Fue llamado desde "extraterrestre" hasta "humanoide", pero era una bebé.
Ata, como le llaman a estos restos humanos momificados de 13 centímetros de largo, fueron hallados en Atacama, Chile, en 2003.
Desde entonces el pequeño esqueleto ha aparecido en numerosas oportunidades en las noticias, a veces vinculado a investigaciones científicas, a veces como parte de teorías conspirativas de ufólogos.
No es para menos: además de su pequeño tamaño, el esqueleto tiene varias características físicas inusuales, como menos costillas y una cabeza coniforme.
La semana pasada, Ata volvió a los titulares de la prensa, esta vez por un estudio genético publicado en la prestigiosa revista Genoma Research firmado por un equipo internacional de investigadores de destacadas universidades como la estadounidense Stanford.
Sin embargo, el estudio provocó la indignación de científicos chilenos que expresaron públicamente su molestia por la manera en que el grupo investigador tuvo acceso a la momia y solicitaron que el artículo sea retirado de la revista científica.
"Independientemente de cuán interesante pueda ser el análisis", escribió el académico Gabriel León, de la Universidad Andrés Bello, en el diario chileno El Mostrador, "es necesario tener en cuenta la forma en que el cuerpo fue encontrado y tratado como mercancía".
La polémica escaló rápidamente.
El Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, un organismo gubernamental, presentó este martes una denuncia ante el Ministerio Público de ese país para que inicie una investigación que establezca si los restos de la niña fueron exhumados ilegalmente en 2003 y sacados del país de contrabando.
Ana Paz Cárdenas, secretaria técnica del organismo, señaló en un comunicado que la justicia deberá determinar si hubo un delito, tomando en consideración que "se podría haber dañado un sitio arqueológico, destruyendo de forma ilícita su contexto".
El Consejo argumenta que podría haber una violación a la ley por la presunta "apropiación de un monumento nacional, constitutiva de los delitos de usurpación, hurto, robo con fuerza, robo con violencia o intimidación en las personas", según le confirmó a BBC Mundo.
¿Cómo un prestigioso estudio científico terminó envuelto en un escándalo que llegó a la Justicia de Chile?
De "extraña criatura" a bebé
El esqueleto de Ata fue hallado en el hoy abandonado pueblo de La Noria, en la región de Tarapacá, en el norte de Chile, por Oscar Muñoz, un hombre considerado cazador de tesoros ("huaquero") por unos y saqueador por otros.
De acuerdo con un artículo de octubre de 2003 del diario chileno La estrella de Iquique, los restos retirados por Muñoz "con pala y picota" estaban en las inmediaciones de una exiglesia, envueltos en una tela blanca y atados con una cinta violeta.
Según el diario local, el hombre terminó vendiendo "la extraña criatura" a un empresario local a 30.000 pesos chilenos, lo que hoy equivaldrían a unos US$80.
Los restos terminarían en Barcelona, en manos del español Ramón Navia-Osorio, presidente del Instituto de Investigación y Estudios Exobiológicos.
Pero ese esqueleto que tan solo el año pasado fue exhibido bajo el nombre de "El ser de Atacama" en el Congreso Mundial de Ufología en Barcelona, era en verdad el cuerpo de una niña recién nacida con múltiples mutaciones en sus genes.
Estudios genéticos realizados a los restos revelaron que Ata era una bebé con mutaciones relacionadas con el enanismo, la escoliosis y anomalías en los músculos y el esqueleto.
"Lo que comenzó como una historia de extraterrestres, en realidad es una historia de tragedia humana", dijo a la BBC la semana pasada uno de los investigadores principales, Garry P. Nolan, profesor de microbiología de la Universidad de Stanford, California.
"Una mujer tuvo un bebé con malformaciones, fue preservado y luego empeñado o vendido", agregó.
Esa es justamente la raíz del conflicto.
Acusaciones cruzadas
"La primera falta, en este caso, constituyó la excavación ilegal de un contexto funerario", afirma una carta abierta de la Sociedad Chilena de Antropología Biológica (Sochiab) publicada este miércoles.
Esto, continúa, "conllevó a una seguidilla de acciones en donde están involucrados diversos actores: huaquero (saqueador), compradores varios del cuerpo humano, organizaciones de ufología y científicos".
Sochiab cita un artículo de ley que establece: "Ninguna persona natural o jurídica chilena podrá hacer en el territorio nacional excavaciones de carácter arqueológico, antropológico o paleontológico sin haber obtenido previamente autorización del Consejo de Monumentos Nacionales".
Por eso, según la carta, el estudio sobre Ata afecta el prestigio de sus autores y de la revista que lo publicó, por incumplir con "mecanismos legales y principios éticos (...) para el resguardo del patrimonio y las voluntades de las comunidades locales".
Sin embargo, en un comunicado enviado a BBC Mundo por los autores principales del estudio, Atul J. Butte y Nolan, estos afirman que "el esqueleto nunca estuvo en posesión ni de Stanford ni de la Universidad de California San Francisco".
"No tuvimos nada que ver con la remoción del esqueleto de su lugar de origen. El ADN e imágenes provienen de restos que no se sabían eran humanos cuando la investigación comenzó", agregan.
En el comunicado, que saldrá publicado próximamente en Genoma Research, también afirman que la investigación cumple con las regulaciones federales de Estados Unidos.
Y acotan: "Desde hace mucho tiempo que se sabe que este esqueleto pertenecía a un privado en España, sin que se presentaran acusaciones de conducta criminal sobre cómo se adquirió" al esqueleto.
La familia de la niña
Más allá de consideraciones legales y protocolos científicos, en Chile han comenzado a surgir otro tipo de planteamientos más humanos.
"Lo que aquí en verdad pasó es que se desenterró el cuerpo de una persona con múltiples deformidades físicas y su cuerpo fue exhibido todos estos años", escribió la ecóloga microbiana Cristina Dorador en el sitio de divulgación científica Etilmercurio.
"La niña de La Noria tuvo una madre, un padre, quizás hermanos", explicó. "Cuando la enterraron seguramente sufrieron mucho y se preguntaron el por qué de la apariencia de la hija fallecida. ¿Cuál habrá sido el destino de estas personas?".
A lo que agregó: "Por la época sugerida del fallecimiento [hace 40 años], su madre quizás aún esté viva, al igual que la familia que pudo conocer el destino final de esta niña nortina".
En este sentido, en su carta abierta, Sochiab sostiene: "Un estudio de similares características donde se utilicen restos de un feto desenterrado de un cementerio actual en un país desarrollado seguramente provocaría otras reacciones".
De acuerdo con The New York Times, esta organización junto con otros investigadores locales solicitaron formalmente a Genoma Research que retire este estudio que generó una situación que "molesta y preocupa profundamente" a la comunidad científica chilena.
Desde la revista no respondieron a tiempo al pedido de respuesta de BBC Mundo.
Por su parte, Butte y Nolan dicen en el comunicado: "Tal como hemos afirmado previamente, creemos que los restos óseos deben ser devueltos al país de origen y, al descubrir que son humanos, esta investigación respalda el argumento de que estos restos deben ser repatriados".
A lo que acotan: "Esta investigación aclara lo que ha sido una historia muy pública y sensacionalista por mucho tiempo, y se hizo con el deseo de acercar algo de humanidad a esta discusión y dignidad al esqueleto".