entre los sobrevivientes del macartismo estaba Leon Kamin, hijo de un rabino de Taunton, Massachusetts, que se convertiría en un distinguido psicólogo.

En 1953, Kamin recibió una citación para comparecer ante una de las audiencias de McCarthy en el antiguo Palacio de Justicia de Boston, donde se le pidió que revelara los nombres de otros comunistas de Boston.

Kamin trabajaba en el laboratorio de sonido subacuático de la Universidad de Harvard, desarrollando tecnología que en esa época se utilizaba para detectar submarinos, según cuenta el veterano periodista Victor McElheny, quien cubrió el juicio de Kamin para el periódico estudiantil de su universidad, el Harvard Crimson.

"Se trataba de una tecnología crucial para el ejército, y, por lo tanto, sonaba amenazante que tuvieras comunistas trabajando en un laboratorio importante para la defensa del país", dice McElheny.

Hablando más de seis décadas después de su comparecencia ante el tribunal, el profesor Kamin recordó el día como si fuera ayer.

"Momentos antes de que empezara el juicio, McCarthy entró en la sala del tribunal y hasta el último hombre y mujer, todos los miembros del jurado, así como todos los que estaban en la sala, se pusieron de pie y aplaudieron".

La defensa de Kamin pidió que se anulara el juicio porque creía que los aplausos en la corte afectarían la actitud del jurado.

"Eso fue lo que realmente me salvó", contó Kamin con una risa. "Porque mi abogado habló con el juez y el juez aceptó y desestimó al jurado".

Leon Kamin, quien falleció solo unos días antes de cumplir 90 años, nunca trató de ocultar sus creencias comunistas juveniles.

"Estaba orgulloso de ellas", le contó a McElheny.

Pero la red de McCarthy también atrapó a anticomunistas, como el economista experto en desarrollo Gustav Papanek, cuya familia, como la de Leon Kamin, había huido del ascenso del fascismo en Europa del Este a principios del siglo XX.

El profesor Papanek, quien también se formó en la Universidad de Harvard, ahora tiene 92 años y sigue asesorando a los gobiernos de países como Indonesia.

Pero en la década de 1950 era un graduado de doctorado que recién empezaba su carrera trabajando para una agencia del Departamento de Estado que brindaba asistencia tecnológica a los países pobres.

"El senador McCarthy había dicho que el Departamento de Estado estaba lleno de comunistas e incompetentes y que necesitaban ser desarraigados. Esto no nos preocupó en absoluto porque yo, como el 95% del personal, tenía protección como funcionario público y no podía ser despedido".

El trabajo del profesor Papanek también estaba protegido porque él había luchado en la Segunda Guerra Mundial y eso le daba la llamada Protección de Veteranos. Significaba que la única forma en que el gobierno podía deshacerse de él era abolir toda la agencia de ayuda, que es exactamente lo que sucedió.

"Establecieron una nueva agencia y recontrataron al 85% del personal de la antigua agencia, pero dejaron afuera a los que consideraban incompetentes o comunistas. Así que fui una de las personas que recibió la notificación de que mi servicio había terminado".

Sin empleo en EE.UU., Papanek llevó a su familia al nuevo Pakistán independiente, donde trabajó como asesor económico hasta 1958, cuando comenzó a declinar el macartismo.

El profesor Papanek fue afortunado en un aspecto: no tuvo que lidiar con el poder del Buró de Investigaciones Federales estadounidense (FBI).

El FBI trabajó sin tregua para librar al país de lo que consideraba la "amenaza roja" y no se abstuvo de usar trucos sucios, recuerda la historiadora experta en la era McCarthy Ellen Schrecker, de la Universidad Yeshiva en Nueva York.

"Un agente del FBI visitaba la oficina de un gobernador o del presidente de una universidad y les entregaba un pedazo de papel que siempre se especificaba en los registros del FBI y llevaba una marca de agua que decía 'memo ciego no rastreable', relata Schrecker.

"Simplemente contenía el nombre de alguien y todas las asociaciones incriminatorias que tenía esa persona, con la expectativa de que a esa persona no se le diera la titularidad de un cargo, no se le renovara su nombramiento y se facilitara silenciosamente su partida. No había un registro escrito de que el FBI había estado allí".

Una de las víctimas del FBI fue Mark Solomon, un historiador experto en afroamericanos en Rusia en el Simmons College en Massachusetts y otro graduado de Harvard.

Años más tarde, cuando el profesor Solomon pidió ver su archivo del FBI, descubrió que había sido el blanco de funcionarios de alta jerarquía dentro de esa agencia.

"Cuando recibí mi archivo del FBI, que estaba muy incompleto, había anotaciones en las que el distrito de Boston del FBI le preguntaba al Director (del FBI) (Edgar) Hoover si debían avanzar con algún tipo de campaña para desacreditarme y sacarme de Harvard".

"Y la respuesta (de Hoover) fue: 'Sí, sigan adelante, pero tengan mucho cuidado con las fuentes que usan para no exponer el papel del FBI en esto'. Fueron casi las palabras exactas".

Ahora que Europa y EE.UU. son testigos de políticas populistas, el profesor Papanek dice que no descarta la posibilidad de que un McCarthy pueda regresar algún día.

Según el veterano académico, si eso sucediera, sería muy difícil combatirlo y requeriría la resistencia de los estadounidenses de todos los ámbitos de la vida.

"Se necesita gente con coraje para enfrentar a personas como McCarthy".

Ehsan Masood es un reportero de ciencia y política que recientemente completó un estudio de un año en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) sobre las víctimas universitarias de Joseph McCarthy.

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