En los últimos años, han aparecido en algunas ciudades británicas bancos especiales que ofrecen la oportunidad de sentarse y charlar con extraños en un intento por abordar la soledad.
Se pueden encontrar en plenos centros urbanos, en parques e, incluso, en los patios de las escuelas.
Cuando instalaron un nuevo "banco para escuchar", hace pocos días, en el corazón del casco antiguo de Edimburgo, en Escocia, la periodista de la BBC Angie Brown decidió sentarse para ver a quién conocería.
Este es parte de su relato:
Al principio me sentí un poco cohibida. Normalmente me siento cómoda al sentarme sola en los bancos de madera que hay por la ciudad, pero este ha sido pintado de blanco y verde, y sentí que los transeúntes me miraban.
Pero sólo pasaron unos pocos incómodos minutos antes de que ocurriera el primero de mis tres encuentros con personas que querían hablar.
"¿Te gustaría ir por un té uno de estos días?"
Fiona Cowie se me unió en el banco porque quería escuchar a una artista callejera que estaba cantando la canción favorita de su padre.
"Era Ave María, así que tuve que detenerme para pensar en mi papá. Hace un par de semanas fue el décimo aniversario de su muerte", me dijo.
"A medida que crecíamos en Wick (norte de Escocia), recuerdo que ponía la canción a menudo. Tengo recuerdos muy felices de él y su muerte ha sido una gran pérdida para mí y mis tres hermanas".
A Wallace Cowie, que había sido conductor de autobús y un "baterista increíble", le encantaba escribir poesía y la llamó Fiona -que significa justa, bella- por la obra del poeta escocés James Macpherson.
Fiona se mudó a Edimburgo cuando era una adolescente y estudió para convertirse en reflexóloga.
"Allá arriba (Wick) tienen una forma de vida diferente y yo quería viajar. Así que teniendo como base Edimburgo, viajé por todos lados".
"Hace 10 años, estaba a punto de viajar a Budapest cuando escuché que mi papá estaba muy enfermo".
"Sólo había un tren que iba a Inverness, por lo que tuve que tomar un taxi hasta Wick. Fue un viaje de dos horas y costó cientos de libras".
"Nunca he ido a Budapest y, desde su muerte, no tengo ningún interés en ir".
Fiona también me contó que vive sola y me habló sobre su negocio de reflexología y su trabajo con personas sin hogar en Navidad.
Después de una hora en el banco, le dio frío y se fue.
"Me gustó mucho hablar contigo, ¿te gustaría ir por un té uno de estos días?"
La artista que canta en la calle y ahuyenta el frío con ópera
La cantante de ópera y música profesional Beatrix Milan fue la siguiente en acompañarme en el banco.
Fue su interpretación de Ave María lo que llamó la atención de Fiona.
La húngara de 31 años, que ha vivido en Edimburgo por seis años, canta cerca del lugar donde se colocó el banco y me dijo que había visto a varias personas conversando en él en los últimos días.
Un hombre, que había estado escuchándola cantar, comenzó a interpretar una canción al estilo de ópera. Al terminar, le estrechó la mano y le dijo que era barítono.
"¿Y qué tipo de voz tienes?", le pregunté a ella y me dijo que es soprano.
Beatrix le dijo que tenía "potencial real" y que ella podía enseñarle, pero él le contó que sólo estaba visitando la ciudad como turista.
Estaba haciendo mucho frío, por lo que le pregunté si le afectaba la voz y cómo se las arreglaba para estar al aire libre por tanto tiempo con esas temperaturas.
"Uso guantes, pero es el trabajo del diafragma lo que mantiene el resto de mi cuerpo caliente. Es la intensidad de la respiración durante periodos largos, al empujar el abdomen hacia afuera, es un entrenamiento de los músculos con los que canto".
Beatrix comenzó a tocar en la calle después de visitar a su hermana en la ciudad escocesa de Dundee.
"Se estaba mudando y la estaba ayudando a limpiar cuando rompí la puerta del horno y no tenía suficiente dinero para pagar por su reparación, así que salí a la calle y comencé a cantar piezas clásicas".
Beatrix, que estudió música en Viena, me dijo que sueña con cantar con la Ópera Escocesa, pero que por ahora disfruta tocar en la calle.
Además es un buen lugar para practicar "ya que mi voz a menudo es demasiado fuerte para cantar en los apartamentos en los que he vivido".
Desde que llegó a Escocia, ha trabajado en centros de llamadas y como mesera, pero dijo que en las calles es donde gana más dinero.
"Mi cabello se cayó debido al estrés"
Beatrix se tenía que ir a su otro trabajo de camarera y llegó Zaheer Aslam y se sentó a mi lado.
Me preguntó si tenía tiempo para hablar con él y le conté que soy periodista y que estaba ahí para escuchar.
Tiene 40 años y me empezó a hablar de su experiencia con la alopecia.
Comenzó a perder cabello cuando tenía 13 años y estaba en la escuela secundaria.
"No noté que se cayera, ni que estuviera sobre mi almohada ni nada por el estilo. Eran parches del tamaño de una moneda de 50 centavos", me dijo.
"Tenía el pelo largo, así que mi madre solía poner su delineador de ojos negro en los parches para alejar los ojos de esas áreas".
En la escuela, le dieron permiso para usar un gorro.
"Mi médico quería que me inyectaran esteroides en la cabeza, pero yo no quería".
Cada semana, su padre lo llevaba a ver a alguien que usaba medicinas naturales. Los parches volverían a crecer, pero luego aparecerían otros.
Zaheer me contó que cuando tenía 19 años se enteró de que un amigo había muerto y de la noche a la mañana se le cayeron las pestañas y las cejas.
"Perdí el 90% del vello de mi cuerpo. Escuché que era el estrés lo que causaba la alopecia, pero no fue hasta años después que me di cuenta de que había estado estresado".
En 2008, condujo desde Escocia a Mongolia y su cabello comenzó a crecer de nuevo.
"Fui la versión más feliz de mí mismo en esa aventura, había dejado atrás el estrés y no tenía presiones y fue entonces cuando noté que mi cabello volvía a crecer".
Regresó a Escocia y su cabello dejó de crecer.
Cuando le pregunté sobre su experiencia con los confinamientos por la pandemia de covid-19, Zaheer, que trabaja en la tienda de su familia en el centro de la ciudad y vive con su perro, me dijo que el primero fue muy difícil.
"Pero luego me acostumbré y me di cuenta de que no tenía el mismo estrés laboral y mi cabello comenzó a crecer de nuevo".
Pero, meses después, se volvió a caer.
"Me di cuenta de que necesito estar menos estresado, eso es lo que necesito en mi vida".
El banco para escuchar en la avenida Royal Mile de Edimburgo es uno de los seis bancos que se han instalado en ciudades de todo el Reino Unido como parte de la campaña One Million Minutes (Un millón de minutos) del programa de ITV Good Morning Britain para abordar la soledad.