Emily, una niña británica de 6 años, está más contenta que nunca: por fin podrá comer pastel en las fiestas de cumpleaños de sus amigos.
Hasta ahora ingerir aunque fuese solo un bocado de pastel le hubiese podido provocar graves consecuencias: Emily es muy alérgica al maní, cuyos trazos se pueden encontrar en una gran cantidad de alimentos.
Antes no podía tomar ni 10 miligramos (mg) de maní, pero ahora puede tolerar hasta 30 veces más.
"Es sorprendente la cantidad de alimentos en los que puede haber trazas de maní, en particular los que están dirigidos a niños, como pasteles, galletas y helados", explica Sophie, la madre de Emily.
La niña pudo solucionar en parte su problema gracias a un estudio en el que participaron 500 niños de entre 4 y 17 años de Reino Unido y Estados Unidos y que le permitió generar tolerancia a ese alimento.
El estudio estaba basado en el principio de la insensibilización. Se trata de un procedimiento que hasta ahora se había utilizado con alérgicos al polen o a las picaduras de abeja. La exposición progresiva a la sustancia que les provocaba la alergia aumentaba su tolerancia.
Así, aplicaron el procedimiento a los alimentos: durante un año los niños recibieron a diario proteína de maní en dosis que aumentaban progresivamente.
En la última fase del estudio, dos tercios de los participantes podían comer hasta dos manís.
Emily estaba entre el 50% de los participantes que toleraba comer hasta 7. Todo un éxito: aunque estas cantidades parezcan insignificantes para personas sin alergias, permiten que estos niños puedan llevar una vida casi normal.
George Du Toit, especialista en pediatría y líder del estudio en Reino Unido, visitó el estudio de "The Today Programme" de la BBC, donde aseguró: "Los resultados de este innovador estudio son muy prometedores y sugieren que podremos evitar que los niños alérgicos al maní tengan una reacción severa tras una exposición accidental".
Eso no significa que Emily ya no sea alérgica, pero sí que sus padres pueden respirar tranquilos: ahora puede ingerir hasta siete manís sin tener ninguna reacción, por lo que se reduce al mínimo el riesgo de que tenga una reacción severa si ingiere el alimento accidentalmente, algo que les aterraba.
"Las familias viven con miedo a la exposición accidental, ya que las reacciones alérgicas pueden ser muy graves e incluso pueden provocar la muerte", asegura Du Toit.
Lo confirma la madre de Emily, que asegura: "El proceso fue muy estresante, pero Emily tuvo tan pocos efectos secundarios que estábamos convencidos de que no le estaban dando dosis de maní, sino placebo".
Y añade: "Estamos exultantes. Este estudio nos cambió la vida. Ahora tenemos una libertad que nunca antes habíamos tenido".
Cuando le preguntan a Emily qué pastel querrá para su cumpleaños, lo tiene claro: "Muchos pasteles de gustos distintos".